La creatividad se dice en castellano

La verdadera potencia del castellano radica en la creatividad de sus artistas y pensadores. La calidad de sus ideas se refleja en obras estremecedoras y, en diversas ocasiones, también en oportunidades de negocios. Desde esta perspectiva el idioma crece más por su dinamismo que por la cantidad de personas que lo hablan.

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Jorge Valdano disparó la frase como quien la saca del bolsillo interior del saco y desde entonces algo cambió en el mundo del fútbol. «Miedo escénico», dijo el ex jugador, hombre culto, hoy manager del poderoso Real Madrid.

Miedo escénico. No pocos se quedaron pensando si la idea sería apenas una construcción literaria de este personaje del balompié que acostumbra a buscar redefiniciones al deporte que más ama. Miedo escénico es un verso, el principio de un poema que rima con en el botín de un jugador. Específicamente, Valdano se refería a lo que les sucede a los futbolistas cuando entran a ese Coliseo moderno que es el Santiago Bernabeu.

Por la misma época se despachó con otra máxima que dejó patidifusos a sus compañeros de Liga. Esta vez fue incluso más lejos: habló de «la ética del esfuerzo». ¿Etica del esfuerzo?, clamaron los puristas, los amantes de la transpiración que desprecian la letra o, al revés, los que adoran el verbo y se olvidan del músculo. Sí, así como lo oyen.

Esas dos frases contribuyeron a enaltecer la lengua castellana. No casualmente provienen de un tipo especial de intelectual. Uno que ha sabido valorar las supuestas contradicciones humanas. Cuerpo sano, mente sana, decían los griegos. Cuando una cosa implicaba la otra.

Las transgresiones de Valdano revitalizaron la discusión acerca de lo que se puede y debe decir en un idioma dinámico por naturaleza.

En el II Congreso Internacional de la Lengua realizado en Valladolid, el paleontólogo Juan Luis Arsuaga planteó la inexistencia de una cultura científica en España, que, entre otras consecuencias, perjudica la proyección y potencialidad de la lengua española en el ámbito internacional.

También denunció, y de esta manera hizo evidente otra cuestión, el «abismo» existente entre el trato institucional, social y educativo que recibe la cultura literaria frente a la científica.

Ursuaga obra con la razón, pero se olvida del espíritu. El fuerte de nuestra cultura, sustentada en su lengua, definitivamente es el ámbito de la creación literaria, el de la imaginación y el goce. No son chispazos o excepciones a la regla de ingenio obras maestras de la literatura universal como «El Quijote de La Mancha» de Cervantes, «Cien años de soledad» de Gabriel García Márquez, los relatos de Jorge Luis Borges, la poesía de Pablo Neruda, y esta lista podría seguir durante un buen rato.

La filosofía es un patrimonio del alemán y el francés, concedido, y la ciencia del norteamericano, qué podemos alegar al respecto. Hay motivos económicos y culturales para esas omisiones a las que alude Arsuaga, pero si nos olvidamos de los motivos del alma, corremos el serio riesgo de perder nuestra identidad.

No está en discusión la capacidad de los filósofos latinoamericanos, ni de sus científicos -muchos de ellos asentados en laboratorios del Primer Mundo- ni la lengua en si. Señalamos las marcas que definen y diferencian a quienes hablan el castellano.

En otro momento del encuentro en Valladolid Juan José Nieto, presidente de Telefónica Media, le respondió con franqueza al secretario de Cultura y Comunicación de la Nación, Darío Lopérfido, cuando al discutirse si el Estado debía contribuir o no a los contenidos audiovisuales señaló: «Si las ideas son buenas, el dinero va a estar siempre».

Y si las ideas vienen en castellano, mejor. La calidad y la creatividad, entre otros factores importantes, de lo que se genere en esta lengua determinarán su incidencia en el mundo y por lo tanto en el mercado. Nunca como hoy fue tan evidente que la lengua es la verdadera punta de lanza del desarrollo económico. La fórmula es compleja: las ideas en castellano constituirán en un futuro cercano el mejor producto de exportación de nuestros países, pero para que haya ideas deberán antes potencializarse la educación y los espacios del pensar.

El escritor chileno Luis Sepúlveda llegó a vender más de un millón de libros en Europa con una novela originalmente escrita en castellano: «El viejo que leía cartas amor». Su traducción no es una pérdida sino una ganancia para el idioma, el interés por un continente comienza por la palabra. Si las palabras son bellas, las posibilidades de seducción crecen. Uno de los resultados prácticos de este coqueteo entre continentes es el turismo.

«El lenguaje nos ayuda a capturar el mundo, y cuanto menos lenguaje tengamos, menos mundo capturamos. O más deficientemente. Una mayor capacidad expresiva supone una capacidad de comprensión de las cosas. Si se empobrece la lengua se empobrece el pensamiento», le indicó el académico de la lengua Fernando Lázaro Carreter al suplemento «Babelia» del diario «El País».

El poder del castellano está fundamentado en su potencia creativa antes que en el volumen de sus hablantes.

Pensemos en esta interesante cadena de éxitos. «Tanguito» fue un rocker de los «60 que se inspiró primero en los héroes musicales de su generación y construyó su propia forma de expresión. «La balsa» es su cenit. El se convirtió en una de las fuentes de las que bebieron cientos de excelentes músicos latinoamericanos que años después consolidarían el llamado rock en español. Muchos años después de su muerte, el periodista Víctor Pintos escribió una excelente biografía del músico, donde deja hablar a quienes lo conocieron. Sobre la base de ese libro se escribió el guión del filme «Tango Feroz», de Marcelo Piñeyro, que llevó a los cines a más de un millón de personas. Un récord latinoamericano para una película no hablada en inglés. Desde entonces Piñeyro es uno de los directores de mayor éxito en esta parte del continente y su figura sirvió de base para este resurgir del cine argentino, cuya última cúspide escaló en el Festival de Berlín con la premiada «La ciénaga» de Lucrecia Martel. Sí, todo en castellano.

La popularidad alcanzada principalmente en Europa por Federico Andahazi es otro elemento del mismo escenario. En la Argentina Andahazi recibió sobre todo críticas por su obra «El anatomista», una actitud injusta para una novela de alto vuelo que llegó a vender más de 200.000 ejemplares, con excelentes opiniones de medios como «The New York Times» y «La República».

La aparición del MTV Latino en los «90, compuesto de una programación donde se destacan los valores musicales en castellano, no es un dato menor. A pesar de que el panorama está dominado por el pop romántico y el pop a secas, MTV permitió dar a conocer a las audiencias masivas artistas brillantes que permanecía en cierto anonimato, salvo para el Cono Sur; Luis Alberto Spinetta es un caso. Los videos y los recitales acústicos mostraron el valor de Fito Páez, Maná, Charly García, La Ley, Café Tacuba, entre muchos otros. Junto a ellos también creció una generación de cineastas y directores de videos que llevaron sus rostros al formato de la pantalla chica.

«La importancia de una lengua está en su peso en la cultura mundial y por su contribución a la historia de la humanidad», añade Lázaro Carreter.

En los 10 años últimos Latinoamérica, incluso más que España, ha dado muestras de su originalidad y compromiso en materia de arte y entretenimiento. Un mapa de la situación deberá apuntar al cine -la mexicana «Amores Perros» y «La ciénaga»-, la literatura -escritores de la talla de Rodrigo Fresán y Alberto Fuguet- y la música – los ya separados Illia Kuryaki & The Valderramas o El Trip- sólo para empezar.

Que Breat Easton Ellis mencione en su supervendida novela «American Psycho» a Pablo Neruda y lo propio haga Sam Shepard con César Vallejo en «Crónicas de motel», quiere decir mucho.

A diferencia de otras épocas, la confluencia de creatividad se ha vuelto algo común en Hispanoamérica. No nos sorprende que Andrés Calamaro sea un ídolo pop/rock en España, ni que en el último disco de Alejandro Sanz haya un homenaje a Astor Piazzolla. Mucho menos que Rubén Blades brinde en Nueva York un recital exclusivo -en castellano- para la Sony.

Nuestras mentes son el capital del idioma que hablamos.

Claudio Andrade

candrade@rionegro.com.ar


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