La estrategia del gobierno para desactivar piquetes

Aníbal Fernández es el mentor del plan de "invasión policial" en las arterias clave.

por NICOLAS WIÑAZKI

BUENOS AIRES (ABA).- Cuando Néstor Kirchner quiere consejos sobre el tema piquetero, algo que lo desvela, lo llama a él. De los miembros de su Gabinete, Aníbal Fernández, el ministro del Interior, es quien más conoce a esos grupos sociales, que se transformaron en la máxima preocupación presidencial.

Fernández trata hace años con todos los líderes piqueteros. Los «padece», según describen en su entorno, de las épocas en que se desempeñó como ministro de Trabajo bonaerense, bajo la administración de Carlos Ruckauf: «Por aquel tiempo vivíamos con el ministerio tomado por los piqueteros», recuerda un asesor suyo que lo acompaña desde entonces.

Fernández fue el ideólogo del nuevo plan del Gobierno para controlar los piquetes. Este 26 de agosto fue la primera vez en años que los grupos piqueteros no cortaron el puente Pueyrredón de la localidad bonaerense de Avella

neda, algo que hacen desde el 26 de julio del 2002, día en que fueron asesinados allí los manifestantes Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Fernández organizó un «maxi» operativo policial para mantener bajo control ese puente y los accesos a la Plaza de Mayo, otro lugar donde los piqueteros solían protestar a diario.

Su plan incluye una «invasión» de uniformados en las calles: el puente Pueyrredón, por ejemplo, es custodiado ahora por más de 2000 policías en los días en que los piqueteros amenazan con coparlo.

Fernández controla esos operativos con cierto nerviosismo desde su oficina, acompañado por el jefe de la policía Federal, el comisario Néstor Valleca.

Dicen en la Rosada que Fernández, en los primeros meses de este Gobierno, aconsejó a Kirchner utilizar la misma estrategia que le había acercado a su ex jefe Eduardo Duhalde: dividir a los grupos piqueteros para disminuir sus fuerzas.

En las épocas de Duhalde Fernández fue clave en el armado del Plan Jefas y Jefes de Hogar, que repartió cientos de millones de pesos entre los grupos piqueteros. Por esa época –y también en su gestión en Trabajo en la provincia de Buenos Aires-, Fernández acordó con Raúl Castells y Luis D'Elía, entre otros, el reparto de subsidios a cambio de cierta reducción en el nivel y virulencia de las protestas, según confesaron cerca de esos líderes sociales. Duhalde tuvo que anticipar su salida del poder luego de las muertes de Kosteki y Santillán y, como Kirchner, vivió obsesionado por los piqueteros. Hizo de todo para calmarlos.

A instancia de Fernández, por ejemplo, hasta repartió 1 millón de pesos en tickets de supermercados entre las distintas agrupaciones. Cristina Fernández denunció un pacto de desestabilización en contra del Gobierno y acusó a Castells de visitar a Duhald en Olivos. El dato se lo había dado Fernández, que conoce a Castells hace 8 años y fue quien lo acompañó a esas reuniones junto a Duhalde.

Hoy el ministro montó una estructura política para mantener bajo control el «tema piquetero». Su primo, Héctor Metón, es titular del programa Arraigo, organismo que se encarga de resolver problemas de viviendas entre las agrupaciones piqueteras.

En la Rosada dicen que él también que impuso al piquetero Jorge Ceballos para que asuma como funcionario de Desarrollo Social. Sergio Berni, secretario de la ministra Alicia Kirchner, también responde a Fernández. Su influencia en el tema le valió algunos enemigos: el piquetero oficialista D'Elía, por ejemplo, no tiene un buen trato con él. Prefiere dialogar con la ministro Kirchner o, en menor medida, con Oscar Parrilli, el secretario General de la Presidencia.

Nina Pelozo, esposa de Raúl Castells, dice que Fernández cambió en su trato con los piqueteros con el paso de los años: «Antes, cuando estaba con Duhalde, dialogaba más con nosotros. Pero desde que está con Kirchner está más intransigente que nunca. Eso sí, nunca fue un tipo con códigos. Me acuerdo que acordábamos cosas en conjunto y él nunca cumplía con sus promesas». Fernández tiene hoy bajo su mando el delicado armado de la nueva estrategia oficial con los piqueteros: no dejarlos cortar las calles.

En plena campaña electoral, el Gobierno viró su estrategia. «No es un cambio», desmintió Fernández, «sólo se reforzó la tarea preventiva». Pero, a la vez, acusó a los piqueteros de querer «provocar» al Gobierno y también aseguró que podría haber detenciones entre los líderes de las agrupaciones más díscolas: «No es difícil encontrarlos», amenazó con conocimiento de causa.


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