Gabino Tapia, trazos para un retrato
No es inusual mantener una charla con Gabino Tapia, y resulta provechosa en cada ocasión. El dibujante continúa con su tarea creativa y editará en España.
Aunque su contextura física no lo evidencie, la fortaleza que identifica a Gabino Tapia asoma apenas iniciado un diálogo durante una charla café por medio en una esquina cualquiera. O al observar su obra, trazos que trascienden el dibujo en mensaje. Aunque diga: “me despojo de todo, yo paré” y sus palabras manifiesten decepción ante actitudes con las que no acuerda, y sin embargo respeta.
Consecuente con lo que expresara durante un encuentro similar hace veinte años -“la dureza de una situación no depende de la edad que tengas o del tiempo que haga que estás trabajando o que no te pagan, sino de lo que tu espíritu determine que para vos es una tragedia en ese momento”-, resta importancia a aquel episodio que afectara transitoriamente su salud el año pasado.
“Es algo que me pasa desde los 18 años, nada comprometedor. Salvo la necesidad que tenían algunos individuos; alguien abrió, como se hace ahora, un Facebook y me dieron por muerto. No me acuerdo de haber estado en una cama más de veinticuatro horas. Pero salimos en los diarios, señor importante a punto de fallecer. Nada de eso. Con todo cariño, no tiene goyete preguntar sobre eso”. Hace 45 años “que vivo en Bariloche y cada vez que un infeliz necesita salir en un diario se manda un acercamiento con alguien. En todos estos años nunca conseguí laburo, cuando me hicieron dos o tres propuestas para darme trabajo era ad honórem. Esto es lo más importante que conocí de Bariloche”.
Dibujante del alma social. “De eso se trata, de hablar de lo que no se ve. Pero generalmente no se hace, porque si hay algo que no me gusta es adaptarme a la circunstancia opinativa de una sociedad y menos de una sociedad como la nuestra, de San Carlos de Bariloche, con todo respeto”. La violencia reflejada con lujo de detalles en los medios, “esas boludeces de tipo psicótico, no me gustan. Y como si no te gustan esas cosas te dicen: mudate, estoy haciendo los trámites. Y como no me mudé geográficamente, lo hice con el cerebro. Me fui de Bariloche, no vivo más acá”.
Posiblemente “esos accidentes cerebro vasculares sean un síntoma” del razonamiento intelectual y “haya nacido para ser viejo cabrón desde chiquito. Una cuestión de carácter o de psicología, da más para que lo entienda un profesional”.
No son etapas vitales, desestima, “porque soy igual de mal hablado desde que me parieron, y llegando a los 73 sigo haciendo pendejadas que hacía a los 8 años. Me he sentido más solo que otra cosa toda la puta vida, síntoma de que he nacido lo suficientemente autista o inmaduro como otro que por ahí está internado. A mí no me internaron a la edad que correspondía en el nosocomio adecuado, siempre he podido estar suelto. Pero hay un niño, siempre lo hubo, que pensaba como un adulto, que decía cosas de viejo, desubicado con los años.
“Empiezo a cumplir 11 y por primera vez veo y digo las cosas, con el color que se le agrega de seriedad o buena educación. No estoy solo ni desamparado, mantengo el concepto de familia con la gente de buena onda, que anda con una sonrisa o le gusta que la hagas reír. Esa es mi familia, la gente querible. En un gran circo con cientos de miles de habitantes en la esfera sobre la que vivimos, tenemos piernas y la orden fue caminar. Aunque el físico vaya para atrás y ya no camines cuando querés, sino cuando podés”, analiza.

Manteniendo una temática y agregando páginas “según lo aburrido que esté”, Gabino Tapia anticipa que “De líneas…” no va a contener “nada referido a la historia de Bariloche, ni a la Patagonia, ni a la República Argentina”. Tampoco acudirá a sus característicos personajes, “ese motivo se cortó porque nunca sirvió para nada ni le dieron utilidad, lo usaron para mostrar lo mal que vivía la gente en un barrio. Y es sabido hace trescientos años que la gente se caga de hambre en el alto y más abajo. Como hablaba de la gente del alto no gustaba. Vinieron a descubrir que pasaba hambre”.
Mientras tanto “pedimos prestado un colegio o un centro cultural del pueblo en el país que sea y podemos llegar a decir todas las pelotudeces que 45 personas tengan ganas de escuchar porque lo indicaba el sistema socio activo.”
“Digamos que para darle de comer a la huevada que somos como seres humanos. Cuando descubrí eso empecé a dibujar menos, a escribir menos y adecué las dos cosas a la idea de que si alguno encuentra lo que hice, se lo lleve. O se lo regalo al que cruce primero antes del derrame cerebral o el ataque cardíaco” .
Perfil
Nació el 14 de febrero de 1944 en Baradero (Buenos Aires).
En 1963 ingresó a la Academia Maestros Egresados de Bellas Artes (Meba).
Participó en la construcción de la ruta 5, entre Luján y Mercedes, como empleado de una empresa vial en 1970.
Ilustró para la Organización de los Estados Americanos (OEA), enciclopedias y prensa.
En 1987 fundó en la Biblioteca del Congreso de la Nación, el Taller de Plástica.
Se radicó en Bariloche en 1982, aunque luego se fue de la ciudad lacustre a la que regresó en 1991.
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