Gustavo Santaolalla reactualiza “GAS”

Un álbum que el ganador del Oscar considera “casi fotográfico” volvió remasterizado a varias plataformas digitales.

El multipremiado músico y productor Gustavo Santaolalla remasterizó y publicó las 13 canciones que integran “GAS”, segundo trabajo discográfico que editó en solitario en 1995 y con el que acompañó el desarrollo de la experimentación sonora de una década atravesada por el auge del grunge, catalizado por bandas como Alice in Chains, Nirvana, Soundgarden y Pearl Jam.

“Es un álbum casi fotográfico y una ventana para asomarse a canciones que no pude mostrar. Algunas cosas que me ocurrieron en la última década me hicieron replantear esta situación y por eso salí a tocar en vivo temas míos”, reflexiona Santaolalla en una entrevista con Télam.

Acrónimo de Gustavo Alfredo Santaolalla, “GAS” está disponible de manera gratuita en varias plataformas digitales (https://ditto.fm/santaolallagas) y aparece 13 años después de “Santaolalla” (1982), álbum debut como solista que fijó su acercamiento al punk y new wave de los ochenta.

El artista, que actualmente cumple la cuarentena en su casa de Los Ángeles, decidió traer “GAS” al sonido del siglo XXI y, con ello, también fueron revalidadas sus letras, como “Los tiempos no están cambiando”; “Un color”, sobre el cambio climático; o las reflexivas “Boomerang” o “Un cuerpo extraño”, que suenan contemporáneas incluso 25 años después de su lanzamiento.

“Hice el álbum de manera independiente y por eso es que hoy decidí remasterizarlo para traerlo al sonido actual. Es un trabajo que quiero mucho y tiene canciones para mí muy importantes”, manifiesta el productor sobre el disco.

Galardonado con dos estatuillas Oscar en la terna Mejor banda sonora por “Secreto en la montaña”, de Ang Lee, y “Babel”, de Alejandro González Iñárritu, el músico, que mantiene activo el grupo de tango electrónico Bajofondo y compone la música del videojuego “The Last of Us”, recuerda el momento en que decidió darle vida a “GAS”.

“En aquella época ya tenía el sello discográfico Surco, y nos iba muy bien. Sabía que mis ocupaciones con las producciones y relaciones con artistas me iban a impedir promocionar y armar una banda para tocar el álbum. Igual lo conservé”, cuenta el músico, dueño además de los álbumes instrumentales “Ronroco” y “Camino”.

P- ¿Qué lo llevó a componer “Los tiempos no están cambiando” hace 25 años? ¿Se puede hacer una relectura de la letra?

R- La escribí después de la Guerra del Golfo a modo de comentario de “The Times They Are a Changin”, que Bob Dylan escribió en los 60 y en la que hacía referencia al advenimiento del hippismo y de las filosofías orientales, de la experimentación con sustancias que alteraban el estado de conciencia, de la coexistencia de figuras como The Beatles o el Che Guevara. Los tiempos estaban cambiando. “Los tiempos no están cambiando” es sobre la guerra, los intereses del hombre, el petróleo. Y hoy, cuando vemos cómo el mundo se dividió y cómo el poder se concentró en una minoría, en la que mantiene el control de todos… Muchas de las frases de la canción eran adecuadas en aquel momento y lo son ahora, pero tengo la esperanza de que no sea una canción que todo el tiempo se pueda aplicar a la realidad.

P- Respecto del sonido de “GAS”, ¿qué hay del grunge en Latinoamérica?

R- El grunge fue algo de un momento, no tuvo fuerza como el punk o en new wave, que fueron replanteos de un rock que pasó por el ritmo del sur de los Estados Unidos y la coalición de lo country y la cultura negra, por connotaciones tribales y sensuales que adoptaron los adolescentes en reuniones hasta que a mediados del 70, cuando fueron descubiertos por el sistema como nuevo mercado y el rock absorbido por el comercio y la música “woodstockiana” con la intención de cambiar al mundo. No tenía nada que ver con el rock en Argentina, donde te llevaban preso por tener el pelo largo, una guitarra eléctrica y tocar rock; ahí surge el punk y permite que cualquiera toque rock en tres acordes. Eso es algo que el grunge no tuvo, estilísticamente conectaba con el rock pesado y bandas como Zeppelin, pero fue más que nada una moda de un momento.

P- Dentro de ese análisis, usted es protagonista como generador de un movimiento que dio entidad al rock latinoamericano, ¿cómo fue el proceso?

R- Siempre estuve muy ocupado con el tema de la identidad, tratar de expresar en lo que hago, quién soy y de dónde vengo. Me interesé siempre en la idea de fusionar el rock con el folclore latinoamericano porque sabía que podíamos traer a la mesa global del rock algo nuestro. Si bien uno creció escuchando los discos que venían de Inglaterra y Estados Unidos, y admiro la forma en que se producían, como artista y como productor supe que teníamos el mismo voltaje artístico y nada que envidiar. La música alternativa se nutre de contexto, y si hay algo que tenemos en Latinoamérica es conte e imxto, esa es la visión del rock latinoamericano y en nuestro idioma, más allá del rock argentino. Haber estado en Los Ángeles me ayudó mucho con esa visión. Cuando los grupos hacen giras de un disco, como por ejemplo Molotov con “¿Dónde jugarán las niñas” o Café Tacvba con “Re”, hay una validación del trabajo y me siento orgulloso de haber sido parte de la creación de esa movida.

De Arco Iris al Oscar

La trayectoria de Gustavo Santaolalla comenzó a escribirse varios años antes de que se presentara como solista: fue en 1968, a los 16 años, cuando fundó Arco Iris y marcó el pulso del rock local, una escena iniciada por Los Gatos el año anterior, y que compartía también con Almendra, Vox Dei y Manal.

Cartógrafo del rock latinoamericano, Santaolalla supo combinar lo rebelde y lo popular e imprimirlo en cada uno de los discos que produjo en la región y que tuvo a grandes como Divididos, Juana Molina, León Gieco, Café Tacvba y Molotov.

“Siempre busco un desafío artístico que esté en el borde de lo no convencional, incluso los filmes con los que me premiaron no responden a cánones establecidos”, relaciona el compositor, que acaba de crear la música para el próximo filme de Steven Spielberg.

Florencia Fazio

Télam


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