La campaña «limpia»

Por HUGO ALONSO

halonso@rionegro.com.ar

Si la tarea de «armar» y sobre todo de «vender» un candidato es materia que desvela a los políticos con poder de decisión en los partidos, la campaña para las elecciones legislativas de hoy ha obligado a todos esos dirigentes a dar una vuelta de tuerca más a sus estrategias de marketing en Roca.

En estas tierras, donde la contratación de expertos en crear imágenes positivas todavía es incipiente y reservada a unos pocos, la exaltación de las bondades de los candidatos mantiene las viejas usanzas. En consecuencia, la carrera parece ser por conseguir quién deja grabado más claro el nombre de su representante en la mente de los electores antes que la búsqueda de un convencimiento o seducción a partir de las ideas que transmite.

Y en este recorrido desenfrenado por imponer nombres y rostros, las ciudades han pagado con su limpieza el costo de cada comicio.

Pegatinas, pintadas y la distribución masiva de panfletos sometieron cada dos años, durante las últimas dos décadas, al objetivo de aquellos que pretenden desarrollar su vida cotidiana en una vía pública aseada, ordenada y con signos de embellecimiento en ascenso.

Pues bien, el derrotero hacia este 23 de octubre ha sido distinto as lo anterior en Roca.

Si bien el debate de propuestas todavía está lejos de encabezar el ranking de estrategias para sumar adhesiones, esta vez al menos la ciudad no padeció un bombardeo de publicidad estática. Por eso es posible pensar que en un par de meses más estas elecciones podrán recordarse sólo gracias a los archivos y no por seguir viendo la cara de un candidato cada vez que uno pasa por el paredón más cercano a su casa.

Haber arribado a este presente es producto de dos factores: la firme postura del gobierno municipal para hacer respetar la ordenanza que prohíbe ensuciar los espacios públicos y privados sin autorización; y el compromiso de los partidos a contribuir con la premisa de mantener la limpieza más allá de cualquier enfrentamiento político.

Todos se amoldaron al esquema legal, aceptando que sólo había una pared pública -sobre la calle 9 de Julio- para hacer pintadas, con igual cantidad de metros para cada uno y ubicaciones definidas al azar.

Claro que hubo díscolos y en el frente de algunos inmuebles aparecen hoy afiches de campaña. Sin embargo, el efecto logrado no fue el pretendido sino inverso, porque en las radios no tardaron en aparecer vecinos críticos con la fuerza responsable de esas publicidades.

La convivencia ordenada también pudo verse durante la última semana en la esquina más céntrica de la ciudad, Roca y Tucumán. Juntos pero no revueltos, radicales, peronistas, el ARI y humanistas se apostaron con padrones y boletas sobre los cuatro puntos disponibles, todo con absoluta tranquilidad.

En fin, el día clave llegó. Esta noche habrá festejos y caras largas, como siempre. Pero mañana será distinto y el ritmo de la ciudad no volverá con ese pesado lastre que siempre dejaron las elecciones en la vía pública.

No es un cambio estructural. No aportará soluciones a la salud, justicia o educación.

Es un signo de recuperación de una cuota del sentido de pertenencia. La ciudad está hoy más 'mimada' y la gran mayoría de los involucrados en el proceso electoral entendió que nada sirve perjudicar el lugar elegido para vivir si hay otras alternativas para hacer propaganda.

Sin dudas, un paso adelante en medio de tanta opacidad que refleja esta sociedad en sus actores políticos.


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