Investigan maniobras con DNI adulterados

El juez Labate recibió al menos 17 denuncias. Los casos se registraron en la Anses.

NEUQUEN (AN).- El juez Federal Guillermo Labate investiga al menos 17 casos de ciudadanos que no saben si perdieron su identidad en la compleja trama de la burocracia o fueron víctimas de adulteración de su Documento Nacional de Identidad (DNI).

Las denuncias que están en manos del magistrado no tienen más de dos meses y surgieron cuando los damnificados intentaron realizar algún trámite relacionado a sus aportes jubilatorios en la delegación local de la Administración Nacional de Seguridad Social (Anses).

Los documentos falsos y mellizos tienen una larga tradición en la Argentina. No es necesario viajar a través de la historia para hallar abusos como los cometidos en los fraudes electorales de principios de siglo XX. En las elecciones de 1997, una consultora de informática detectó más de 4.000 documentos de Río Negro y Neuquén que figuraban en padrones de otras provincias. En febrero último, en Cipolletti surgió el caso de un hombre, Miguel Abraham, al que le usurparon durante 20 años su DNI, aunque después de haber formulado la denuncia recuperó su identidad.

Neuquén cuenta con un caso famoso, y también curioso, de adulteración de DNI: es el del ex diputado provincial Rodolfo Braicovich, el político del MPN que fue condenado por haber falsificado su partida de nacimiento para quitarse un año de edad. Su condena no está firme porque los abogados de Braicovich apelaron el fallo ante el Tribunal Superior de Justicia que aún no se pronunció.

Los casos denunciados ante el juez Labate revelan la vulnerabilidad de un sistema donde los controles fallan y provocan una sensación de desprotección a los ciudadanos.

La inscripción de una persona comienza con el certificado de nacido vivo de un niño en un hospital. El papel sirve para tramitar la partida de nacimiento en un Registro Civil, después aparece el DNI, a los ocho años se coloca la fotografía y a los 16 el documento vuelve a renovarse.

Actualmente los niños ya figuran en la Anses con número de CUIL, el que seguirán utilizando durante el resto de sus vidas. En el organismo han surgido casos de niños que tenían documentos cambiados por problemas administrativos en la Anses o información errónea volcada desde el Registro Civil.

El robo de identidad en la Anses puede terminar en la perdida de aportes patronales y en una mala noticia para la persona que, a punto de jubilarse, descubre que su CUIL o CUIT no le pertenece y que los aportes parciales o totales de su vida fueron a parar al bolsillo de otro.

Los casos denunciados que ahora estudia el juez Labate salieron a la luz cuando las personas concurrieron a la oficina de la Anses a realizar algún tramite relacionado a su CUIL o CUIT, el código de identificación tributaria y previsional que incluye el número de documento.

El hilo conductor de los denunciantes es el mismo: figuran en el padrón de contribuyentes pero con otro documento y el que llevan encima desde su nacimiento lo tiene otra persona.

Labate confirmó ayer a «Río Negro» que en su juzgado existen 20 denuncias, pero en tres casos ya se ha podido comprobar que las irregularidades obedecieron a problemas administrativos menores, como ser un error de tipeo en uno de los dígitos del DNI. En los restantes casos hasta ahora no existen pruebas de un error involuntario de algún empleado distraído.

En la delegación de la Anses de Neuquén los funcionarios se excusaron de hablar del tema, argumentando que no están autorizados a formular declaraciones. Desde la oficina de difusión del organismo en Buenos Aires se comprometieron a dar una respuesta ante la consulta efectuada por este diario, pero en el transcurso de la jornada no lo hicieron.

Las personas que adulteran un DNI pueden ser reprimidas con una pena de uno a seis años de prisión, según el artículo 292 del Código Penal.

Paola tiene un doble con el mismo número de documento

NEUQUEN (AN).- Paola Cassolini no sabe si reir o llorar. La joven, de 23 años, desde mayo trabaja en una peluquería. Pero no tiene su Clave Unica de Identificación Laboral (Cuil), porque según la Ansés la suya ya fue otorgada a un hombre, que se llama Norberto Maldonado. Por eso permanece empleada en «negro».

«En la Policía me dijeron que me quede tranquila, que el documento que vale es el mío pero eso no me sirve de nada», explicó la chica que está próxima a terminar la carrera Diseño de Hábitat.

La odisea de Paola empezó en mayo cuando se presentó en la Ansés para iniciar el trámite por el Cuit. Tras la espera de rigor, le informaron que su número de documento pertenece a un hombre que se llama Norberto Maldonado. Cuando le advirtió al empleado que había un error le dijeron que era imposible.

«Como yo no lo podía creer les dije que se fijen bien… Encima me retaron, (me dijeron) que no era posible que ellos se equivoquen.

Como si la culpa fuera mía», contó la muchacha que, por entonces, estaba muy ilusionada con su primer trabajo oficial.

Tras una discusión con el empleado del organismo nacional recibió algunas palabras de consuelo: «Me dijeron que no me preocupara, que había mucha gente que tenía el mismo problema, yo lo único que sentía era bronca».

Desde la Ansés, Paola Cassolini se dirigió a la juzgado Federal donde la atendieron muy bien y le reconocieron que hay otras personas que tienen documentos mellizos.

En el juzgado, además, le explicaron que la denuncia tenía que formalizarla en dependencias de la Policía Federal, en la calle Santiago del Estero de esta ciudad.

«Allá hice la denuncia y me dijeron que me quede tranquila, pero hasta ahora no pasó nada», explicó Paola Cassolini.

La joven reconoce que desde entonces hay momentos en los que siente mucha bronca y en otros impotencia.

Algunos de sus amigos lo toman en broma, y en más de una oportunidad le preguntan si esta segura de llamarse como se llama.

-¿No serás Norberto? -le dicen.

A esta altura, Poalo sólo quiere que se aclare esta situación y ser la única dueña de su documento. «Legalmente a partir de la denuncia yo estoy cubierta, por ahí tengo miedo que pueda llegar a haber algún problema con mis datos y con algún banco o algo así. No es una situación cómoda, uno se pregunta cómo pueden pasar estas cosas, pero pasan», se resignó la joven.


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