La “casita de los viejos”

En las viviendas de los pioneros se forjó parte de la historia de la ciudad. Solo algunas resistieron al paso del tiempo.

Por Rosana Rins

Las primeras viviendas familiares fueron más que eso. En muchas casas de primeros pobladores se forjó parte de la historia de la ciudad. Alguna funcionó como sede del primer Concejo Municipal, en otras se diseñaron los servicios más esenciales y en otras, las reuniones políticas eran clave para definir hacia donde avanzaba la incipiente capital del territorio.

En el centro se ubican algunas de esas históricas casonas. La que mejor se conserva es la que perteneció a la familia del escribano Máximo Salcedo (construida en 1935), hoy convertida en una señorial confitería. A pocas cuadras de allí, sobre diagonal Alvear se encuentra la casa del exintendente Miguel Mango (construida en 1924), donde funcionó el pub La Casona. Mango fue presidente del primer Concejo Municipal creado en 1906.

En Independencia 366, una casa de ropa tradicional de la ciudad, fue la morada de la familia Carrera Frea (se levantó en 1929) y en Richieri 177 está la casa de los Rosa (que data de 1932), familia que instaló en la capital el primer matadero e inauguró la primera jabonería. Esa vivienda fue un salón de eventos infantiles y luego se puso a la venta.

Podemos mencionar también las viviendas de las familias ferroviarias que se levantaron a principios de 1900 cuando el ferrocarril cruzó el río Neuquén. De ellas solo una queda en pie, es donde ahora funciona el museo Paraje Confluencia. En el puente Neuquén-Cipolletti sigue en pie la casita del guardapuente que fue levantada en 1903, donde vivía el encargado de controlar el paso de los trenes.

Y no nos podemos olvidar de “La Siren”, la austera vivienda de Carlos Bouquet Roldán, impulsor del traslado de la capital al paraje Confluencia.

Pero hay dos, que sin duda son emblema histórico de la ciudad. Una de ellas es La Castellana, construida por Arsemio Martín en 1929, en Valentina Sur, para ser utilizada como vivienda familiar. Era el epicentro de reuniones políticas donde se definían cuestiones de importancia para la ciudad. De ellas participaron el exgobernador Enrique Pilotto, el terrateniente Casimiro Gómez y otras personalidades claves.

La segunda es la torre Talero, la morada levantada a pedido de Eduardo Talero en 1906. Ubicada en Bejarano y Lanín, fue el lugar que eligió el exsecretario de la Gobernación para alejarse de la vida política y dedicarse a su segunda pasión: las letras. Aunque una leyenda revela otra razón para su construcción: un amor prohibido.


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