La dinámica de lo impensado

Cuando Dante Panzeri escribió en 1967 la que acaso fue su obra cumbre, “Dinámica de lo impensado”, el gran periodista hablaba, en rigor, de lo que sucedía dentro de la cancha. La dinámica de lo impensado se refería al juego. Panzeri lo llamó así porque ya entonces había muchos que comenzaban a tratar al fútbol casi como si fuera una ciencia exacta. Nos querían hacer creer que una buena táctica bastaba como garantía del éxito. Panzeri, en cambio, nos avisaba que, habiendo un rival que tiene sus propios planes y estando el factor humano y colectivo de por medio, el fútbol era entonces el deporte acaso más impredecible de todos. Y que ese era su fortín. La imprevisibilidad. La dinámica de lo impensado. Pero Panzeri, que también fue un durísimo crítico de la dirigencia (en 1974 escribió “Burguesía y gangsterismo en el deporte”), jamás se imaginó que esa dinámica de lo impensado dominaría también afuera de la cancha. Que sería la característica central del fútbol argentino. Y no como elogio justamente. El diario “Río Negro” me pide un artículo sobre qué podría ofrecernos el deporte argentino en el 2017. Se cumplirá medio siglo del libro de Panzeri. Y lo extrañamos cada vez más. Porque, como pocas veces, el fútbol argentino del 2017 promete ser dinámica de lo impensado.

Allí está en estos días pasando el fin de año hospitalizado Armando Pérez, el presidente de 72 años de la Comisión Regularizadora que el gobierno de Mauricio Macri impuso en la AFA, en consenso con la Conmebol y con la FIFA. Me dicen que es casi un hecho que Pérez, cuando se recupere, no volverá a tomar la bomba de tiempo de la pelota criolla. Que sería ridículo hacerlo después de que la salud le dio un aviso tan fuerte.

La Navidad pasó entonces en medio de rumores. Los más ruidosos, que mencionan a Javier Medín o a Daniel Angelici, buscarían fortalecer el poder de Boca. El primero, ya miembro de la Comisión Regularizadora, fue abogado de Boca. El segundo, claro, es el presidente xeneize. Y Boca, también está claro, es el equipo de Macri. Hoy por hoy, eso significa ser el equipo del poder. Boca cerró el 2016 como líder firme del campeonato. Pero sigue desesperado porque no logró siquiera un boleto a competencias internacionales en el 2017. Y, además, porque ya sabe que perderá a su figura principal, Carlos Tevez.

¿Acaso deberemos estar pendientes del fútbol chino en el 2017? ¿Acaso querremos ver los goles de Carlitos en el Shanghai Shenhua, que le pagará 722.000 euros por semana y lo convertirá en el futbolista mejor pago del mundo, por encima inclusive de Leo Messi y de Cristiano Ronaldo? ¿Cómo entender que, detrás de Tevez, estén en la lista de los futbolistas mejor pagos del mundo dos jugadores como el Pocho Lavezzi y el brasileño Oscar? El primero fue acaso a cerrar su carrera a China. Más comprensible. Pero el segundo tiene 25 años. Es una de las figuras de Chelsea, líder en la Premier League. El fútbol inglés, por lejos el más millonario del mundo, no puede creer lo que está sucediendo. Que una Liga inexistente en la competencia internacional como China le saque a una de sus figuras. ¿Veremos acaso más de esto en el 2017?

Si hablamos de la escena internacional, otro gran tema será ver cómo sigue “la guerra fría” que en el 2016 libraron a través del deporte Estados Unidos y Rusia. El FBI actuó para desnudar el doping de Estado de los rusos, que ya fueron despojados por esta razón de campeonatos mundiales que debían albergar en el 2017.

Estados Unidos acusa a Rusia de haber intervenido en sus últimas elecciones al hackear las cuentas privadas de la derrotada candidata demócrata Hillary Clinton.

Hasta semanas atrás, el escenario parecía anunciar que Estados Unidos seguiría su carrera contra Moscú hasta quitarle a Rusia la sede de la Copa Mundial de fútbol del 2018. ¿Pero se mantendrá esa política cuando Donald Trump, supuesto amigo de Vladimir Putin, asuma en enero como nuevo presidente norteamericano? Trump, es un hecho, cambiará la política internacional. ¿Cambiará también la geopolítica del deporte?

Volvamos a la Argentina. Es todavía incierta la participación de Juan Martín Del Potro en el debut de febrero de la Copa Davis contra Italia en Buenos Aires.

Es incierta la evolución de Los Pumas tras el año durísimo que implicó un 2016 con Championship y Super Rugby. Y hay otras incertidumbres, claro.

Pero la incertidumbre mayor es la del fútbol. Y no porque Boca, que al cierre del 2016 por fin parecía haber encontrado el equipo, deberá rearmarse ahora ante la partida de Tevez y tal vez de alguna otra figura. Sino porque, como dijimos al inicio, la AFA es todo un misterio.

La jueza María Romilda Servini de Cubría, que frenó primero, acaso en sintonía con el gobierno, la posibilidad de elecciones democráticas, las quiso impulsar luego, pero fue advertida en estos días por la FIFA. Gianni Infantino, nuevo presidente de la FIFA, ya toleró intromisiones previas. Avisa que no las tolerará más.

El gobierno no quiso elecciones en la AFA porque el ganador, estaba claro, jamás iba a ser el de su agrado. O los clubes del ascenso, que temen que una Super Liga los relegue al olvido. O Marcelo Tinelli, que, gestión exitosa mediante, hasta podría ser rival político en elecciones futuras. ¿O no recordamos que el propio Macri inició su campaña política a partir de sus éxitos en el fútbol?

El cierre del 2016 es tan caótico que los clubes, sin el dinero de la TV, amenazan con un lock out para cuando deba recomenzar el torneo. Sí o sí, la AFA celebrará elecciones en el 2017. Autoridades democráticamente elegidas tendrán más autoridad para cerrar la negociación por los nuevos derechos de TV.

El año próximo, es un hecho, marcará también el fin del programa Fútbol para Todos (FPT). ¿Volverá el fútbol a un monopolio cerrado y abusivo que, en su momento, dio fuerte legitimidad a FPT? ¿Cómo influirá en la negociación el hecho de que el 2017 será un año electoral para la política? Y, lo último, en el 2017 la selección del Patón Bauza se jugará su clasificación a Rusia.

Argentina cerró el 2016 liderando el ranking de selecciones de la FIFA. Es una clasificación mentirosa para una selección que también cerró el año en el quinto puesto de la eliminatoria sudamericana, por ahora, sin boleto directo al próximo Mundial. Se juegue o no en Rusia, la selección –el fútbol argentino todo– sabe que, si algún sueño mundialista se puede alimentar, el primero de la lista sigue siendo Messi. Leo será, otra vez, nuestro principal motor de ilusión. Hasta que, Dios no lo quiera, aparezcan los chinos para llevárselo también a él a Shanghai.

Deportes

En el 2017 se cumplen 50 años del gran libro de Dante Panzeri. Nunca imaginó que la dinámica de lo impensado dominaría también afuera de la cancha.

Otro gran tema será ver cómo sigue “la guerra fría” que en el 2016 libraron a través del deporte EE. UU. y Rusia. ¿Se jugará el Mundial en la tierra de Putin?

Datos

En el 2017 se cumplen 50 años del gran libro de Dante Panzeri. Nunca imaginó que la dinámica de lo impensado dominaría también afuera de la cancha.
Otro gran tema será ver cómo sigue “la guerra fría” que en el 2016 libraron a través del deporte EE. UU. y Rusia. ¿Se jugará el Mundial en la tierra de Putin?

Exit mobile version