Las cinco mujeres que juntan ladrillos para levantar viviendas en la Comarca Andina

Son vecinas de El Hoyo. Después del incendio del 9 de marzo, se concentraron en reunir ladrillos para los damnificados. Consiguieron precio al costo en Allen y ya se construyeron ocho casas.

Desde aquel fatídico incendio del 9 de marzo que arrasó con más de 400 viviendas en la Comarca Andina, ya se recibieron 13 camiones con ladrillos provenientes de Allen para levantar las casas de los vecinos damnificados.
Esta iniciativa corresponde a cinco mujeres que viven en el paraje Rincón de Lobos, a 3 kilómetros de El Hoyo, y que se organizaron como “Vecinas del amor”.

“Vivimos en una ladera de la montaña y nuestras casas se comunican por calles y caminitos de bosque. La pandemia generó una mayor organización y hacernos el aguante entre familias. Después, se produjo el incendio que no llegó a nuestras casas por muy poco porque se largó a llover”, contó Belén Moreno. Es oriunda de Buenos Aires pero vive en El Hoyo desde hace 10 años.

Al día siguiente del incendio, las mujeres comenzaron a indagar hasta dónde había llegado el fuego para saber cuántas casas se habían visto afectadas. Si bien ninguna tiene grandes conocimientos de construcción, aclararon que “la idea de construir la casa propia en esa zona está naturalizada”.

“Cuando se desató todo esto, pensamos en la manera de levantar viviendas en el poco tiempo que nos quedaba sin lluvias ni heladas. La idea no era esperar a que llegaran los módulos porque no sabes ni cuándo será, ni cómo adaptarlos”, señaló la mujer.

En un primer momento, se pensó en levantar casas de barro. Sucede que, en el sector donde se comenzó a trabajar, no llega el agua ya que las mangueras se quemaron durante el siniestro.

Al día siguiente del incendio, estas mujeres se pusieron manos a la obra. Foto: gentileza

Por eso, la segunda opción fue construir con adobe (el ladrillo común sin cocer) ya que resulta un buen aislante térmico. “Además, los ladrillos de adobe se pueden pegar con una mezcla de tierra. En ese momento, el objetivo inicial fue comprar 4.000 adobes porque para una casita de 4 por 3 (mínima para una persona con un baño), se necesitan 1.000 adobes”, contó Moreno.

Las mujeres contactaron a una “adobera” en Allen y ante la emergencia por la situación, el responsable se comprometió a dejar el precio del ladrillo al costo, siempre y cuando lograran llenar un camión con capacidad para 12.000 adobes.

“Los grandes cambios se dan por trabajo voluntario. Hoy, pasan los meses y nos seguimos enterando de pequeñas grandes historias. Gente que ha venido a ayudar o que aporta plata desde algún lugar”,

Belén Moreno, “Vecinas del amor”.

Apenas dos semanas después del incendio, llegó el primer camión a El Hoyo. Mientras los voluntarios descargaban los adobes del camión, había personas levantando las paredes de las primeras viviendas.

Estuvimos dos semanas intentando juntar la plata con el boca en boca, para cubrir ese primer camión que salió 280 mil pesos. Como estaba el shock del incendio, había plata circulando: ‘Mi familia de Buenos Aires juntó algo de plata´, ‘Mi tía de Alemania nos depositó dinero´”, relató Moreno.

Gran cantidad de voluntarios colaboraron para descargar los camiones. Foto: gentileza

Con la llegada del primer camión, se acercó muchísima gente para pedir ayuda. Las mujeres comenzaron a anotar a los interesados y el desafío fue conseguir un segundo camión.

Con un trámite bancario, transparentaron el proceso de las donaciones y la compra de ladrillos. Por otro lado, una diseñadora elaboró un flyer para difundir aún más la iniciativa y la Asociación en Defensa del Bosque de El Bolsón que se conformó después del incendio en Cuesta del Ternero en enero, colaboró con gran cantidad de dinero.

Una de las casas terminadas. Foto: gentileza

Nunca pensaron que durante la última semana de junio, llegaría el décimo tercer camión con adobes y ladrillos secos. Sólo que ahora el costo de un camión alcanza los 380.000 pesos. “Más allá del aumento, acotó Moreno, está a muy buen precio: acá sale 50 pesos y nos los dejan a 38 pesos”.

Según Moreno, hubo gente que no quiso adobe y prefirió ladrillos cocidos “por desconocimiento”. “Es cierto que es más frágil o se rompe y, hay que cuidarlo de la lluvia. Pero a la hora de manipularlo, es noble y hace que tu casa respire ya sea a la hora de calentarla o en el verano porque mantiene la frescura. Al ladrillo cocido, se le saca el agua y pierde esas cualidades”, dijo.

El trabajo comunitario permitió levantar ya ocho viviendas. Foto: gentileza

La mujer reconoció que cuando terminaron la primera casa, sintieron una emoción enorme. “Con el tiempo, nos vamos dando cuenta de la inmensidad de todo esto. En ese primer momento estábamos en shock. La situación que vivimos fue traumática. Con el tiempo vamos cayendo que ya hay personas que están durmiendo bajo su techo. Es muy gratificante”, sostuvo.


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