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El rol de Weretilneck en el ocaso del clan Montecino en Cipolletti

El gobernador de Río Negro fue clave en las causas contra los cabecillas de la banda. En su tercer mandato volvió a poner el foco sobre la seguridad, principalmente en la zona del Alto Valle.

La asunción de Alberto Weretilneck en su tercer mandato implicó una apuesta fuerte en seguridad, sobre todo en el corredor del Alto Valle. No es casual la designación de Daniel Jara en el Ministerio de Justicia, un alfil del dos veces intendente de Cipolletti. Juntos desempolvaron un viejo e infalible plan: corroer el poder territorial del clan Montecino.


La rivalidad entre la familia con más causas penales de Cipolletti y el gobernador Weretilneck acumula más de una década. Comenzó allá por los inicios de 2010 con un frustrado intento de destierro. En ese momento los hermanos Héctor y Ruth amasaban una incipiente fortuna gracias al negocio narco que disimulaban con la compra venta de vehículos.


La descendencia de la dupla quedó bajo la lupa de las autoridades policiales por una interminable lista de delitos por los aprietes y rivalidades propias de la actividad ilícita. El homicidio de David Oliva en 2008 en manos de un hijo del fallecido Héctor precipitó todo. Y el mentor de JSRN impulsó una campaña para desterrarlos de Cipolletti. Pero la empresa se frustró cuando descubrió que el clan contaba con la complicidad policial.


La seguridad se convirtió en el eje de su plataforma y fue uno de los trampolines para seducir luego a bastiones del radicalismo y hasta el propio Gringo Soria, otro obsesivo de la defensa de la propiedad.
Weretilneck formaba un Poder Judicial al calor de los tristes femicidios de Cipolletti y apostaba a hacer crecer la circunscripción que hoy supera a Roca en cantidad de juezas penales y fiscales.


Pero la trama narco dependía de la Justicia Federal el poder más encumbrado y vetusto de la región. La primera causa que enfrentó en clan en los tribunales federales de Roca se cayó por un mal procedimiento: el tribunal aplicó el tecnicismo de la teoría del fruto del árbol envenenado y los absolvió.

Ese resultado empoderó a los hermanos Héctor y Ruth y provocó enojo del por entonces intendente. Echó mano entonces a sus vínculos con la Justicia Federal de Neuquén y mediante artilugios procesales consiguió que la jueza Carolina Pandolfi, hija de Oscar Pandolfi que había sido su abogado, pero también del clan, ordenara allanamientos en Cipolletti.


Se descubrió un cargamento de drogas sin precedentes y eso dejó a la familia tras las rejas cumpliendo una extensa condena. De hecho, Héctor murió en prisión, en 2016 cuando Weretilneck transitaba su segundo mandato como gobernador.


Mientras la policía neuquina investigaba en tierras cipoleñas logró filmar un episodio en el que quedaron grabados uniformados rionegrinos intercambiando droga con Jessica Montecino, la hija mayor de Héctor. Luego se descubrieron vínculos entre Ruth y algunos comisarios cipoleños.


Weretilneck supo que tenía que cortar de raíz esas relaciones, que incluso llegaban a ser carnales. Durante sus dos mandatos como gobernador se ocupó de mantener bajo control el clan, con los cabecillas presos, pero con ramificaciones familiares que continuaban el negocio espurio. Ya como senador cargó duro contra jueces y fiscales federales cuando le concedieron beneficios a Ruth. Incluso hizo denuncias en el Consejo de la Magistratura de la Nación.


El gobierno de Arabela Carreras relajó ese control y la actividad delictiva creció en Cipolletti, todo agravado por el contexto y la cercanía con Neuquén, una capital provincial atravesada por el boom de Vaca Muerta.

El desplazamiento de Daniel Jara como jefe policial quebró la relación entre Weretilneck y su sucesora. Y esa decisión hizo perder definitivamente el control de lo que sucedía en Cipolletti. La falta de organización de los fiscales también fue determinante y por eso el Procurador Jorge Crespo se trasladó al Alto Valle.

Como se frustró el regreso a Cipolletti del fiscal jefe Gustavo Herrera, otro alfil de cuna policial, se produjo una designación que generó expectativas: la de Diego Vázquez, hoy funcionario del Ministerio Público que entiende el lenguaje político.


Sin embargo, la ficha determinante fue el regreso de Jara. No hay otras personas como Jara y Weretilneck que conozcan tanto los recovecos del clan Montecino en Cipolletti. La resolución del brutal homicidio, casi con tintes mafiosos, de Franco Lagos Gacitua en octubre de 2023, fue una muestra del poderío que hoy reina en el Ministerio de Seguridad y Justicia.


El caso apuntaba a integrar la triste lista de crímenes irresueltos, solo con la detención del taxista que trasladó a los homicidas. Pero después de la asunción de Weretilneck, la Brigada de Investigaciones empezó a responder las órdenes del fiscal Martín Pezzetta.


En plena feria judicial de enero, Pezzetta le presentó una extensa carpeta a la jueza de garantías de turno. Eran las conclusiones de su investigación. Y con ella requería allanamientos, detenciones y prisiones preventivas.


La gran revelación: la pareja de Jessica Montecino (sí la que fue filmada intercambiando droga con la rionegrina) y otro hijo del clan, menor de edad como en el caso de David Oliva, estaban sindicados como autores. Joan Paul Juárez, yerno del fallecido Hector, y Aarón López quedaron detenidos juntos con el taxista. Ahora la causa se encamina a un juicio por jurados.

El gobierno festejó las detenciones con publicaciones que salieron de las propias redes sociales de Weretilneck y partes de prensa con felicitaciones a los funcionarios judiciales a los que incluso se les llegó a dar el tratamiento de «doctores». La era Jara comenzó a mover el engranaje.


Una exfuncionaria de JSRN llevó a juicio al hijo de Ruth


Franco Hernández, hijo de Ruth Montecino, protagonizó varios hechos delictivos en los últimos años que desencadenaron en condenas en el fuero penal de Río Negro, pero también arrastra una sentencia en la justicia Federal por narcotráfico.


Tiempo atrás recibió una pena de un año de prisión en suspenso por lesionar con un arma blanca a otro joven en una fiesta clandestina, durante la pandemia. Ocurrió en 2021 y fue el primer antecedentes firme del joven que en épocas de Covid desfiló por los tribunales del Poder Judicial con bastante regularidad. En diciembre del 2023 pasado la justicia Federal lo condenó a seis años de prisión por narcotráfico.


El año pasado tomó mayor protagonismo por una causa de coacción que involucró a la expresidenta del Concejo Deliberante del Cipolletti, Silvana Larralde. Si bien Larralde hoy está lejos de Juntos Somos Río Negro, supo ser una figura importante para Weretilneck en el Alto Valle para el partido provincial.

El año pasado Larralde fue una testigo clave en el proceso penal que culminó con una condena por contra el joven. Fue la propia exfuncionaria quien hizo la denuncia en fiscalía por el delito de coacción, luego de que Hernández amenazara a su entorno para retirar los cargos en su contra.

La jueza de Cipolletti Alejandra Berenguer lo halló penalmente responsable y le impuso una penal de 2 años y medio de prisión para un delito con una escala penal que va de 2 a 4 años de prisión. Con una condena firme el hijo de la líder narco no pudo acceder al beneficio de la condicional.


En el debate, Larralde aseguró que las constantes amenazas y hostigamiento por parte del imputado atemorizaban tanto que “casi” no podía dormir por las noches. Fue durante la pandemia, pero el conflicto comenzó mucho antes.


En el debate no sólo se abonó la teoría de la fiscalía, sino que varios testigos dieron cuenta del daño que la violenta escena y el accionar de Hernández generaron en la víctima.

Larralde, que forma parte del entorno de la víctima, dijo que sufrió por años y que recién en el último tiempo comenzó a tener una vida “normal”. Pero que todo el proceso le generó un gran desgaste psíquico y económico porque requirió de costosos tratamientos médicos – no sólo psicológicos-.

Lo mismo relató una psicóloga de la OFAVI que intervino en el proceso. Aseguró que la conducta del joven generó una gran preocupación de la víctima que incluso tenía hasta miedo de salir de su casa.
Actualmente Hernández se encuentra en prisión.


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