Feroz ofensiva guerrillera en Colombia

Al menos 53 personas murieron en los ataques.

Bogotá (EFE).- Al menos 53 policías, militares, guerrilleros y civiles murieron desde el sábado en Colombia en asaltos de las FARC y combates entre este grupo rebelde y el ELN con tropas militares, informaron ayer fuentes castrenses y gubernamentales.

Siete efectivos de la Policía Nacional además fueron secuestrados y otros cuatro desaparecidos en esta arremetida guerrillera, que tuvo especial intensidad en las poblaciones de Vigía del Fuerte y Bojayá, ambas en las riberas del río Atrato, en las selvas del noroeste del país.

La mayoría de las víctimas mortales formaban parte de la fuerza pública de estas dos localidades, en las que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) irrumpieron de forma simultánea el sábado por la noche.

Un total de 22 policías y seis civiles murieron en Vigía del Fuerte, población del departamento de Antioquia, informó a la prensa en Medellín el secretario de Gobierno de la región, Fernando Argiro Aristizábal.

Cuatro civiles también resultaron heridos en este poblado, habitado por pescadores y considerado como uno de los más pobres del país.

Entre los muertos están el alcalde local, Pastor Perea Santos, y una mujer y sus tres hijos, agregó el funcionario, quien denunció que los efectivos de la Policía fueron «masacrados, mutilados y rociados con gasolina».

«Fue un ataque demencial e infame», afirmó el comandante de las Fuerzas Militares, el general Fernando Tapias, quien criticó que los rebeldes hayan destruido una decena de viviendas aledañas a las instalaciones oficiales que arrasaron el cuartel policial, la Alcaldía, el templo católico y la oficina de telecomunicaciones.

Los frentes rebeldes

Las autoridades antioqueñas atribuyeron este ataque a los frentes 34 y 57 de las FARC, que de forma paralela asaltaron Bojayá, localidad del departamento del Chocó y separada de Vigía del Fuerte por el río Atrato, que desemboca en el golfo caribeño de Urabá.

Otros cuatro policías murieron, tres resultaron heridos, siete fueron secuestrados y cuatro desaparecieron durante la incursión rebelde en Bojayá, confirmó la dirección de la Policía Nacional.

La dimensión de los ataques rebeldes en el noroeste colombiano sólo pudo ser precisada ayer, doce horas después de la llegada de refuerzos militares y policiales.

Aristizábal dijo que dos helicópteros que transportaban tropas fueron alcanzados por impactos de los rebeldes, aunque no sufrieron daños de importancia.

Durante esta ofensiva, las FARC también mataron a dos policías de carreteras que mantenían un retén para controlar el tráfico en una vía del departamento del César, también ubicado en el noroeste colombiano.

Portavoces castrenses en Bogotá informaron de que tres efectivos de la Infantería de Marina y al menos seis guerrilleros del mismo grupo rebelde murieron ayer en combates en la región norteña de Sucre.

Otros cuatro rebeldes de las FARC fueron abatidos el sábado en Leyva, una localidad de Nariño, departamento en la frontera sur con Ecuador, precisaron las fuentes.

Tropas del Ejército también dieron muerte el sábado a seis guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) durante un combate cerca de Toledo, población de Norte de Santander, en la frontera nordeste con Venezuela.

Una región de armas, droga y barbarie

El director de la policía, general Rosso José Serrano, criticó los que denominó actos de «barbarie» de la guerrilla, al tiempo que cuestionó su voluntad de paz.

«Los guerrilleros están actuando con barbarie. No respetan ni a los niños. El país tiene que exigirle a la guerrilla un cese a la violencia y respeto a los derechos humanos», aseguró.

Vigía del Fuerte y Bellavista, son dos empobrecidos municipios ubicados en una zona selvática a orillas del río Atrato, con una población de 1.200 habitantes cada uno. Ambos viven de la pesca.

Sobre ese río los paramilitares acostumbran a ubicar retenes para impedir la movilización de la guerrilla.

El Atrato es una importante vía fluvial utilizada para el tráfico de armas y drogas, de acuerdo con fuentes del ejército que admitieron la posibilidad de que el ataque haya sido en represalia contra los paramilitares. Los paramilitares controlaban la parte alta del río Atrato, que desemboca en el mar Caribe, y que recibían pago de una empresa maderera para que les prestara seguridad y les permitiera sacar maderas tropicales para su comercialización.

Pese al proceso de paz de las FARC con el gobierno, que busca el fin de un conflicto que en la última década cobró la vida de 35.000 civiles, la guerrilla mantiene sus hostilidades y por ahora ha descartado la posibilidad de decretar un alto al fuego. (Reuters)


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