Jesús Sandoval, el roquense que viaja rumbo a la Antártida

El joven de Paso Córdoba zarpó el 21 de diciembre. Es parte de la seguridad del rompehielos Alte.Irizar. El objetivo es apoyar actividades científicas y abastecer las bases argentinas.

“Cuando mi papá estaba enfermo de cáncer le prometí, 20 minutos antes que falleciera, que me recibiría en la Armada. Gracias a esa promesa cada día le ponía un poco más de empeño a todo. No sólo me recibí sino que fui seleccionado para ir a la Antártida”, dice emocionado Jesús Sandoval Ulloa.

El marino es parte de un grupo de cien personas que, al momento de esta publicación se encuentra navegando por mar argentino rumbo al continente blanco en el rompehielos Alte Irizar.

El duro adiestramiento recibido le permite a Jesús ser de las pocas personas capacitadas para salvar vidas de náufragos y toda persona que esté en peligro en el agua o en un buque. Incluso fue uno de los marinos que, junto a una tripulación especial, salió en busca del submarino hundido ARA San Juan.

Ya en el buque y en mar abierto, Jesús mantuvo una conversación con este periódico. “Nos instalaron un moderno sistema de comunicación que nos permite tener señal en el mar”, destaca, al tiempo que indica que en cuatro días llegarán a Ushuaia para luego partir hacia la Antártida, un viaje de tres días más.

El rompehielos realizará actividades de relevamiento de las dotaciones, abastecimiento de las trece bases nacionales permanentes y transitorias, además de brindar apoyo logístico a las actividades científicas que se desarrollan. A bordo del buque van toneladas de carga seca y refrigerada, miles de litros de combustibles y lubricantes, medicamentos, etc, además de los cien miembros de la tripulación y los 200 “antárticos” civiles y militares que pasarán todo el año en el confín del mundo.

Navegar a orillas del río Negro

La casa donde se crió Jesús, tiene un gran patio lleno de árboles y en el fondo, un correntoso río. Cientos de personas pasan allí los días de calor ya que su madre y hermanos administran el Club Náutico Paso Córdoba, donde viven desde mucho antes que fuera declarado como lugar turístico.

“ Mi infancia siempre la relacioné con la libertad porque allí fui creador de miles de historias las cuales me fueron formando a lo largo de los años. El vivir a tan cerca del río hizo que aprendiera a nadar de muy chico y practicar remo”, cuenta el joven que además es cantor y guitarrero.

“Durante mucho tiempo salíamos con mis hermanos a cantar en la playa por algunas monedas para poder sustentar mi casa y comprar útiles para la escuela. También Dios me dio el don de tener suerte en la pesca. Cuando la plata no alcanzaba salía a pescar para luego vender en invierno”, recuerda.

Desde los 12 años ya trabajaba en las chacras, raleando y cosechando, hasta que junto a su amigo Rodolfo Rodríguez – hoy músico trompetistas – decidieron inscribirse en la Armada, siendo los únicos roquenses ingresados ese año. Justamente antes de partir a la Antártida, Rodríguez fue parte de la banda musical en la ceremonia de despedida el pasado 21 de diciembre a bordo del rompehielos Alte. Irizar.


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