Hillary y el voto femenino

Por primera vez, una mujer tiene la visibilidad, la reputación y el efectivo necesarios como para aspirar seriamente a la presidencia de los Estados Unidos. Y el voto femenino podría marcar la diferencia y dar la victoria a Hillary Rodham Clinton en las elecciones del 2008.

La ex primera dama, sin embargo, no puede dar por asegurado ese voto, ya que enfrenta el dilema de toda mujer que se lanza a la política: las votantes femeninas les exigen mucho a las candidatas de su mismo género y no siempre votan por ellas. Ello se debe en parte a que esperan que la primera mujer presidenta sea una versión mejorada de ellas mismas, según Marie Wilson, presidenta del Proyecto Casa Blanca (White House Project), una agrupación que promueve la participación de las mujeres en los negocios y la política. «Queremos que sean perfectas. Les exigimos más porque nos representan», expresó.

«La mayoría de los candidatos masculinos no se postularían si fuesen mujeres. Una mujer de la edad de John McCain tendría muchos problemas, lo mismo que una con la experiencia de Barack Obama». McCain, aspirante republicano a la presidencia, tiene 70 años, mientras que Obama, principal rival de Clinton entre los demócratas, se postuló con tan solo dos años de experiencia en el Senado. Las candidatas femeninas son examinadas más a fondo por las mismas mujeres.

«Es como si las mujeres estuviesen compitiendo eternamente para ser la reina de la fiesta o la esposa perfecta y las demás son competidoras, de modo que si otra gana, una pierde, en lugar de sentir su triunfo como la victoria de las mujeres en general», comentó la psicóloga Phyllis Chesler, autora de libro «Women's Inhumanity to Women» (La inhumanidad de las mujeres hacia las mujeres).

Las mujeres no se oponen necesariamente a las candidatas femeninas. Un análisis de la AP, del estudio American National Election Study Pilot Test del 2006, reveló que a la hora de seleccionar un candidato a la presidencia, el género es más importante para las mujeres que para los hombres. Pero es una vía de doble mano: las mujeres probablemente se sientan inclinadas a votar por una candidata de su género, pero al mismo tiempo tienden a descartarla precisamente por su género, según el estudio. Las mujeres no han logrado grandes progresos en la política en tiempos recientes, tienen solamente el 16% de las bancas en el Congreso y aproximadamente el mismo porcentaje en las legislaturas estatales. Por otro lado, hay varias prominentes en la política, como Nancy Pelosi, la primera mujer que preside la Cámara de Representantes, y la secretaria de Estado Condoleezza Rice.

Las mujeres constituyen en la actualidad el sector electoral más grande y hay varias teorías acerca del impacto que puede tener el género en los comicios. Ellie Smeal, presidenta de la organización Mayoría Feminista (Feminist Majority), dijo que su condición de mujer es una de las razones por las que Clinton está arriba en las encuestas. «Las mujeres quieren un cambio, quieren más mujeres postuladas» a cargos electivos, manifestó. Una asesora de Clinton, Ann Lewis, dice que las mujeres tienden a generar una relación más personal con muchos votantes. «Eso puede ser frustrante para la candidata, especialmente cuando quieren que el votante preste atención a sus propuestas'', declaró.

 

COLLEEN LONG 

AP


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