Horacio Heller, un médico comprometido con la salud pública rionegrina y neuquina

El doctor Heller con sus hijos menores.

Con su recuerdo evocamos a todos los profesionales que en la actualidad libran la batalla más fina contra el coronavirus (Covid-19) desde los hospitales.

El Dr. Heller nació el 28 de marzo de 1938 en Buenos Aires. Fue el mayor de los tres hijos de Bernardo Heller, abogado; e Irmgard Schussler, profesora de idiomas alemana, quienes se conocieron en España exilados. En 1937, antes de la Guerra Civil en España, los Heller regresaron a Buenos Aires. Bernardo e Irmgard se casaron y se mudaron a una casita de Banfield, en el Gran Buenos Aires.

Allí creció Horacio, ya de chico demostraba pasión por la ciencia y el rugby, así como una miopía galopante. Sus hermanos eran Armando y Galia Margarita. Desde joven Horacio desafió por primera vez la autoridad de sus padres al convertirse al catolicismo.

La carrera de Medicina la había empezado a cursar en la Universidad de Buenos Aires en 1955, mientras las facultades empezaban a ser “desperonizadas”. Fue un estudiante destacado, ayudante de cátedra durante años y se recibió con diploma de honor. Ya sabía que su pasión era la clínica y en 1965 fue jefe de residentes de clínica médica del Instituto de Investigaciones Clínicas Alfredo Lanari, creado en 1957, un hospital de alta complejidad.

Casado en primeras nupcias con la médica pediatra Mabel Melchionne, el doctor Heller alternaba las clases en el Lanari con las guardias en el Hospital Naval, ubicado en Parque Centenario. En 1967 fue padre de Hernán y dos años más tarde nació Martín.

Los años 70 lo encontraron militando cerca del peronismo, sobre todo haciendo acción social en villas de emergencia. Conoció a una residente del Lanari, Alicia Kraly y se divorció de su primera esposa. En 1971, con Alicia fueron padres de Diego, y un año y medio más tarde vería la luz Lucio, el segundo del hijo de este matrimonio. Como la situación política en el país se ponía cada vez más compleja y la derecha sindical empezaba a operar, creyeron razonable dejar Buenos Aires.

Luego de rendir concurso para un cargo de médico clínico en el Hospital de Cipolletti, Horacio se mudó junto a su mujer e hijos al Valle, que al cabo resultaría ser su lugar en el mundo: el 28 de mayo de 1974, a bordo de un Peugeot 404 y con Alicia embarazada de Matías, su tercer hijo, pusieron en marcha el sueño patagónico. Fue parte del ambicioso plan de salud rionegrino en sus inicios.

En 1975 el doctor Heller se incorporó al Servicio de Clínica Médica del Hospital Regional Neuquén y se convirtió desde ese entonces en uno de los más fervientes impulsores del Plan de Salud Neuquino que festeja sus Bodas de Oro este año. En el hospital Castro Rendón, fue nombrado jefe del servicio de Clínica Médica y posteriormente fue director del mismo. Compartía con su esposa Alicia, puntal de la recién estrenada Terapia Intensiva. Para entonces ya había nacido Paula, su cuarta hija (en la foto lo vemos con sus hijos menores).

En 1981 se capacitó en administración de servicios de salud. Por cuestiones políticas, pasó un tiempo en el ostracismo y volvió al servicio de clínica médica. Viajó como representante de la provincia ante la Organización Panamericana de la Salud en Washington. Ese mismo año, volvieron a convocarlo para que se hiciera cargo de la dirección general del hospital Castro Rendón; puso como condición ser elegido por sus pares.

El 31 de julio de 1991, a las once de la mañana, mientras sus colegas lo felicitaban por volver al hospital, su corazón dijo basta. “Tengo una precordial”, le dijo al doctor David Pedemonte antes de perder el conocimiento. Murió en su ley: diagnosticando el infarto masivo de miocardio que lo llevaría a ese más allá en el que no creía. Tenía 53 años.

En 1995 el Poder Ejecutivo provincial bautizó en su honor el hospital del oeste neuquino.

Beatriz Carolina Chávez

DNI 6.251.256

Neuquén


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