La Angostura: hay ratada pero no hantavirus

A pesar de la superpoblación de roedores, no se registró ningún caso de la enfermedad zoonótica. No todos los roedores son colilargos en una ratada. Y del total de colilargos, solo entre el 3 y 5% pueden aportar el virus.

La población de roedores aumentó exponencialmente en la zona aledaña a Villa La Angostura en los últimos meses por la floración masiva de la caña colihue y la sobreoferta de alimento que poco a poco llega a su fin. Si bien los roedores se están desplazando en busca de comida, los especialistas advierten que la ratada no es sinónimo de hantavirus.

El ejemplo inmediato es la floración de la caña que se produjo en los bosques de Bariloche y en la zona del Manso allá por 2010 y 2011. Pese a la superpoblación de roedores, no se registró ningún caso de la enfermedad zoonótica.

“Ese año no hubo hantavirus. Si bien en Bariloche influyó la caída de ceniza del volcán cordón Caulle Puyehue, no ocurrió lo mismo en El Manso. Pero hubo un fuerte trabajo de prevención. Al año siguiente, hubo un par de casos aunque dentro de lo esperado”, explicó el médico veterinario Guillermo Mujica, de la Unidad Regional de Epidemiología y Salud Ambiental (Uresa) que aclaró que el promedio es entre 3 y 5 casos por año.

Con la floración de la caña colihue en las 90.000 hectáreas al norte del parque Nahuel Huapi, Eduardo Herrero, coordinador de Salud Ambiental del Ministerio de Salud de Río Negro, admitió que “la posibilidad de contagio es mayor. En este momento, por ejemplo, tenemos en Bariloche 100 roedores por hectárea y 5 infectados; en la zona de la ratada hay 1.000 roedores por hectárea y 50 están infectados”.

El médico veterinario aclaró que “si se hacen actividades puntuales de prevención disminuye la probabilidad de que aparezcan casos. No puedo afirmar que no habrá ninguno pero baja la probabilidad”.

No todos los roedores son colilargos en una ratada. Y del total de colilargos, entre el 3 y 5% pueden aportar el virus. “Aumenta la población de roedores pero el porcentaje de animales positivos se mantiene y es bajo. Hoy, los informes del Cean dan cuenta que el número de roedores ya llegó a su pico y ahora comienza a decaer. En la última captura, no se vieron roedores en etapa fértil”, planteó Mujica.

Murallas para impedir el paso de roedores

La experiencia en el Manso ante la invasión de roedores ocho años atrás dio resultado. Por eso, ahora los especialistas recomendaron a quienes viven “en la zona de la ratada” colocar barreras físicas en las viviendas y en los galpones para extremar las medidas de prevención.

“Una chapa lisa es como una muralla que impide al roedor ingresar a la vivienda, a un obrador o a un galpón”, sugirió Herrero.

Si no hay recursos, aclaró el veterinario, se pueden hacer zanjas de 60 o 70 centímetros por 30 de ancho alrededor de las viviendas y colocar baldes con agua en los bordes. Si bien los roedores saltan con facilidad las zanjas, esto se dificulta con la floración de la caña colihue ya que los animales están “hiperobesos”.

“La ratada genera un cambio de conducta. Los roedores caen, se amontonan en un rincón y si la noche es fría, mueren. Quedan ahí. Otra barrera física que funciona es un nylon de invernadero que se coloca a modo de muralla y se entierra 10 centímetros. Se colocan baldes con agua”, describió Herrero.

Al chocar con el nylon –continuó– el roedor busca cómo entrar hasta que termina cayendo en el balde”.

Los especialistas prefieren no apurarse. “Es un día a día”, insisten. Sin embargo, estiman que el fenómeno se acerca a la etapa llamada “crash poblacional”. “Es cuando ante la falta de alimento, los roedores comienzan a desplazarse y van muriendo poco a poco. Esto no es parejo en todos los lugares pero la cantidad baja. Y de los 800.000 roedores por hectárea vuelven a haber alrededor de 10”, describió Herrero.

Consejos para evitar contagios

Como medidas de prevención, los especialistas resaltan la higiene personal, el lavado de manos y no dejar comida a disposición de los roedores.

La limpieza debe efectuarse con barbijos, guantes y antiparras. Además, existe un protocolo para el manejo de animales muertos.


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