Jorge Schussheim: el relato de un “sobreviviente” de Rosh Hashaná

El libretista, poeta, músico y publicista contó que está convencido de que su “adorada y difunta suegra Mimmie había encontrado una solución final para la familia” durante una cena de Rosh Hashaná, en la que sirvió “17 varenikes y 3 platos de pastrón al horno”.

En esos Rosh Hashaná, cuando para estos festejos todavía hacía frío en Buenos Aires, “mis primos y yo teníamos que interrumpir la cena para bajar a un patio donde nos recuperábamos de tanta caloría inhalando aire fresco, para poder seguir comiendo, porque no nos podíamos negar”, recordó con mucho humor en diálogo con Télam.

“Eso es lo que las madres judías habían descubierto: una solución de muerte por ingesta excesiva de alimentos”, dijo el publicista con un humor no menos picante que el kishke, una tripa rellena con más cebolla frita y más chicharrones, tercer plato fuerte de la cena de Año Nuevo a la que tampoco podían negarse.

Para Schussheim, “una tripa razonable medía como máximo unos 15 centímetros pero para Mimmie, no. Para mi suegra no, la tripa tenía unos 40 centímentros, y la cena no terminaba alli porque no se podía despreciar la leicaj, una torta de café o te y miel hecha con aceite”.

“Nos quisieron matar, no pudieron. Vamos a comer”, dijo el yerno de Mimmie que está convencido que su suegra no les daba más comida sólo para garantizarse que siguieran vivos al año siguiente para seguir celebrando la fiesta de Rosh Hashaná, que comienza mañana con la primera estrella.

Fuente Télam


En esos Rosh Hashaná, cuando para estos festejos todavía hacía frío en Buenos Aires, “mis primos y yo teníamos que interrumpir la cena para bajar a un patio donde nos recuperábamos de tanta caloría inhalando aire fresco, para poder seguir comiendo, porque no nos podíamos negar”, recordó con mucho humor en diálogo con Télam.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora