Futaleufú y Esquel: las calles que unen Neuquén con Río Negro son un caos

Son los ingresos al barrio Verde Limay y el balneario Valentina Sur y conectan con el paraje Las Perlas, del lado rionegrino. El tramo asfaltado está intransitable por los pozos. Las partes enripiadas son huellas plagadas de desniveles, piedras y tierra suelta.

Los ingresos al barrio Verde Limay y el balneario Valentina Sur se asemejan más a una huella de campo que a calles habilitadas para el tránsito.

Presentan un pésimo estado de mantenimiento y se trata de dos accesos estratégicos que, por añadidura, en esta época del año reciben un flujo extra de vehículos que van al balneario.

Una es la calle Esquel, que cruza la zona de chacras con sentido este-oeste desde el barrio Valentina Sur. La otra es Futaleufú, que nace en la Ruta 22 y directamente conduce a la costa del río Limay.

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Ambos caminos proponen sobrados argumentos para no transitarlos, pero no hay otra opción porque son los únicos.

Esquel tiene piedras sueltas que al paso de los vehículos saltan por doquier y generan espesas nubes de tierra que impiden la visión a pocos metros.

Y la Futalufú parece un campo minado: pozos de 60 centímetros de ancho y 20 de profundidad, obligan a reducir la velocidad a paso de hombre.

Pero a veces esto no sucede y al ser una calle de tres kilómetros sin vereda es un peligro para la gente que camina por allí.

No sólo es ese problema. Antes de llegar a la rotonda frente al ingreso del barrio y el balneario hay una casa precaria de chapas, cartones y maderas, que es constantemente “bombardeada” por las piedras que saltan de las ruedas de los vehículos.

El dueño de la vivienda, Leonardo Miranda, dijo: “Antes tenía una ventana en ese lado de la casa y la tuve que sacar porque constantemente me la rompían con las piedras que saltan de la calle”.

A pesar del gran flujo de autos que recorren ese lugar a diario, no sólo por los vecinos de los barrios aledaños, sino por los miles de bañistas que eligen ese balneario, las calles están sin señalizar.

Apenas tres conos enterrados intentan separar dos carriles, de los cinco tramos que se encuentran en esa rotonda.

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Las banquinas son simples montículos de tierra y piedra prensados en el borde de las calles. Las veredas no existen y la línea 102 de la empresa Autobuses Santa Fe deja los pasajeros a suerte o verdad.

Les quedan dos opciones, ambas peligrosas: una es correr para intentar cruzar la calle y rogar no quedar atrapado entre las piedras, o cruzar por debajo del puente Balsas Las Perlas, al borde del agua. Durante la temporada alta de verano el balneario Valentina es muy recurrido.

“Los fines de semana que viene mucha gente se arma un lío de autos importante, ya hemos visto muchos choques y el problema es que nada está señalizado”, expresó Miranda.

En el sector hay piedras filosas “han pasado motos y autos que por las puntas de las piedras han reventado las cubiertas”, añadió.

La cantidad de servicios que ofrece el balneario Valentina Sur queda opacada por la innumerable cantidad de inconvenientes que presentan los ingresos.

Obstáculos que al mismo tiempo generan malestar a los vecinos que intentan ingresar al barrio Las Perlas.

Entre los piedrazos y la amenaza de desalojo

“Tengo que caminar 500 metros hasta la parada del colectivo y es muy peligroso. Los autos, por esquivar pozos, te pasan muy cerca”.

María Osorio, una vecina que vive en calle Futaleufú, del barrio Verde Limay.

kilómetros tiene la calle Futaleufú, desde la Ruta 22 al puente de ingreso al paraje Las Perlas y

el balneario Valentina, sobre el río Limay.

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Datos

Un principal espectador del caos que se genera en los accesos al balneario Valentina Sur y el barrio Las Perlas no sólo vive en el epicentro de la tormenta, sino que convive con temor a que junto a su familia sean desalojados.
Leonardo Miranda hace 12 años que tiene una gomería en ese sector y hace 10 que vive con su familia, en una casa armada con chapas y maderas. Cuando llegó a ese lugar no había nada más que una laguna, pero ahora el Municipio le advirtió que tiene que retirarse del lugar porque en ese predio tienen planes para la construcción de un estacionamiento.
“No somos una familia conflictiva, no molestamos a nadie, laburamos todo el día y me quieren sacar por intereses privados”, detalló.
Añadió: “Sé que el lugar no es mío. Pero tengo cinco hijos, más mi señora y yo somos siete, a la calle no me voy a ir”.
“Tengo que caminar 500 metros hasta la parada del colectivo y es muy peligroso. Los autos, por esquivar pozos, te pasan muy cerca”.

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