La conciencia

Descartes culminó una serie de razonamientos metódicos y expresó por primera vez la famosa frase: “Pienso, luego existo”. Darwin, dos siglos después, mostró al mundo que la vida animal necesita tiempo, mucho tiempo, para gestarse, evolucionar y desarrollarse. Ambos confrontaron a Dios. Descartes, con su solvente método, no refutó la existencia de Dios, pero probó que sí existe, es posterior al hombre, contrario a lo que todos aprendimos en Catequesis. Darwin por su lado demostró que no se pudo haber creado la vida en 6 días, como a todos nos dijeron también en Catequesis. La conciencia de cada quien, para encausar cierto crecimiento moral, parece tener primero que demoler creencias ya arraigadas desde pequeños.

La conciencia de los ricos se comporta como el dinero, y la conciencia de los pobrecitos pobres no dispone de tiempo para tal pasatiempo. Así que sólo cuenta y nos ocupa la conciencia de los clase media. Nosotros somos libres porque la libertad es elegir el camino (y no rebelarse contra quienes te lo imponen) y durante el día nos invaden con información y al caer la noche, a eso de las 9 o 10, los programas de análisis político hacen por nosotros el ejercicio del pensamiento, la reflexión, en fin, de achinar los ojos y decir para los adentros ¿por qué será, che? Alimento del cual la conciencia “pu-die-se” nutrirse un poco.

La conciencia “nos-es-dada”. De ahí que no avizoremos, por ejemplo, que la última revolución del planeta la hicieron con armas, y que aquí nos creemos una con alegría. Conciencia es primeramente conocerse a si mismo. Y los clase media nos aferramos a la normalidad robotizante de la aparente libertad. ¿Se puede ser libre y consciente de si mismo cuando la normalidad es rival de lo auténtico y el pensamiento reflexivo? Si conocerse implica el pasado, pero nos da pereza evaluar el propio, ¿cual sería la pregunta entonces? Aquel Dios cartesiano o darwinista hoy en este país se llama FF. AA., así, con doble f y doble a, como corroborando un déjà vu del proceso.

El 10 de dic del 2015 es la gran escupida al cielo que ya empezó a caer. Hace como J. M. Riquelme, pisala, mirá, enfriá el partido; buscá el pase con conciencia, porque la cachiporra duele por todos lados.

Oliver Martin

DNI 29.045.864

Oliver Martin

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