Sobisch, con contradicciones y olvidos, declaró en Fuentealba II

El exgobernador volvió a eludir su responsabilidad en el operativo represivo de Arroyito en el que mataron al maestro. Ni siquiera recordó que en su momento se hizo cargo políticamente de lo sucedido.

«Siempre la decisión fue muy clara: buscar alternativas para que se pudiera circular. Que los docentes se manifestaran sin perjudicar a la gente», afirmó este miércoles Jorge Sobisch, cuando le preguntaron en el juicio Fuentealba II por las instrucciones que le impartió a la cúpula policial la noche previa al 4 de abril de 2007.

Su respuesta fue sustancialmente distinta a la que había brindado en 2008, en el primer juicio, ante la misma pregunta: en aquella ocasión declaró que la orden fue «que no se utilizara la violencia». Hoy dijo que no se acordaba casi nada de aquel proceso, ni de la conferencia de prensa posterior al asesinato en la que asumió la responsabilidad política del hecho.

Sobisch fue el testigo principal de la jornada en el juicio llamado Fuentealba II, en el que se investiga la responsabilidad de ocho exjefes policiales que participaron del operativo represivo de Arroyito en el que fue asesinado el maestro Carlos Fuentealba. Los acusan de abuso de autoridad y encubrimiento, y en un caso de abuso de armas y lesiones leves.

Diferentes lecturas


El defensor de cinco de ellos, Gustavo Lucero, fue quien lo citó como testigo. Luego de la declaración se mostró eufórico cuando RÍO NEGRO lo consultó: «estuvo fabuloso, a los fines de la prueba me sirvió muchísimo», dijo.

En cambio el querellante Ricardo Mendaña fue más escéptico: «no sé para qué lo trajeron a declarar», señaló, porque le resultó favorable a su teoría del caso. Y el fiscal Maximiliano Breide Obeid reveló que analizará con detenimiento la presentación de Sobisch en el juicio de 2008 por el asesinato, en el que fue condenado como autor el cabo primero José Darío Poblete, para confirmar las contradicciones en las que incurrió el exgobernador.

La coyuntura política


Es relevante la coyuntura política que le añade espesor a este caso. Sobisch está en el ocaso de su carrera política y no compite por ningún cargo en este año electoral, pero se le atribuyen vínculos estrechos con el candidato a gobernador Rolando Figueroa.

Gustavo Lucero, el defensor particular que citó a Sobisch como testigo, promociona en sus redes sociales los actos de Figueroa. En la audiencia de hoy se opuso a algunas preguntas del querellante Mendaña, en especial las que dejaron expuestas contradicciones de su testigo.

Hoy después del exgobernador declaró Mariano Mansilla, legislador del Frente de Todos devenido en socio político del oficialismo del MPN. Sobre el operativo de Arroyito, opinó que «me dio la impresión de que los jefes policiales interpretaron que estaban habilitados políticamente por Sobisch para ir por todos. En esa época daba entrevistas a medios nacionales en las que decía que en Neuquén se respetan las leyes, enrolado en lo que en política se llama la mano dura».

Por el contrario, Sobisch señaló que él había dejado el operativo en manos en la Policía porque «siempre le tuve gran confianza, gran respeto. Está muy bien conceptuada a nivel nacional. Cero corrupción, cero abuso. Ojalá este juicio sirva para que sigan teniendo el mismo respeto. Hay que cuidar a los que nos cuidan.»

Sobisch no miró ni una sola vez a Sandra Rodríguez. (Matías Subat)

Para acompañar con gestos sus palabras, al retirarse se abrazó con el exjefe de la Policía Carlos Zalazar y les dio la mano a cada uno de los otros siete imputados. En cambio, durante la hora y cuarto que duró su declaración, estuvo sentado a poco más de un metro de Sandra Rodríguez, la expareja de Carlos Fuentealba, y no la miró ni una sola vez.

Mientras saludaba a los exjerarcas, el secretario general de ATEN Marcelo Guagliardo gritó tres veces «Carlos Fuentealba», y los docentes que ocupan media sala de audiencias contestaron «presente, ahora y siempre».


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