La carta al presidente de YPF
Sr. Miguel Galuccio:
De mi mayor consideración
He decidido escribirle para contarle una parte de la historia de YPF, de la cual he sabido desde mi niñez, y me he imaginado hasta en sueños esta trágica realidad muchas veces.
Era el 27 de enero de 1966 y mi padre, don Isax Astorga, manejaba en el desierto campo el colectivo repleto de trabajadores ypefianos que volvían de trabajar en un pozo ubicado en Catriel Oeste; lo había hecho mil veces… pero el destino le tenía preparado ese día ser testigo y sobreviviente de una de las mayores tragedias de YPF.
Me lo imagino viendo por el espejo retrovisor del colectivo cuando, hacia el final del pasillo, el fuego en un segundo tomó los cuerpos de sus compañeros; me lo imagino frenando inmediatamente y abriendo la pequeña puerta a su izquierda que tenían esos colectivos de la época… por esa puertita luego de la terrible explosión sacó como pudo a los pocos que sobrevivieron a la tragedia… no había agua para apagar el incendio… no había ayuda en medio del desierto… imposible entrar al colectivo en llamas. Los cuerpos quemados pendían de las ventanas. Mi padre y los que lograron salir solo podían tirar tierra con las manos para tratar de sofocarlo… luego, solo los gemidos de los heridos de muerte, sólo la soledad de un camino donde nadie pasa y el llanto de hombre de los sobrevivientes, viendo que nada podían hacer por sus compañeros, ¡sus amigos!, y la espera de horas y horas a que alguien pasara cerca.
Jamás mi padre quiso contarme una palabra de lo sucedido; todo lo que sé lo averigüé como a escondidas a lo largo de la vida… es que era tan grande el dolor que nadie que lo quería se animaba a hablar del asunto con él. Esa experiencia lo llevó a no decir palabra alguna por largo tiempo, según pude averiguar. Para él no hubo tratamiento psicológico ni reconocimiento de la empresa: nada hubo.
Isax Astorga falleció en octubre del 2011. se llevó consigo el sufrimiento, no quiso compartirlo conmigo… mi vida junto a él sólo fue de alegría y enseñanzas simples, como es la del respeto hacia las personas, el amor a los animales, el silbido de sus canciones preferidas, el canto, el reír y saludar con alegría a todos.
Luego de ese 25 de enero de 1966, mi padre Isax Astorga siguió trabajando en YPF hasta su jubilación en la década de los 80.
Atentamente
Fabián Astorga
Plaza Huincul, Neuquén
Sr. Miguel Galuccio:
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