Gustavo “Tuti” Azar, un artista embriagado de teatro

Actor, director, docente, el quehacer teatral hace años es uno de los ejes de su vida. Con sus propuestas recorrió las provincias de Río Negro y Neuquén y conoce los altos y bajos de la actividad artística de la zona.

P- ¿Quién es Gustavo “Tuti” Azar?

R- Soy un actor, un teatrero, hago todos los oficios relacionados con el teatro: docente, director, actor, formador.

P- ¿Cómo llegó el teatro a tu vida?

R- Siempre cuando uno habla de la vocación propia se acerca a un misterio. No hay recetas ni reglas. En mi caso probablemente haya sido una de tantas casualidades. Inmersos en la post dictadura, en plena vuelta a la democracia, todo eso hizo que me asome al universo del teatro, y me quede para siempre. Podría no haber pasado, y yo habría sido otra persona. Es como un llamado, uno siente que ese es el lugar adonde vas a ser feliz, y propio de uno. Lo único que tiene q decir uno es si.

P- ¿Cuándo fue que dijiste “por acá va la cosa”?

R- En 1983, fin de la dictadura, yo venía asomándome en forma intuitiva a todo lo que tiene que ver con lo escénico, pero fue en ese momento histórico particular, de apertura y de necesidad de hacer cosas que habían estado prohibidas, y yo me metí en el primer taller de teatro que encontré en un papelito en la municipalidad de Mendoza, mientras estudiaba ingeniería. Dejé en sexto. Te enamorás, como suele pasar a la gente que conoce el teatro. Conocés un universo increíble, maravilloso, de mucha alegría, y no querés salir. De ahí vas a otra cosa, buscas otro lugar conocés otra gente, te vas metiendo. Yo tuve mucha suerte la verdad.

Algo que me parece que hice es trasmitir el amor por el teatro de mucha gente»

Gustavo Azar

P- ¿Cuál fue tu primer obra?

R- La primera actuación fue una obra muy conocida: “Juan Moreira”. Entré como un figurante, en la comedia provincial de Mendoza. Esa fue la primera, lo que me marcó fue el trabajo con Ernesto Suárez, que fue mi gran maestro en Mendoza, en el teatro popular y de compromiso social. Hicimos de todo. Desde 1983 a 1989, cuando dejé Mendoza gracias a hiperinflación. Era un grupo emblemático que se llama El Taller. Fue como una embriaguez de teatro. Como oficio, no como una activad recreativa de un día a la semana, sino de hacer teatro en serio. La mayor cantidad de horas posible.

P- Algún anécdota

R- Muchas con el grupo de actores que hacemos “Un simio oscuro”, y que ya cumplió 15 años en la que los tres actores (Javier Santanera y Dardo Sánchez) tomamos vino brindando. Son 3 folcloristas y hay muchas anécdotas. Nos tocó actuar en lugares tan inverosímiles que a veces estábamos apretados en un cuartucho, llenos de mugre, nos mirábamos y nos preguntamos: “¿qué hacemos acá, quién nos mandó a hacer teatro”. Son situaciones tragicómicas, en las que uno se pregunta “¿cuándo me perdí?. Estábamos en El Chocón, al lado de los dinosaurios, en un cuartito, en el museo. Habían venido seis personas para ver la obra y nos dijimos “¿qué estamos haciendo?”. Forma parte del trabajo, el humor es lo que te permite seguir adelante en medio de un páramo que tiene que ver con la actividad cultural en nuestra región. Ahí es cuando vienen las preguntas existenciales.

P- ¿Qué te define como actor?

R- Pienso que el empecinamiento, el trabajo, la decisión diaria de seguir adelante. Yo entiendo que este trabajo, como cualquier otro, requiere de una cantidad de horas que hay que dedicarle. Nadie trabaja cuatro horas por semana para vivir de eso. Ninguna gente, honesta al menos, va a vivir así. Entendí que hay que dedicarle, hacer de todo, una cantidad de horas que te permita dedicarte. Esa tozudez, ese empecinamiento, de hacer a pesar de todo. Algo que me parece que hice es trasmitir el amor por el teatro de mucha gente. Ya hace 24 años soy profesor en el IUPA, casi todos los actores han pasado por mi, infinidad de talleres y elencos, porque hace feliz a la gente, no cambia al mundo pero te cambia a vos, que ya es bastante.

Las circunstancias te obligan a generar condiciones de producción, porque las restricciones te limitan».

Gustavo Azar

P- ¿Qué le falta al escenario regional?

R- Falta espacios en Neuquén, hay pocos espacios culturales, no hay espacios siquiera oficiales. No conozco ninguna provincia que no tenga teatro municipal, encima con la propaganda, es algo negativo, juega en contra de la actividad. En contraste, todos los teatreros de la región, trabajan, producen, estrenan y nos fortalecen a pesar de esta dificultad. Ahora presentamos teatro de living, con elenco itinerante, un anfitrión invita a la obra a sus casas. Las circunstancias te obligan a generar condiciones de producción, porque las restricciones te limitan. Yo no las prefiero, una provincia seria tendría que tener espacios, no los eximo para nada.

P- Entonces ¿que es lo que hay en cantidad?

R- La región tiene historia y mucha riqueza, tanto Río Negro como Neuquén. Hay muchos centros de producción, y en Río Negro está muy disperso geográficamente. En cambio en Neuquén está todo concentrado en la Confluencia. Hay mucho talento y capacidad de trabajo. No hay nada que criticar ahí.

P- ¿Cómo vivís estos tiempos?

R- Yo me siento un afortunado, quisiera que todos pudieran trabajar de lo que les gusta, y dedicarse a lo que aman, poder vivir de ello, ser felices con lo que hacen. Me siento privilegiado, pero eso no quiere decir que las cosas no cuesten, o que sea fácil trabajar de lo que uno ama y dedicarse a ello.


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