La Escuelita: la dolorosa búsqueda de Carlos Chaves, el desaparecido que «se lo tragó la tierra»

El secuestro fue en Cutral Co hace 45 años, cuando el militante tenía 24 años. No volvió a saberse nada de él.

Gladys Durán dijo que a su esposo, Carlos Chaves, “se lo tragó la tierra” para ejemplificar que, después de que el grupo de tareas se lo llevó a la rastra el 14 de junio de 1976, nunca supo más de él.

A 45 años del secuestro en Cutral Co, otros sobrevivientes le contaron que fue llevado a Neuquén, que lo vieron por la tarde en la comarca golpeado en un patrullero y que habría estado en el centro clandestino “La Escuelita” de Bahía Blanca. Ni un dato más.

A partir de esa madrugada acumuló una innumerable cantidad de presentaciones, constancias de búsqueda por su destino, habeas corpus y una mayor angustia acopiada a lo largo de los años en que siguió buscándolo. Del ministerio del Interior le contestaron, por ejemplo, siempre con el mismo latiguillo “que no tenían a nadie detenido con ese nombre, que no tenían figura como detenido”.

El comisario de Cutral Co en 1976, Héctor Mendoza, le mintió en la cara cuando le dijo que ese día no supo qué ocurrió porque tenía parte de enfermo, así es que no sabía qué había ocurrido en la comisaría a su cargo, en una semana en la que los carros del Ejército coparon las calles de toda la manzana de la unidad policial y las escuelas estaban rodeadas por camiones con conscriptos. Varios de los detenidos aseguraron haber sido torturados por el mismo Mendoza. “Me dijeron después que lo vieron en la comisaría, pero el comisario, sólo decía que no sabía porque estaba de licencia”.

En el comando de Neuquén, Oscar Reinhold le dijo que era un “operativo de Bahía Blanca”, pero tampoco encontró respuestas en el V Cuerpo.


Testimonios presenciales


En el séptimo juicio “La Escuelita”, donde las audiencias del último mes fueron virtuales por las restricciones de circulación para evitar los contagios en aumento, Gladys pidió declarar ante los jueces y no a través de una computadora.

El Tribunal hizo la excepción y permitió la presencialidad de ella y de sus dos hermanas, que con 16 y 18 años también estaban en la casa materna el día en que se llevaron a Chaves. Estuvo el tribunal en pleno: Simón Bracco, Alejandro Silva y Alejandro Cabral.

“Es increíble que después de 45 años, tenga que estar acá pidiendo justicia. Lo hago por mi hija Marta Lorena, que tenía dos meses y nunca supo lo que era tener un papá. Con él no tiene fotos, la última es la del casamiento”, dijo Gladys.

Ella tenía 25 años cuando ocurrió el secuestro, la niña tenía 2 meses. Chaves iba a cumplir 25 en septiembre de 1976 y trabajaba como operario de YPF; se habían casado en 1975.

Durán no supo de la militancia de Chaves en el PRT y explicó que algunos de sus amigos como Miguel Pincheira y José Delineo Méndez (ambos desaparecidos y secuestrados esa misma semana) eran sus amigos con quienes compartió actividades de militancia barrial en la iglesia católica.


Borcegos, uniformes azules y verdes


“No vivían en casa, esa noche se quedaron a dormir con mi sobrina”, explicó Nancy Durán, hermana de Gladys.

El secuestro fue a la madrugada.

El timbre de la casa materna sonó muchas veces y cuando Gladys abrió la puerta a una persona conocida, “se metieron todos en la casa. Mi hermano pensó que eran ladrones y se fue encima de uno, que lo desmayó de un culatazo”, dijo Nancy.

Agregó que tenían los rostros cubiertos y sólo vio borcegos y uniformes verdes de los que entraron a su pieza. Se llevaron a su cuñado y robaron bebidas y otras cosas de la cocina, dijo.

Como a las 21 se metieron otra vez. Todos fueron a dar con las manos contra las paredes y les dijeron haber encontrado panfletos atrás de la casa.

“Había uno de uniforme azul que era como jefe y los otros venían de verde”, sostuvo. Su hermana Amalia agregó que cuando Argentina Seguel (compañera de secundaria) volvió del secuestro, les dijo que ella había visto a Carlos Chaves sin ropa en un camión, con los ojos tapados.

“Argentina quería contar, pero los profesores le decían que no hablara”, recordó Amalia.


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