Caso Facundo Castillo, a horas del inicio del juicio: cómo se hizo la selección del jurado popular

Se definió al tribunal que juzgará a Gutiérrez por la muerte de Facundo Castillo en Cipolletti. Hubo escasa asistencia, pero compromiso de los que fueron. El juicio comienza el lunes 8.30.

La selección del jurado popular para juzgar a Ramiro Gutiérrez por el homicidio de Facundo Castillo en Cipolletti distó mucho de las épicas batallas jurídicas que nos muestra Hollywood, pero convidó algunos momentos cinematográficos.


La honestidad brutal de una participante marcó el punto más controvertido de un proceso que en términos generales fue muy tranquilo: “Para mí lo mató él”, dijo la potencial miembro del jurado ante una pregunta del defensor Martín Segovia. El abogado volvió a introducir en el debate penal la cobertura mediática del caso e indagó sobre la percepción de los medios de prensa a los y las preseleccionadas a conformar el tribunal popular.

En ese contexto, la mujer no sólo relató que estaba al tanto de las noticias, sino que consideraba que Gutiérrez era culpable. Segovia junto a su compañero de defensa, el exjuez penal destituido Carlos Vila Llanos, imitaron una mueca de sorpresa y marcaron algo en una hoja. Posteriormente hubo acuerdo para desafectarla y marcó un punto en común de los muchos a los que arribaron las partes en la audiencia que duró algo más de cinco horas. Finalmente ocho hombres y ocho mujeres quedaron seleccionados entre titulares y suplentes para el juicio que comienza el lunes a las 8.30

El juez técnico Guillermo Merlo condujo con aplomo toda la audiencia y su actitud permitió inferir -para muestra alcanza un botón- lo que será el debate. Se trata del magistrado más joven de la circunscripción que está estrenando este año su primera experiencia como presidente del Foro de Jueces y Juezas de Cipolletti, mayormente integrado por funcionarios y funcionarias muy cerca de la jubilación.

Merlo, en un criticado giro jurídico, se quedó con este debate y desplazó a su colega Florencia Caruso. Sin embargo, su decisión irradió armonía a todas las partes del proceso. Utilizó un lenguaje claro, fue amable y empático con la gente citada y estuvo a la altura de las circunstancias. Con el experto litigante de la fiscalía, Santiago Márquez Gauna, cualquier audiencia se hace más llevadera.

La del viernes fue la primera selección pública de Cipolletti, puesto que el primer juicio por jurados se realizó en plena pandemia y regían todos los protocolos sanitarios. En esta sobrevoló la distensión. De todas formas se advirtió muy poco compromiso de la ciudadanía. De las 60 personas que Marcela Martín, que comanda el equipo de la Oficina Judicial, había sorteado casi la mitad pegó el faltazo.

A primera hora, los rostros de la vicedirectora Carolina It y de la oficial Luz Flores evidenciaban muchísima preocupación. “No tenemos quórum”, soltó un trabajador judicial casi como si la frase cortara el aire con un cuchillo. A media mañana, las y los citados se fueron presentando.

El grupo de mujeres fue el más reducido pero a pesar de todo, a lo largo de las entrevistas se las observó con más ganas de participar. Como en todos los juicios hubo partes de enfermedad, madres que son el único sustento de sus hijos, problemas de salud y una potencial jurado que no ocultó su sensibilidad con el caso.

Sobre ella recayó el punto más complejo de la discusión. La dupla Vila-Segovia venía desde hace muchísimas audiencias dándole batalla a Márquez Gauna. Pero esta vez nada de eso sucedió. Recusaron a la mujer con causa, Merlo no les hizo lugar, se discutieron algunas subjetividades acerca de la emoción y la sensiblería y finalmente la apartaron sin causa. Atrás quedaron las ya trilladas amenazas del filoso Vila que pareciera tener la llave de la Corte Suprema de Justicia (el abogado llegó a ganar en el altísimo tribunal ni más ni menos que su propia destitución).

Sobre el final de la audiencia, las últimas tres mujeres apretaron sus manos como quien gana una pulseada. Se mostraron entusiasmadas después de escuchar que el juez Merlo nominaba el número que las identificaba. Fue lo más parecido al reality show que emite en canal capitalino de las pelotas.

Dentro del grupo de las mujeres se evidenció algún descreimiento de los medios de comunicación y escasa vinculación de las manos femeninas con el volante. Sí, las partes preguntaron quién conducía, quién tenía infracciones de tránsito y los motivos por los que habían dejado de manejar. La sinceridad ante todo: “Tengo una multa por estacionar en lugar prohibido y todavía no la pagué”, lanzó una de las potenciales jurados. “Le agradezco su honestidad”, contestó Márquez Gauna. Afortunadamente, la fiscalía de Cipolletti todavía no persigue deudoras de tránsito.

El tema de la violencia de género apenas se trató. No es un juicio en el que se vayan a juzgar delitos de este tipo. Aunque una mujer confesó haber sido víctima de violencia familiar. Enseguida aclaró: “El Poder Judicial se portó rebien conmigo, me protegieron y me contuvieron”. Merlo, que supo llevar causas de género en su carrera como fiscal, no pudo ocultar una mueca de satisfacción.

Dentro del grupo de los hombres hubo una gran generalidad: las faltas de tránsito, las multas por alcoholemia, el mal estado de la Ruta 151 y alguna actividad laboral que rozaba lo ilegal. La mayoría de los sorteados peinaban canas y pertenecían a la clase trabajadora: obreros de la construcción, transportistas y jubilados. Salvo un estudiante universitario todos pasaban las cuatro décadas. De todas formas, el fútbol fue el deporte común cuando las partes le consultaron sobre el trabajo en equipo.

Al igual que el grupo de las mujeres, nadie admitió realizar actividad solidarias y sólo dos practicaban la religión evangélica. Uno de esos, no se supo si fue por sus creencias, fue eliminado rápidamente.
Otro reconoció que tenía un primo lejano preso por violencia de género aunque confiaba en la Justicia. A diferencia de las mujeres, los hombres afirmaron consumir noticias y se mostraron más crédulos de los medios de comunicación. Ninguno llegó a manifestar una opinión negativa ni de la Justicia ni de la Policía.

Los incidentes viales en la Ruta 151 que se encuentra en pésimo estado, los problemas con el estacionamiento medido de Cipolletti y hasta un hombre enojado porque no le dejaron repetir su test de alcoholemia positivo fueron el punto en común del grupo masculino.

Caso Facundo Castillo: el juez Merlo, amigo del consenso


Guillermo Merlo, el juez técnico que interviene en el proceso.

Tal vez por primera vez en el proceso, los acusadores y defensores alcanzaron mayor consenso que en las precedentes jornadas. No hubo susurros a los oídos, ni muchos “cruces” en las hojas: tampoco grandes deliberaciones en los escritorios. Todo transcurrió con normalidad y celeridad, algo novedoso en este proceso penal que se caracterizó por largas jornadas para llegar a la instancia de juicio oral y público que finalmente comenzará el lunes.

Salvo una serie de recusaciones motivadas por los abogados defensores, el juez de juicio Guillermo Merlo no tuvo que resolver discrepancias entre la defensa y la fiscalía que trabajó junto a la querella a cargo de Juan Coto. Las veces que tuvo que dar la última palabra lo hizo a favor de la fiscalía que una vez más mostró solidez y practicidad de la mano de Márquez Gauna. El funcionario volvió hacer gala de su prolijidad oratoria y ganó los pocos agravios que se pusieron a consideración de Merlo.

Sí hubo algunos yerros por parte de la defensa que no alteraron el procedimiento porque contaron con la buena voluntad de la contraparte. El primero y más grave fue llamar a una potencial jurado por el nombre y no por el número como lo establece el Código Procesal Penal. También equivocaron el número de otra ciudadana para la recusación final.

El proceso es más o menos así: luego de una primera instancia en las que el juez comunica quiénes no pueden ser parte de un jurado -entre ellos funcionarios judiciales, ministros de culto o funcionario de la fuerza policial- Merlo les consultó sobre las circunstancias particulares de los hombres y mujeres preseleccionadas. En ese momento, algunas personas quedaron eximidas de participar por cuestiones de salud y de conocimiento previo del caso.

Luego llegó el turno de las preguntas que van revelando datos y características de los posibles seleccionados para que las partes puedan recusar perfiles que consideren que puedan afectar la teoría del caso y la imparcialidad a la hora de emitir un veredicto.

En ese proceso la defensa fue mucho más activa y solicitó dos recusaciones con causa para dos mujeres: en ambos casos Merlo hizo lugar a la fiscalía que se opuso. Solo pudieron correrlas del juicio con la recusación sin causa, una carta blanca que les ofrece el código pero a la que pueden echar mano sólo en cuatro oportunidades.

Es decir arbitrariamente puede descartar cuatro participantes sin dar explicaciones. Los defensores usaron todas sus chances y eligieron a dos mujeres y dos hombres para que no formen parte del jurado. Por su parte la fiscalía sólo prescindió de dos hombres y no recusó a ninguna mujer.

Caso Facundo Castillo: el fiscal Herrera participió de oyente en la audiencia


El fiscal jefe Santiago Márquez Gauna

La presencia del fiscal jefe Gustavo Herrera en la selección del jurado fue una sorpresa a medias en la fría mañana cipoleña de ayer. Si bien es un secreto a voces que no tiene demasiado diálogo con su colega Santiago Márquez Gauna, la principal razón de su participación fue en calidad de oyente. El funcionario busca alimentar su propia estrategia de cara al próximo juicio por jurado popular que tendrá la circunscripción: el femicidio de Patricia Rendón en Catriel.

Por los tiempos procesales, el debate oral y público podría realizarse antes de la feria judicial de julio. Es el compromiso que asumieron las partes en la última audiencia.

La Cuarta Circunscripción dividió sus aguas hace tiempo con la venia del Procurador General Jorge Crespo. Principalmente por las diferencias entre los fiscales jefes. Herrera se quedó a cargo de la zona noroeste: de Catriel a Cinco Saltos, mientras que Márquez Gauna comanda desde Cipolletti a Fernández Oro. Los dos exhiben modelos distintos: el punto fuerte de Herrera es la gestión y el de su colega la litigación.

Herrera viene trabajando en el femicidio de la joven de 28 años que fue asesinada el 28 de junio del año pasado y por eso fue junto a un equipo de la fiscalía de Cinco Saltos a presenciar la audiencia de ayer.
Fueron los únicos funcionarios públicos del Poder Judicial que participaron en calidad de oyentes. Se esperaba mayor participación pero la fuerte demanda que tiene Cipolletti atentó contra ese propósito.
La audiencia de ayer fue novedosa para la Circunscripción porque fue la primera que se hizo de forma oral y pública. Punto para el equipo de comunicación que conduce Luciano Videla que garantizó el trabajo libre de los medios de prensa.

El único antecedente fue en 2021 por otro femicidio también en Catriel y en esa oportunidad todo se hizo por la plataforma Zoom, en pleno pico del Covid-19, y con mayores restricciones y posibilidades de intercambio que las de ayer. En esa oportunidad el jurado halló penalmente responsable a Ezequiel Rebolledo por el delito de femicidio. Fue condenado a prisión perpetua, única pena posible para ese delito.

En ese momento la Circunscripción todavía no se había dividido y por eso estuvo a cargo el fiscal jefe Marquez Gauna, por lo que el futuro juicio de Catriel será la primera experiencia para Herrera.

La consulta sobre la cobertura mediática


La intensa cobertura mediática que tiene el proceso penal por la muerte de Facundo Castillo no pasó desapercibida por la defensa del imputado Ramiro Gutiérrez. Especialmente por parte de Martín Segovia que ya en reiteradas oportunidades se refirió al “recorte” que los medios de comunicación hicieron sobre el hecho. La selección del jurado no fue la excepción y el abogado introdujo el tema de los periódicos entre las principales preguntas a los y las preseleccionadas.

Sí creían en los medios, sí consideraban que eran objetivos y sí podían tener alguna incidencia en la búsqueda de imparcialidad que se pretende para un jurado popular. Hubo respuestas de todo tipo: desde los que consideraban a la información periodística como “clave” para saber qué ocurre en la sociedad hasta personas que aseguraron no haber consumido nunca un diario.

Algunos más lúcidos se animaron a esgrimir que el periodismo es un construcción de la realidad que no debe inferir en un juicio de valor, en este caso, sobre la culpabilidad del imputado que conserva su carácter de inocencia al menos hasta el final del proceso penal.

La estrategia de los defensores fue indagar sobre una posible contaminación del juicio de valor a partir de la incidencia mediática. El interrogante también sirvió para descartar a una testigo que con total honestidad confesó que tiene un juicio de valor sobre el hecho.

La confesión aportó responsabilidad y colaboró para el fin de la audiencia que es hallar el jurado más imparcial posible. Otro tópico que se abordó fue sobre la percepción que los ciudadanos tienen sobre la justicia.

Más o menos, todos consideraron que la justicia debe definir a través de las pruebas la responsabilidad penal de un imputado. Incluso una de las mujeres que participó de la audiencia reveló un caso de violencia de género que atravesó y aseguró que el Poder Judicial actuó con rapidez y con solvencia.

A pesar de que muchos preseleccionados faltaron a la citación, algunos de los que concurrieron se mostraron comprometidos con el proceso, incluso varios que tuvieron que excusarse de seguir participando por razones atendibles lamentaron no poder ser parte del jurado popular que fue seleccionado para juzgar a Ramiro Gutiérrez imputado por el delito de homicidio simple.


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