Hijos, códigos y arrepentimiento

Mientras estuvo prófuga se hizo llamar Estela y hoy, detenida en la cárcel de mujeres, asegura que está arrepentida y lamenta “el hostigamiento que sufren” sus hijos mayores, que viven en Cipolletti y se dedican a la compraventa de vehículos usados. Ellos estuvieron presos, pero jamás se les pudo probar vinculación con el narcotráfico. “A mis hijos los persigue la policía. Hay 20 ventas de autos en Cipolletti: ¿Por qué a ellos? Porque creen que andan en la droga, pero que le caigan cuando quieran, a la hora que quieran. Me duele que los busquen porque son hijos míos. -¿Mientras era narco, era madre? -Todo, con mis hijos siempre. ¡Lo que me estoy perdiendo por no haber cortado antes, por no haber cambiado de vida! Me podría haber puesto un negocio, otra cosa… De esto salís cuando vos querés. Es mentira que te aprietan para que sigas, uno lo maneja.. Si quedan deudas, pagás. Y si no querés vender más, no lo hacés. Ruth deja escapar una tenue sonrisa. Intenta convencer. Muchas son las historias que se tejen de traiciones y ajustes de cuentas. Por eso, suena inverosímil pensar que de buenas a primeras un narco puede intentar otra vida, lejos del hampa. -¿Tenían mucha competencia? -Hay bandas vendiendo. Había un par al nivel nuestro y siguen trabajando. A muchos les ha ido muy bien, tienen mansiones y viven bárbaro. Bien por ellos. En este ‘palo’ no podés envidiar. El sol sale para todos y después te llega la hora… -¿Su lugar lo disputa alguien? – El que cayó hace poco, que salió en el diario, era uno de ellos (lo atraparon el 1 de noviembre en Cipolletti). -¿Afuera quedaron deudas? -Existen códigos, y cuando vos caés en cana, si hay deudas hay un respeto. Si perdiste (ser detenido) no hay deudas. Por eso tenés que saber con qué gente trabajaste…


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