Farsas trágicas

Karl Marx sentenció que la historia suele repetirse dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa, pero sucede que a menudo las farsas resultan ser trágicas para millones de personas que, les guste o no, se ven constreñidas por las circunstancias a participar de ellas. Ya lo entenderán los venezolanos y, tal y como están las cosas, pronto llegarán a la misma conclusión muchísimos argentinos que en los meses próximos verán desplomarse su poder adquisitivo y el valor de sus ahorros, si es que los tienen. Por fortuna, parece muy poco probable que les aguarden desastres tan cruentos como los sufridos por los pueblos de aquellos países de Europa y Asia que fueron usados como cobayos por ideólogos resueltos a crear sociedades distintas de las ya existentes, pero así y todo su futuro no estará a la altura de sus expectativas. Para luchar contra las protestas callejeras gigantescas provocadas por las adversidades económicas de su país, el presidente venezolano Nicolás Maduro ha adelantado el Carnaval, agregándole dos días no laborables porque, dice, “ése es un tiempo de descanso y alegría”. A fines del año pasado cambió la fecha de la Navidad por motivos similares. En aquella ocasión afirmó que quería que sus compatriotas disfrutaran de “la suprema felicidad”, la que, a su entender, alcanzarían sin tener que trabajar. Si bien la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no ha ido tan lejos en tal sentido como el compañero Maduro, ella también ha aumentado la cantidad de días feriados porque, como una empresaria hotelera exitosa, cree que no trabajar ayuda a estimular la economía. No cabe duda de que se trata de una tesis muy simpática, además de heterodoxa, pero a juzgar por el estado económico y social tanto de nuestro país como de su hermano venezolano luego de más de una década de gobierno supuestamente revolucionario o, cuando menos, progresista, dista de ser realista. Mal que les pese a quienes apuestan al jolgorio colectivo como solución de todos los problemas nacionales, asegurar el bienestar popular requerirá algo más que oportunidades para descansar. La característica más notable del chavismo es su falta de seriedad. Aun más que el kirchnerismo, que es una versión atenuada del mismo fenómeno, de ahí la conmovedora lealtad de Cristina y sus seguidores hacia Maduro, el chavismo puede considerarse un intento de transformar en realidad lo que es sólo un relato mediante exhortaciones, movilizaciones, expropiaciones y decretazos. Parecería que el extinto Hugo Chávez nunca se dio el trabajo de pensar en cómo resolver la multitud de problemas concretos que tendría que superar para que Venezuela se acercara a sus objetivos ambiciosos. Antes bien, se limitó ya a repartir el dinero procedente de la venta de petróleo como si le perteneciera personalmente, ya a rabiar contra sus muchos enemigos, comenzando con los norteamericanos, atribuyéndoles todas las dificultades. Aunque Maduro, que carece del talento retórico y el carisma de Chávez, está esforzándose por impedir que “el socialismo del siglo XXI” se derrumbe por completo, su gestión ha sido tan irremediablemente mala que sólo ha conseguido poner su país al borde de la bancarrota. No es posible prever cómo seguirán los dos relatos. Aunque Maduro no es un “comandante” uniformado, el régimen que encabeza es esencialmente militar, parecido a ciertas dictaduras castrenses “de izquierda” de los años setenta del siglo pasado como la peruana del general Juan Velasco Alvarado, de suerte que reemplazarlo por un demócrata civil no sería del todo sencillo. Con todo, pase lo que pasare en el ámbito político, al pueblo venezolano le esperan muchos años signados por la pobreza extrema, sobre todo si baja el precio del petróleo en los mercados internacionales. Por fortuna, Cristina no dispone de la alternativa militar que tienen los chavistas porque su gobierno se las arregló para desmantelar las fuerzas armadas que ya no conforman un “poder fáctico”. Por lo tanto, el proyecto kirchnerista parece destinado a compartir el destino del impulsado en su momento por Carlos Menem, con la diferencia de que el ajuste draconiano que ha hecho inevitable se ha puesto en marcha bien antes de finalizar el mandato constitucional del gobierno responsable de provocar el desaguisado descomunal que legará a sus sucesores.

Fundado el 1º de mayo de 1912 por Fernando Emilio Rajneri Registro de la Propiedad Intelectual Nº 5.124.965 Director: Julio Rajneri Codirectora: Nélida Rajneri de Gamba Vicedirector: Aleardo F. Laría Rajneri Editor responsable: Ítalo Pisani Es una publicación propiedad de Editorial Río Negro SA – Lunes 3 de marzo de 2014


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