Francis Albert, periodista
“Se lo recuerda como el primer periodista neuquino -mejor dicho que actuó en el territorio nacional del Neuquén a fines del siglo XIX- secretario del entonces inicial gobernador Manuel J. Olascoaga y por algunos meses él también gobernador, aunque interino. Francis Albert no tuvo necesidad de mostrar linaje de su apellido para radicarse en Chos Malal durante la primera gobernación territorial neuquina acompañando al coronel geógrafo que sería su suegro. Se deduce de “The Historical Research Center” que “Albert fue uno de los más comunes nombres propios en el mundo germánico y lo portaron varios príncipes medievales, líderes militares y grandes eclesiásticos, de los cuales el más notable fue San Albert de Praga, un príncipe de Bohemia, que murió martirizado en su intento de convertir a los prusios al cristianismo (997); otro fue San Albert ‘el Magno’ (1193-1280), un teólogo y filósofo, quien fue tutor de Santo Tomás de Aquino”. También en España, Francia y Austria entremezclaron sangre sus antepasados con ese apellido y también el blasón de armas familiar tenía su interpretación: “En oro, un monte, de gules, sumado de un árbol, de simple. El color oro (amarillo) denota honor, poder, valor y nobleza: el gules, generosidad y magnanimidad”. Los blasones venían de su padre Luis, alemán, casado con la criolla Rosa Silvia Coquet, llegado a la Argentina en 1849, matrimonio de ocho hijos de los cuales Francis fue el segundo, nacido en 1861 en la porteña del río de la Plata. Hogar sin avatares económicos. Inclinación por la medicina y el derecho, pero problemas societarios del padre le hicieron tomar otro rumbo y el periodismo lo acogió como cronista policial en “La Prensa”. ¿Cómo conoció a Olascoaga, cómo se formó aquella amistad? Todavía no hemos podido llegar a ese interesante punto de estas dos figuras relevantes del Neuquén, pero Francis Albert por entonces con solamente veinticuatro años se largó a lo desconocido, a la Norpatagonia sobre la cual Olascoaga tenía buenos conocimientos porque la había recorrido y la estaba proyectando en letras, mapas y planos, algo de lirismo geográfico y topográfico, como fue la vida del militar secretario de Roca que no pudo llegar a general. ¿Pero habrá influido en Roca y Olascoaga aquella nota que Francis Albert escribió en 1886 en “La Prensa” con motivo del atentado al presidente expedicionario? Es una posibilidad más. Es sabido que Olascoaga llevó a Chos Malal una imprenta y por medio de la misma apareció en 1889 el semanario “La Estrella de Chos Malal”, cuyo número 4 del sábado 28 de diciembre de aquel año tuvo llamativa leyenda junto al título: “Destinado a promover los intereses de la localidad y a impulsar su progreso. Se publica por la imprenta Neuquén” y en el otro extremo “F. Vivaceta C. Director”, y del cual era redactor Francis Albert. Resultó que el nombrado director era un chileno llamado Francisco Vivaceta Cosio, según la opinión de un periodista e investigador neuquino expuesta en este diario en 1988. Al joven Francis Albert, además de ejercer el cargo de secretario de la gobernación territoriana, se le adjudicó participación efectiva en los escritos periodísticos de “La Estrella de Chos Malal”, que duraría poco tiempo. El doctor Gregorio Alvarez transcribió en su “Neuquén” (1988) lo dicho por su hija Rosa (Rosita) así: “El artículo de fondo de la primera edición de ‘La Estrella de Chos Malal’, primer diario del Neuquén fundado por iniciativa de su gobernador coronel Manuel José Olascoaga y que subsistió durante los dos períodos de su mandato, fue debido a su pluma; páginas creadas para hacer conocer la riqueza atesorada en ese suelo de la patria, la fertilidad de sus campos y el promisorio porvenir que permitía augurar su explotación”. Cuando el 6 de diciembre de 1893 apareció el también periódico “Neuquén”, dirigido por José Cámpora, estaría en sus páginas nuestro referente: “La preparación del primer editorial correspondió a Albert, maestro ya en asuntos del territorio y periodista de vocación que había hecho sus primeras armas en ‘La Prensa’ de Buenos Aires” y que según el mismo comentario “cuando llegaba a la imprenta a corregir pruebas, solía decir jovialmente: ‘Vengo a visitar el templo de Guternberg’”. La nota introductoria se tituló “Nuestros Propósitos”. Albert se iba afincando en el Neuquén. En la Guía Nacional de la República que editó Pablo Basch en 1897 aparecieron en Chos Malal “dos propietarios: Francis Albert y el coronel Manuel Olascoaga” (Pereira Lahitte, C.T. de, 1961). Y según Gregorio Alvarez (1988) “su afán colonizador lo llevó a formar el establecimiento Llamuco en Las Lajas, impulsándolo con verdadero sentido patriótico y social”, esto de acuerdo con información que le trasmitiera su hija Rosa. Y en este bucear investigativo encontramos algo llamativo: el conocido historiador salesiano Pascual Paesa en su “Patiru Domingo” (1964) al hablar de otorgamiento de terrenos en Neuquén por parte de la “Oficina Central de Tierras y Colonias” anota: “El 25 de febrero, (1886) a su vez, D. Luis Albert obtiene las consabidas 80.000 Has”. Tengamos en cuenta que Olascoaga llega a Chos Malal para fundar la capital en agosto de 1887. ¿Aquel Luis era el padre de Francis Albert y éste eligió Neuquén por aquella propiedad familiar o fue la de Las Lajas citada anteriormente? Todavía no lo sabemos. Luego de que Olascoaga dejara la gobernación neuquina, en noviembre de 1890, ocu- paron el cargo interinamente Felipe A. Currán, Pedro L. Giachino y Alejandro Hechui. Le tocó el turno a Francis Albert en abril de 1891 “comunicando que asume el mando por abandono de las autoridades dejadas en carácter interino, haciendo mención de la conducta observada por el capitán Heguy”, (Ríos, C. 1980). Albert también fue fiscal del Juzgado Letrado de Chos Malal. Como en aquellos años el libro del Registro Civil era llevado por la gobernación, las primeras actas de nacimiento en la comarca las anotó Albert y en 1895, con motivo del segundo censo nacional, ejerció como secretario de la comisión censal. Francis Albert -lo mismo que Olascoaga- no fue partidario del traslado de la capital territorial a la Confluencia. Se casó con Delfina Olascoaga -hija del coronel- el 30 de diciembre de 1903, siendo padrino Bernardo de Irigoyen, a su vez cuñado del primer gobernador neuquino, matrimonio del cual nacieron Francis, Delfina, Ruby, Raúl, Rosa y Nelly. Esta última, única sobreviviente, soltera y muy lúcida, nos está ayudando para la próxima nota sobre su padre. Diría: “dominaba bien inglés y francés” y que transitó otras publicaciones periodísticas, pero Chos Malal lo tuvo como destacado protagonista en las dos primeras del entonces territorio del Neuquén, hace más de cien años.
Bibliografía: Alvarez, G. Neuquén, 1988. Primer Congreso Area Araucana, 1963. Paesa, P. SDB. Patiru, 1964. Ríos, C.A. Gobernadores, 1980. Neuquenia, Nº 17. La Estrella de Chos Malal, Nº 4, 1889. ANH, Congreso Resistencia. Bandieri de Mena y Bonnahon de Agudo, 1981. The Historical Research Center, La Historia, 1994. Sistema Provincial de Archivos. Biblioteca Patagónica. Revista Hidronor, Nº 12. Archivo diario ‘Río Negro’ y otros.
“Se lo recuerda como el primer periodista neuquino -mejor dicho que actuó en el territorio nacional del Neuquén a fines del siglo XIX- secretario del entonces inicial gobernador Manuel J. Olascoaga y por algunos meses él también gobernador, aunque interino. Francis Albert no tuvo necesidad de mostrar linaje de su apellido para radicarse en Chos Malal durante la primera gobernación territorial neuquina acompañando al coronel geógrafo que sería su suegro. Se deduce de “The Historical Research Center” que “Albert fue uno de los más comunes nombres propios en el mundo germánico y lo portaron varios príncipes medievales, líderes militares y grandes eclesiásticos, de los cuales el más notable fue San Albert de Praga, un príncipe de Bohemia, que murió martirizado en su intento de convertir a los prusios al cristianismo (997); otro fue San Albert ‘el Magno’ (1193-1280), un teólogo y filósofo, quien fue tutor de Santo Tomás de Aquino”. También en España, Francia y Austria entremezclaron sangre sus antepasados con ese apellido y también el blasón de armas familiar tenía su interpretación: “En oro, un monte, de gules, sumado de un árbol, de simple. El color oro (amarillo) denota honor, poder, valor y nobleza: el gules, generosidad y magnanimidad”. Los blasones venían de su padre Luis, alemán, casado con la criolla Rosa Silvia Coquet, llegado a la Argentina en 1849, matrimonio de ocho hijos de los cuales Francis fue el segundo, nacido en 1861 en la porteña del río de la Plata. Hogar sin avatares económicos. Inclinación por la medicina y el derecho, pero problemas societarios del padre le hicieron tomar otro rumbo y el periodismo lo acogió como cronista policial en “La Prensa”. ¿Cómo conoció a Olascoaga, cómo se formó aquella amistad? Todavía no hemos podido llegar a ese interesante punto de estas dos figuras relevantes del Neuquén, pero Francis Albert por entonces con solamente veinticuatro años se largó a lo desconocido, a la Norpatagonia sobre la cual Olascoaga tenía buenos conocimientos porque la había recorrido y la estaba proyectando en letras, mapas y planos, algo de lirismo geográfico y topográfico, como fue la vida del militar secretario de Roca que no pudo llegar a general. ¿Pero habrá influido en Roca y Olascoaga aquella nota que Francis Albert escribió en 1886 en “La Prensa” con motivo del atentado al presidente expedicionario? Es una posibilidad más. Es sabido que Olascoaga llevó a Chos Malal una imprenta y por medio de la misma apareció en 1889 el semanario “La Estrella de Chos Malal”, cuyo número 4 del sábado 28 de diciembre de aquel año tuvo llamativa leyenda junto al título: “Destinado a promover los intereses de la localidad y a impulsar su progreso. Se publica por la imprenta Neuquén” y en el otro extremo “F. Vivaceta C. Director”, y del cual era redactor Francis Albert. Resultó que el nombrado director era un chileno llamado Francisco Vivaceta Cosio, según la opinión de un periodista e investigador neuquino expuesta en este diario en 1988. Al joven Francis Albert, además de ejercer el cargo de secretario de la gobernación territoriana, se le adjudicó participación efectiva en los escritos periodísticos de “La Estrella de Chos Malal”, que duraría poco tiempo. El doctor Gregorio Alvarez transcribió en su “Neuquén” (1988) lo dicho por su hija Rosa (Rosita) así: “El artículo de fondo de la primera edición de ‘La Estrella de Chos Malal’, primer diario del Neuquén fundado por iniciativa de su gobernador coronel Manuel José Olascoaga y que subsistió durante los dos períodos de su mandato, fue debido a su pluma; páginas creadas para hacer conocer la riqueza atesorada en ese suelo de la patria, la fertilidad de sus campos y el promisorio porvenir que permitía augurar su explotación”. Cuando el 6 de diciembre de 1893 apareció el también periódico “Neuquén”, dirigido por José Cámpora, estaría en sus páginas nuestro referente: “La preparación del primer editorial correspondió a Albert, maestro ya en asuntos del territorio y periodista de vocación que había hecho sus primeras armas en ‘La Prensa’ de Buenos Aires” y que según el mismo comentario “cuando llegaba a la imprenta a corregir pruebas, solía decir jovialmente: ‘Vengo a visitar el templo de Guternberg’”. La nota introductoria se tituló “Nuestros Propósitos”. Albert se iba afincando en el Neuquén. En la Guía Nacional de la República que editó Pablo Basch en 1897 aparecieron en Chos Malal “dos propietarios: Francis Albert y el coronel Manuel Olascoaga” (Pereira Lahitte, C.T. de, 1961). Y según Gregorio Alvarez (1988) “su afán colonizador lo llevó a formar el establecimiento Llamuco en Las Lajas, impulsándolo con verdadero sentido patriótico y social”, esto de acuerdo con información que le trasmitiera su hija Rosa. Y en este bucear investigativo encontramos algo llamativo: el conocido historiador salesiano Pascual Paesa en su “Patiru Domingo” (1964) al hablar de otorgamiento de terrenos en Neuquén por parte de la “Oficina Central de Tierras y Colonias” anota: “El 25 de febrero, (1886) a su vez, D. Luis Albert obtiene las consabidas 80.000 Has”. Tengamos en cuenta que Olascoaga llega a Chos Malal para fundar la capital en agosto de 1887. ¿Aquel Luis era el padre de Francis Albert y éste eligió Neuquén por aquella propiedad familiar o fue la de Las Lajas citada anteriormente? Todavía no lo sabemos. Luego de que Olascoaga dejara la gobernación neuquina, en noviembre de 1890, ocu- paron el cargo interinamente Felipe A. Currán, Pedro L. Giachino y Alejandro Hechui. Le tocó el turno a Francis Albert en abril de 1891 “comunicando que asume el mando por abandono de las autoridades dejadas en carácter interino, haciendo mención de la conducta observada por el capitán Heguy”, (Ríos, C. 1980). Albert también fue fiscal del Juzgado Letrado de Chos Malal. Como en aquellos años el libro del Registro Civil era llevado por la gobernación, las primeras actas de nacimiento en la comarca las anotó Albert y en 1895, con motivo del segundo censo nacional, ejerció como secretario de la comisión censal. Francis Albert -lo mismo que Olascoaga- no fue partidario del traslado de la capital territorial a la Confluencia. Se casó con Delfina Olascoaga -hija del coronel- el 30 de diciembre de 1903, siendo padrino Bernardo de Irigoyen, a su vez cuñado del primer gobernador neuquino, matrimonio del cual nacieron Francis, Delfina, Ruby, Raúl, Rosa y Nelly. Esta última, única sobreviviente, soltera y muy lúcida, nos está ayudando para la próxima nota sobre su padre. Diría: “dominaba bien inglés y francés” y que transitó otras publicaciones periodísticas, pero Chos Malal lo tuvo como destacado protagonista en las dos primeras del entonces territorio del Neuquén, hace más de cien años.
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