Femicidio de Agostina: más testigos contradicen la «confesión» de Monsalve

A medida que avanza el juicio por el femicidio de Agostina la situación de los cinco imputados es más comprometida. La semana próxima serán los alegatos.

Cumplidas tres jornadas del juicio por jurados por el femicidio de Agostina Gisfman, el escenario es el mismo del proceso anterior que fue anulado por las amenazas escritas en el baño de los jurados varones: la fiscalía y la querella ya tienen ubicados en el lugar del crimen a Juan Carlos Monsalve, a su sobrino Enzo Monsalve y a su empleado Maximiliano Zapata; demostraron la conexión entre la joven víctima y Gustavo Chianese, y tienen por probado que la relación extramatrimonial de Juan Carlos con Agostina fue el motivo por el cual Ana Perales abandonó a su esposo y se fue a vivir con sus padres a San Javier.

A la vez, la parte acusadora pudo probar a través de testigos que Agostina no tenía dinero. Incluso horas antes de que la mataran, le pidió plata a un cliente para comprar un biberón para su hija de dos años. Dos días antes el padre le había regalado un par de zapatillas. Un taxista declaró que lo paró por la calle para pedirle cigarrillos.

Este detalle es importante porque Monsalve, en una confesión armada que brindó el primer día del juicio, acusó a Agostina de haberle robado 1,3 millón de pesos. La manera en que se los habría sustraído es de por sí inverosímil, pero además el imputado dijo que la noche del crimen se encontraron porque ella iba a devolverle la plata. Por los testigos, el jurado se informó que el día a día de la víctima distaba mucho alguien que posee semejante cantidad de dinero.

Si todo se desarrolla como está previsto, este viernes podría ser la última jornada de testigos y el lunes serán los alegatos del fiscal, el querellante y los defensores de los cinco imputados. Luego el juez Luis Giorgetti les dará las instrucciones al jurado, que pasará a deliberar.

¿Otra jornada extenuante?

En el primer juicio, la jornada de alegatos fue agotadora: empezó a las 8:30 y terminó alrededor de las 14:30, porque además de los abogados hablaron todos los imputados. Después fue el momento de las instrucciones, cuestión que el jurado se retiró a deliberar hacia las 15:30. Pero en realidad a esa hora recién comenzaron a almorzar.

Luego de una hora de deliberación tuvieron dudas sobre la manera de completar el formulario. Hubo que reunir otra vez a todos los abogados e imputados para despejar los interrogantes. Se hicieron las 19, y el jurado suspendió hasta el día siguiente el veredicto. Cuando reanudaron al otro día sabemos lo que pasó: la amenaza en el baño, la anulación, etcétera.

Para magistrados, funcionarios y abogados profesionales, una jornada tan extensa puede ser habitual (aunque excepcionalmente). Pero el jurado lo integran personas comunes, de diferentes edades, a las que se les encomienda una tarea sumamente delicada. Quizá en esta oportunidad se podrían tener en cuenta esas variables para evitar que terminen agotados.


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