Historias de dos barilochenses varadas en el exterior que esperan volver a Argentina

Una de las mujeres vive en España, otra en Colombia. Las dos entregaron sus departamentos y abandonaron sus trabajos para volver a radicarse en Bariloche.

Ocho meses atrás, la barilochense Alejandra Ballesteros radicada en Madrid, España, tomó la decisión de regresar a Argentina. El 30 de junio se vencía el contrato del departamento que alquilaba y su hija Valentina, de 15 años, terminaba las clases. Era el momento justo de volver y reencontrarse con sus padres de 80 años y su hermana. 

Los últimos meses cuidó hasta el último detalle para regresar al país sin ningún problema. Canceló el contrato de su departamento y preparó a una joven para que la reemplazara en su trabajo, limpiando una casa y cuidando a unos abuelos. Todo estaba listo para el vuelo que la traería de vuelta al país el 30 de junio. 

Dos días antes del viaje, la mujer y su hija se realizaron la PCR que les costó 120 euros. “Un dineral -reconoció Ballesteros que trabaja por hora-. En primer lugar, la aerolínea me cambió el vuelo para el primero de julio. No me hice problema: por un día, dormía donde fuera y la PCR seguía vigente”.  

Pero tampoco voló el primero de julio. Camino al aeropuerto, la compañía Air France le informa que su vuelo se había cancelado, sin reprogramación. “Me dijeron que no tenían nada que ver. Que eran decisiones operativas del gobierno argentino. Me quedé en la calle, con las valijas en casa de amigos. Estoy durmiendo en la habitación de unos viejitos y mi hija está en la casa de una compañerita de la escuela pero acá no son muy de que te metas en las casas. Ellos sociabilizan en bares”, detalló la mujer que lleva 5 años en España, con doble nacionalidad. Tiene las dos dosis de la vacuna Pfizer.  

“La aerolínea me ofreció devolverme el dinero pero necesito viajar. El 8 habría otro vuelo pero no me aseguran nada y podría volver a perder la PCR porque a último momento no aceptan pasajeros”, recalcó y aseguró que nunca firmó ninguna declaración jurada en la que se hacía responsable de las medidas sanitarias.  

El consulado no atiende y a mi niña prácticamente, no la veo. Tengo una angustia y una incertidumbre total. Solo me dicen que espere a que las restricciones se flexibilicen”, indicó.  

Ballesteros admitió sentir temor de volver a Argentina por la situación sanitaria. Insistió en que en España “el virus está más controlado y el secreto está en la vacunación”. “De nada sirve cerrar una frontera. Deben controlar la calidad de los controles y no la cantidad de gente”, expresó y agregó: “Dicen que cierran las fronteras argentinas para evitar que entre una cepa que acá ya entró. No hubo inconvenientes porque la gente está vacunada. Aceleraron el proceso de vacunación por la cepa india que es más contagiosa pero no es mortal si estás vacunada. No pueden creer que, en otro país, restrinjan tanto todo cuando acá ya no se usa barbijo”.  

Deambulando en Bogotá 

Nueve años atrás, la barilochense Maia Gavriliuc decidió radicarse en Bogotá. Se casó con un colombiano y tuvo dos hijos que hoy tienen 3 y 5 años.  

Desde un primer momento, extrañó la Patagonia y en sus últimas vacaciones, decidió volver con su familia. El viaje de vuelta estaba programado para el último viernes pero su vuelo fue suspendido. 

“Nos enteramos unos días antes por las noticias. Además, comparto un grupo con unas argentinas que viven acá y nos vamos informando todo. Una de ellas volaba el domingo pasado por Copa, alcanzó a subirse al avión y antes de despagar, la hicieron bajar porque le dijeron que se habían pasado del cupo”, contó.  

Aseguró que reprogramar el vuelo “hoy es un caos porque son muy pocos los que están autorizados. Avianca tenía un vuelo autorizado para el 8 de julio pero está sobrevendido. Así que estamos viendo si podemos volver recién el 5 de agosto”, contó la mujer de 32 años. 

Ante la decisión de radicarse en Bariloche, la pareja vendió su emprendimiento de clorofila; de modo que ya no tiene trabajo. También entregó la casa que alquilaban.  

Tras la suspensión del vuelo Maia se alojó con su familia en un hotel pero un familiar les prestó un departamento. “Estamos deambulando con los dos nenes. Por suerte, tienen a su abuela paterna aquí en Colombia”, dijo. 

Maia no oculta su preocupación: “Ahora, sin un trabajo y sin un ingreso estamos viendo cómo vamos a vivir acá. Nos llevábamos unos ahorros a Bariloche para empezar de nuevo allá. Una cosa es quedarte una semana; otra cosa es tener esta incertidumbre de no saber qué va a pasar. Y vivir acá es muy caro”. 

Esta mujer define la espera como estresante. Varias veces en el día, revisa los vuelos y sigue permanentemente las noticias a la espera de novedades.  “Si uno pudiera esperar en su casa, sería más cómodo. Pero deambular en un hotel, vivir de prestado no es fácil. Dentro de todo, nosotros tenemos la dicha de que nos prestaron un lugar. Si no, no sé a dónde hubiéramos ido”, advirtió.  


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