«¿Dónde está el nene?» «Muerto, dónde va a estar»: la sórdida historia detrás el incendio intencional en Neuquén

Costich quedó acusado de provocar el incendio y cerrar con llave la puerta de la vivienda, con el hijo encerrado adentro. El joven murió. Se conocieron detalles de su conducta brutal.

El domingo 24 de marzo a las 3 de la mañana, Federico David Alejandro Costich (39) le quemó el rostro a su hija Agustina (19) utilizando un encendedor y un aerosol como lanzallamas. El lunes 25, obligó a su hijo Nazareno Jara (19) a que le prendiera fuego la camioneta a una persona con la que mantiene diferencias. Y el martes 25 a las 0:15 incendió su propia casa en un barrio de Neuquén y dejó encerrado con llave en el interior a Nazareno, quien murió carbonizado. El viernes 29, después de tres días prófugo, se entregó con un abogado.

La tremenda saga de violencia y muerte fue detallada en una audiencia realizada este sábado por la fiscal de Homicidios, Lucrecia Sola.

Cuando ingresó a la sala, Costich vio que entre el público estaba Ana, la madre de Nazareno. Mientras le quitaban las esposas le mandó un beso. Están separados desde hace 18 años y apenas mantienen contacto. Fue una provocación.

Ana relató que el día de la muerte de su hijo llamó a Costich por teléfono. «¿Dónde está el nene?», le preguntó. «Muerto, ¿dónde va a estar?», le contestó el imputado.

Prisión preventiva


La acusación fue por homicidio agravado por el vínculo y por utilizar un medio idóneo para causar un peligro común (el incendio estuvo a punto de tomar viviendas vecinas) del cual fue víctima Nazareno, y lesiones leves doblemente agravadas por el vínculo y por mediar violencia de género más privación ilegítima de la libertad con los mismos agravantes más amenazas, para el caso de la agresión contra Agustina.

La jueza de Garantías Estefanía Sauli aceptó los cargos y le impuso prisión preventiva por cuatro meses (la fiscalía pidió ocho). A Costich le espera un juicio por jurados, y una posible condena a prisión perpetua porque las pruebas que exhibió la fiscal Sola resultan abrumadoras.

No hay explicación para la sucesión de hechos de violencia que cometió Costich. Todo ocurrió en un contexto de consumos problemáticos de estupefacientes y alcohol, pero está demostrado que el hombre sabía lo que hacía. A tal punto, que desde el primer momento ensayó una estrategia para culpar a su hija por el incendio. Nunca confesó la autoría, como se informó.

En la audiencia, Costich mantuvo su estrategia de distracción: aportó el domicilio de su padre y no el propio, Mastropiedra 180, que fue la casa incendiada. También mintió cuando le preguntaron por el número de su celular. Uno de sus abogados defensores, Diego Fernando Quiroz -se presentaron tres- dijo que se debió a un error y ofreció entregar de inmediato el dispositivo del acusado, que hasta ahora no había sido hallado.

La densa historia familiar


Hay una espesa historia familiar detrás del homicidio. La fiscal Sola señaló que Costich secuestró a su hijo varón y se lo llevó a vivir con él cuando se separó de Ana. Lo sometió a maltratos desde niño: a Nazareno le faltaban dos dientes porque «se los bajó» el imputado, relató una testigo.

En cuanto a Agustina, vivía con el padre desde hacía un mes. La joven tiene un hijo, está en completo estado de vulnerabilidad atravesada por violencia de género y consumos problemáticos.

Un detalle: Costich nunca los reconoció como hijos, pero desde hace años les dispensa ese trato.

El ataque a la hija


El 24 de marzo a las 3 de la mañana Costich la golpeó en todo el cuerpo con puños y puntapiés, en presencia de la novia de Nazareno. Además de la paliza, con un encendedor convirtió en lanzallamas un insecticida Raid en aerosol y le quemó parte del rostro.

Cuando ella quiso escapar, el hombre trabó el portón con una barreta y la privó de la libertad.

Más tarde, le pidió perdón: «disculpame, me las mandé», la típica conducta de quienes ejercen violencia machista.

La discusión con Nazareno


La vivienda donde ocurrió el crimen. (Archivo/Cecilia Maletti)

El episodio del 26 de marzo, 48 horas después, resultó letal. Costich discutió con Nazareno y lo mandó a dormir en la planta alta de la casa. Después el hombre salió con Agustina a comprar alcohol.

«Estaba agresivo, quería pelear con todos», relató la joven.

Cuando volvieron, Costich dijo que escuchaba ruidos en la parte alta. «Hay gente arriba, son los Aliaga», afirmó. Se trata de la familia dueña de una Ford Ranger roja que el día anterior había sido quemada por Nazareno por orden de su padre.

La casa, una trampa letal


Costich empapó ropas en aceite y las prendió fuego. Cuando las llamas crecieron, tomó a Agustina del brazo y ambos salieron de la casa, que quedó cerrada con llave.

Los vecinos escucharon los pedidos de auxilio de Nazareno quien quedó atrapado en la planta alta y murió calcinado.

Culpó a su hija


De inmediato, el imputado acusó a su hija de haber provocado el incendio. Estuvo un rato en una plaza frente a la vivienda incendiada, incluso habló con un policía, y después fue recogido por su papá «y toda su tribu», dijo Agustina.

Se mantuvo prófugo hasta que el viernes se entregó en la comisaría Tercera, donde está detenido.

El querellante Rafael Cuchinelli, representante de Ana la mamá de Nazareno, apoyó toda la formulación de cargos y el pedido de prisión preventiva. Fue este abogado el que reveló que Costich le tiró un beso a la mujer cuando entró en la sala.


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