Hace años
¡Me quiero ir con mi mamá! No se trata de una regresión, sino una expresión sobre la situación actual y de siempre. Se simboliza al caracol, además de por lo arrastrado y baboso, por lo rebuscado y entreverado. Es que no se puede creer que se hagan leyes que se “patean” con otras. Solo analicemos un folleto de la AFIP sobre el plan de regularización que finalizó el 31 de agosto de 1990 -ha habido muchísimos más-. Allí se explica sintéticamente las tres aéreas que se pudieron “arreglar” por “errores u omisiones”. Pero vayamos a la que nos interesa: los jubilados. Se mencionaba como “regularización laboral”, ¿quiénes eran los que habían determinado dar beneficios a los que evadieron la ley? Estaban “reventando” a la Anses y discriminando a los trabajadores. Veamos: “Quedan liberados de las obligaciones correspondientes (aportes, contribuciones) de los primeros 10 empleados que declaren”.
Los empleados “pueden computar hasta 5 años de aportes jubilatorios”.
Por cada nuevo empleado, y los regularizados, el patrón logra “una reducción en la contribuciones patronales del 50% en los primeros 12 meses y del 25% en los 12 siguientes”.
¿Y los que trabajaron y no pudieron justificar los años? No les daban facilidades ni les otorgaban eximición. Pero todo son “ventajitas” que salían de los fondos de los jubilados, que cumplieron con la ley en su momento. ¿Para qué pagar si en unos años aparecía una moratoria/regularización, o como se llame, y la deuda prescribía? Son unos chantas y ladrones. Se terminó por refundir a la Anses. Hasta el 16/7/90 iban 200.000 regularizaciones. ¿Quién pagó? Los tontos que pagamos en su oportunidad.
Así se ha hecho, cientos de veces. No han usado fondos de otros impuestos para cubrir esas “ventajitas”. Y como siempre se han usado los dineros de los cumplidores para cubrir a los que no han cumplido ¿con quien? ¡La ley!
Ana S. Carrasco
DNI 5.758.275
MENDOZA
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