Fernández Carro, prolíficos descendientes de pioneros maragatos


La historia de esta familia comienza a fines del siglo XIX en España, en la comunidad autónoma de Castilla y León, Astorga, donde vivían los Maragatos, llamados así por descender de moros y godos que vivieron en España y se unieron, aliaron y casaron. Aquellos habitantes vendían los productos de su comarca con sus “carromatos” tracción a sangre. Cuando llegó el ferrocarril debieron adaptarse al nuevo transporte. Este hecho histórico determinó que algunos maragatos decidieran emigrar a distintos lugares del mundo, principalmente Sudamérica. Argentina fue uno de los países elegidos por sus bondades de progreso: Carmen de Patagones fue un punto de concentración de estos inmigrantes, que actualmente se reconocen como maragatos.

Uno de ellos fue don Domingo Fernández Alonso, nacido el 8 de mayo de 1870 en el pueblo de Santa Coloma de Somoza, a 16 kilómetros de la ciudad de Astorga. Hijo de comerciantes, vio frustrado su futuro y decidió migrar hacia la tierra prometida. En 1893 se embarcó. Había iniciado un noviazgo con Manuela Carro Fernández, nacida el 16 de mayo 1886.

Domingo partió con la promesa de regresar en su búsqueda. Así fue que con su hermano Nicanor, Enrique Carro, primo de su prometida, y algunos amigos como Celestino Delanna, criado, llegaron a Carmen de Patagones.

Más adelante, los hermanos Nicanor y Domingo Fernández lograron adquirir cuantiosas tierras en el departamento de Picún Leufú: fundaron la estancia Cabo Alarcón, mismo nombre del fortín establecido en ese lugar; allí se dedicaron a la ganadería y cría de lanares y abastecían a la región de Neuquén. Su familia nos recuerda que don Domingo Fernández volvió a León a casarse con Manuela un 25 de julio de 1898. En España tuvieron a su primera hija, Catalina. Regresaron a Argentina, a su estancia: allí nacieron sus hijos Julio, Isolina, Domingo Isidro (Golo), Manuela (Ica) y Teodoro (Doro).

La gran cantidad de descendientes de esta familia se juntan anualmente en Allen para celebrar, recrear su historia y recordar viejos tiempos.

En 1910, los hermanos Nicanor y Domingo decidieron disolver la sociedad familiar dedicada a la ganadería. Nicanor se quedó con la propiedad de la Estancia Cabo Alarcón y Domingo, con el dinero que le correspondió de la venta de la estancia, se trasladó al Valle de Río Negro en un carro tirado por caballos. Demoraron casi 30 días en el recorrido.

Llegaron a Allen. Adquirió una chacra sobre la actual ruta 22 en la zona de Cte. Martín Guerrico: 50 hectáreas que dedicó a la producción vitivinícola. Fundó la bodega Ciudad de Astorga con sus vinos Dominguito. También abrió un almacén de ramos generales que se llamaba don Domingo. El almacén aún existe, se llamó El Pobre Onofre, nombre del inquilino, propiedad de los descendientes. Ese almacén, en 1920, había sido atacado por el famoso bandolero Bairoletto; mataron al almacenero y su hija. El arribo de los Fernández Carro a Allen fue en 1910, cinco años antes de que fuese fundado oficialmente el pueblo por Piñeiro Sorondo, que también se dedicaba a la vitivinicultura con su bodega Barón de Río Negro. En Allen nacieron sus otros hijos Alfredo, Haydee y Marcelino (Chicho). En 1917, doña Manuela debió ser trasladada a la ciudad de Bahía Blanca para tratar una cruel enfermedad, pero falleció a los 31 años. Sus hijos quedaron al cuidado de su esposo y su hija mayor Cata.

Esta familia está compuesta por fruticultores, enólogos, comerciantes, docentes, agrónomos, contadores, abogados y médicos. La relación con los descendientes de doña Manuela Carro y don Enrique Carro, exintendente de la ciudad de Neuquén, primo de ella, se mantiene viva. Abelli, Prezoli, Diez, Grieco, García, Aragón, Badariotti, Vázquez, Líseri y Kovalow son apellidos que se han agregado a la familia. La gran cantidad de descendientes de esta familia se juntan anualmente en Allen para celebrar, recrear su historia y recordar esos pretéritos tiempos en que llegaron sus abuelos y bisabuelos a contribuir al crecimiento de esta zona única, de la Norpatagonia, en la que dejaron su indeleble huella.

Beatriz Carolina Chávez

DNI 6.251.256

Neuquén


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