Günter Grass enciende la mecha otra vez

Lo acusan de “agresivo” y de “irresponsable”.

“Lo admito: no sigo callando porque estoy harto de la hipocresía de Occidente”, dijo el Premio Nobel de Literatura.

La herida sigue abierta y Günter Grass la revolvió con su pluma. Al publicar ayer un poema contra la política israelí, el premio Nobel de Literatura volvió encender la polémica por su pasado nazi. Pero también desnudó los estigmas que sigue afrontando Alemania por el Holocausto.

“Israel, potencia nuclear, pone en peligro una paz mundial ya de por sí quebradiza”, lanza Grass en un poema titulado “Lo que hay que decir” (ver aparte) y publicado simultáneamente en varios diarios del mundo.

El novelista de 84 años denuncia “el creciente poder nuclear” israelí, que ve “fuera de control, ya que es inaccesible a toda inspección”, y arremete contra “el supuesto derecho a un ataque preventivo” que podría “exterminar al pueblo iraní”.

Grass también critica que Alemania esté por entregar a Israel un submarino nuclear “cuya especialidad es dirigir ojivas aniquiladoras” a Irán, “donde no se ha probado la existencia de una sola bomba”.

El poema, publicado entre otros por el diario alemán “Süddeutsche Zeitung”, el estadounidense “The New York Times” y el español “El País”, reabrió el debate sobre el polémico pasado de Grass, que en 2006 reconoció haber sido miembro de las Waffen-SS, las fuerzas de élite del régimen nazi, cuando tenía 17 años.

Políticos y comentaristas desde dentro y fuera de Alemania criticaron sobre todo que el autor equiparara a Israel e Irán en su poema. Así, la embajada israelí en Berlín inscribió el texto en la “tradición” del antisemitismo europeo y señaló que “Israel es el único país del mundo cuyo derecho a existir se pone públicamente en duda”.

El diario alemán “Die Welt” publicó en portada una foto de Grass con el titular “El eterno antisemita”. El autor de “El tambor de hojalata” es “un prototipo del antisemita formado”, señala un artículo. “Grass siempre tendió a la megalomanía, pero ahora se ha vuelto totalmente estúpido”.

También el diario “Frankfurter Rundschau” acusó al intelectual de no haber mencionado en su poema “la amenaza que representan para Israel los misiles iraníes”, mientras que el Consejo Central de los Judíos en Alemania acusó a Grass de “irresponsable” y consideró el poema “un panfleto de agitación agresivo”.

Curiosamente, el propio escritor parece haber contado con esa reacción. En el poema advierte que, si no ha hablado hasta ahora, fue por temor al “castigo” de ser llamado antisemita.

“Creía que mi origen, marcado por un estigma imborrable, me prohibía atribuir ese hecho (una posible agresión a Irán), como evidente, al país de Israel, al que estoy unido y quiero seguir estándolo”.

El poema de Grass parece así una rebelión no sólo contra la situación en Cercano Oriente, sino también contra el tabú que representa en Alemania cualquier crítica a Israel desde el horror del Holocausto organizado por el régimen nazi.

“Lo que Grass está poniendo en cuestión en su poema son los fundamentos de la política alemana y, por extensión, occidental, hacia Oriente Próximo”, analiza el diario “El País” en un artículo que acompaña el poema.

“Para decir esto, un alemán como Grass no podía escribir un artículo, sino que tenía que disfrazarlo de poema”.

La obsesión por romper el silencio es parte ineludible de la obra de Grass, que en su día celebró la polémica por su pasado en las Waffen-SS destacando que hubiera servido para “soltar la boca”.

En su nuevo texto se reprocha ahora haber callado “durante tanto tiempo” hasta llegar a la catarsis final: “Lo admito: no sigo callando porque estoy harto de la hipocresía de Occidente”.

Grass termina proponiendo que una “instancia internacional” controle de forma “permanente y sin trabas” tanto el potencial nuclear israelí como las instalaciones atómicas iraníes, antes de concluir con otra llamada a romper tabúes: “Hay que decir lo que mañana podría ser demasiado tarde”. (DPA)


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