Hablando de Bach y de la vida misma
La prestigiosa artista Mónica Cosachov dio una charla íntima y conmovedora acerca de Bach en el marco de la Semana Musical Llao Llao. También interpretó las “Variaciones Goldberg”, y reflexionó acerca del sentido de la música y las nuevas formas de enseñaza.
Claudio Andrade candrade@rionegro.com.ar
SAN CARLOS DE BARILOCHE. Hace unos minutos Mónica Cosachov detenía el tiempo con sus manos y su figura se expandía como una fuerza venida de otro universo. Ahora, ya abajo, recupera su tamaño natural y pasa caminando apurada con los ojos enrojecidos, cubiertos de lágrimas, mientras el público la aplaude de pie. Mónica quiere y no puede contener su emoción. Una emoción que remite a su trayectoria, a su presente poblado de acciones como ésta de la que somos testigos y a un futuro donde abundan los proyectos. Acaba de dar una clase magistral sobre Bach pero que terminó siendo acerca de la vida misma. Ejecutó distintas piezas del compositor alemán, incluidas algunas que probablemente jamás fueron mostradas en público, así como las muy famosas “Variaciones Goldberg”. “Las caras de Bach”, tal cual figuraba en el programa de la Semana Musical Llao Llao, no fue estrictamente un recital ni tampoco una charla demasiado formal, fue más bien una conversación con el piano como prolongación del cuerpo y de la mente de esta respetada artista. “Hay demasiado ego en esta época”, arrancó diciendo Cosachov. Esta idea vino a cuento del predominio de la técnica que hoy en día es una de las herramientas que señalan el camino a la celebridad. Pero el arte es algo más que dedos ágiles y movimientos felinos sobre el instrumento. “La música no está exactamente en los sonidos sino entre los sonidos, en el espacio entre unos y otros, es decir, en su interrelación, con lo cual se van construyendo formas”, explicó Cosachov. Ya veremos que en música dos más dos no son ni remotamente cuatro. Mónica habla de la expresividad que reposa sobre cifras que a veces apuntan y a veces callan. Contaba Chet Baker que, para él, una de las claves de su ejecución no era tocar la nota plena sino apenas por debajo. En otras palabras, la nota está impresa en la partitura pero el espíritu es invisible a los ojos. El ego nubla la capacidad de interpretar las delicadas manifestaciones del alma de una obra. “El sonido, el espacio. No hay una negra que valga dos. Lamentablemente predomina la teoría del código”, aclara. “Una de las misiones de la música es transformar a los seres humanos en mejores personas. En serio que creo eso”, explicó Cosachov, para luego tocar Bach y mudar la sala en un territorio sagrado. “Todo esto, en el fondo, trata de lo que se abre y de lo que se cierra. Como en la vida. Como en Bach. Porque todo lo que Bach escribió tenía forma. Insistencia no repetición porque nada se puede repetir ya que el tiempo pasa. Nadie se baña dos veces en el mismo río”, reflexiona Cosachov. Forma, sentido, sentimiento. Dibujo e interpretación. Con su relato, Cosachov, cuestiona las bases mismas de la educación más tradicional. La soberanía del código antepuesta a la posibilidad expresiva. “Si uno realmente se ocupa de lo expresivo, lo técnico surge, no puede ir separado. Cuando la música nos llega, nos toca, es porque el músico está usando el espacio. Aprender esto es muchísimo más fácil que lo que se ha enseñado hasta ahora. Yo lo llamo patrón natural, lo más sencillo del mundo”, asegura la artista. Bach no quería que su música cayera en manos de un androide. Sus partituras no deben entenderse como un lenguaje inflexible. De hecho Cosachov aclara: “Bach hacía todo para Dios, imagínense el valor de sus deseos”. Pero ¿hablamos de Bach? ¿Hablamos sólo y exclusivamente de Bach? ¿O es que la música se entrelaza de un modo tan férreo a la vida diaria que es imposible pronunciarla sin que se cuele por nuestras ropas? Cosachov cuenta, como sello, como coronación, que quiere impulsar una Camerata Bariloche, el grupo que ella misma ayudó a fundar, pero con una nueva generación de músicos. Chicos que tengan dentro de sí la llama sagrada. Entonces llegan las “Variaciones Goldberg”. Cosachov se conecta al piano con suave naturalidad y Bach reencarna en el aire. Habla a través y con la artista. Cientos de años después, el coordinador y creador del evento Martin Nijensohn tomará la mano de Mónica y dirá que esta invitación es un homenaje a su obra y a sus sueños. El aplauso de pie cierra la presentación. Y esta mujer pequeña y poderosa, con la humildad de un poeta extra planetario, se pierde hacia algún sitio, llorando.
Claudio Andrade candrade@rionegro.com.ar
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