Caso Mandagaray, para Adriana Fabi «la Justicia tiene una función que cumplir»

Desde un primer momento la mamá de Gabriel se puso al frente de un caso que conmueve a la sociedad y espera que las condenas queden firmes para todos los responsables. Recordó que para la médica forense fue "una muerte en custodia".

A pesar del dolor Adriana Fabi muestra una gran entereza. Así fue en cada una de las audiencias judiciales en el proceso por la muerte de su hijo, Gabriel Mandagaray y, con el mismo aplomo, conversó con Diario Río Negro para contar sus vivencias a partir de los hechos registrados en Bahía Creek en abril de 2021.

«Como en las películas cuando la bola de acero derrumba un edificio, así nos pasó como familia, pero decidí juntar cada ladrillo y reconstruirla» dijo con orgullo. Contó que cuando le avisaron sobre lo ocurrido con Gabriel «fue como un desprendimiento de la placenta en un parto» y después pensó: «Me meto al féretro con mi hijo y me muero con él, o me paro y trabajo por su justicia» y ese fue el camino que eligió y recorre desde hace más de dos años sin dejar de lado sus responsabilidades como integrante de la fuerza, ahora en la plana mayor.

Agregó que «desde algún credo se puede decir para que su alma descanse en paz, pero no estoy hablando desde lo espiritual sino de lo que tiene articulado la sociedad y dentro de eso está la Justicia».

Con firmeza, pero sin levantar la voz, enfatizó que «le quiero recordar a la Justicia que dentro de la estructura de la sociedad tiene una función que cumplir, acá la prueba se mostró, no se inventó nada y la médica forense (Araseli Panetta), en su peritaje, dijo que esta fue una muerte en custodia. Fue doloroso escuchar todo, ver como estaba el cuerpo de un hijo, pero fue muy clara».

Fabi recordó que «tuvimos hace poco una muerte en custodia en una comisaría de Cipolletti y todo ese personal estuvo detenido desde el primer momento, acá se está examinando si esta gente merece perder el derecho de su libertad o no, ¿y el derecho a la vida del cursante? y ¿el derecho a estudiar?».

Fue muy precisa al señalar que «el reglamento Coer tiene dispuesto en uno de sus artículos que deben pasar por un básico para que se nivele a los aspirantes, se elige a personal joven, atléticos» porque «hay poco descanso y mucha demanda en el servicio, para eso es la instrucción, para nivelar, enseñar allanamientos de alto riesgo, templanza ante situaciones adversas, disuaciones, el uso correcto de las armas. Para eso no necesitás recurrir a la violencia».

Gabriel fue valiente en el curso para encarar el agua sin saber nadar y yo voy a ser valiente para encarar todo el proceso judicial».

Adriana Fabi, madre de Gabriel Mandagaray.

Conoce en detalle la causa, la sentencia en el primer juicio y la marcha del segundo proceso, por eso pide que «las condenas se cumplan en forma efectiva» para todos los condenados, aunque pone énfasis en Alfredo Nahuelcheo, jefe de su hijo en Cipolletti, porque cree que «le tenía envidia a Gabriel porque tenía mucho potencial. Qué podés pretender si un niño es educado entre uniformes, en la instrucción, la obediencia; porque la Policía es así; es vertical y reglamentarista, nadie salta la cadena de mando”.

Adriana siguió en detalle cada una de las audiencias, siempre con su uniforme reglamentario porque «no se mancha, se lleva con honra y dignidad» y contó que «desde el primer momento me acerqué a la fiscalía y mi esposo (Antonio) eligió enterarse de todo en el debate» y «siempre con esta meta: está todo probado y merece una pena privativa de la libertad» porque «hay muchos cadetes, muchos hijos, muchas familias que confían a sus seres a la institución y si no le ponemos un punto a esto va a volver a ocurrir».

«Ahora está todo reunido y se tiene que expedir la Justicia, entiendo que vamos bien porque estamos en una etapa donde se está examinando el derecho a libertad de estos cuatro culpables».

Sobre la sentencia ya conocida dijo que no está conforme porque «para una madre siempre va a ser poco, me interesa mi hijo, nada alcanza. Hoy hablo por las demás madres, las que tienen sus hijos en las escuelas de Cadetes o Suboficiales, de los jóvenes dentro de la institución o mayores que quieren hacer un curso; si el curso no está controlado va a volver a pasar».

Por eso señala que «esto tiene nombre, son esos cuatro responsables y todo se inicia porque Nahuelcheo no aceptaba al muchacho, hubiera sido más prolijo hacer un informe reservado y poner que Gabriel no reunía las condiciones, aunque hubiera mentido, como lo hace ahora, lo hubiera sacado así”.

Sobre el segundo proceso indicó que «los oficiales no pueden desconocer las funciones y las responsabilidades, menos los oficiales superiores» porque «sos el asesor directo del jefe de Policía en la temática» por eso remarcó que «sólo hubo excusas, justificaciones, no aprovecharon su oportunidad para hacer su defensa, sólo se justificaron» repitió.

Sofía, Gabriel y Samuel antes de viajar a Viedma para el curso Coer. Foto: gentileza.

Madre, policía y una luchadora incansable que busca la verdad


Adriana Fabi es la primera mujer en llegar a comisario general «dentro de la carrera policial» y ocupa la Dirección de Toxicomanía y Leyes Especiales e integra la Plana Mayor, aunque ya inició los trámites para su retiro.

Con orgullo cuenta que fue parte de la primera promoción femenina de la Escuela de Cadetes, en 1988/89, junto a otras 18 colegas.

Lleva 35 años de servicio y es madre de Verónica y Gabriel, que también eligieron la misma carrera. Su esposo, Antonio Mandagaray, se retiró el año pasado, también con la máxima jerarquía.

«Gabriel fue valiente para encarar el agua sin saber nadar, yo voy a ser valiente para encarar todo el proceso» fue la meta que se fijó desde un primer momento y recordó que «en los 25 años de Gabriel fue mi compañero de batalla» cuando «transité los grados de mayor responsabilidad», tarea que dijo «no fue fácil» por ser mujer.

De su hijo contó que «le tocó mudarse los cinco años de secundaria, cambiando de ciudad, me acompañaba, era mi motor. Aprendía de mí, dos veces estuve en establecimientos de formación para agentes y él conocía como se formaban, como estudiaban, la rutina que tenían» y «por eso mucho personal lo conocía de chiquito y lo querían. Este golpe enlutó a la institución, hubo muchas formas de haberlo evitado, le tocó a él pero pudo ser cualquier otro policía».

Recordó que todo el proceso «lo transité de pie, decidí seguir trabajando, lo hablé con el jefe (Osvaldo Tellería), le dije que me iba a dejar auxiliar por un profesional en psicología, así lo hice y seguí trabajando».

«En enero 2022 llegué a la máxima jerarquía y en parte estaba triste porque en ese podio no estaba Gabriel, ni mi papá que falleció por un infarto porque no pudo sobrellevar la situación».

Durante sus 25 años Gabriel fue mi compañero de batalla. Me acompañaba siempre y era mi motor».

Adriana Fabi, madre de Gabriel Mandagaray.
La última foto familiar con el uniforme de la Policía de Río Negro. Foto: gentileza.

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