La Iglesia católica de Bariloche ante el debate sobre su rol «social y espiritual»

la pandemia acentuó el alejamiento de los fieles  pero ratificó el compromiso de los religiosos con los más necesitados. Radiografía de una organización que discute cómo transformarse para mantener la vigencia de su mensaje.

Entender “el signo de los tiempos” fue desde siempre uno de los cometidos centrales de la Iglesia católica, que hoy atraviesa por un momento especialmente “desafiante”, aseguró el obispo Juan José Chaparro, responsable desde hace ocho años de la diócesis con sede en Bariloche.

Lo dijo en relación con las dificultades impuestas por la crisis de participación en las actividades pastorales y también por las normativas sanitarias del último año y medio, que afectaron las prácticas religiosas en general.

Chaparro dijo que “la gente ha sufrido mucho no poder reunirse”. También por la imposibilidad de mantener el trabajo territorial. Admitió que no fueron muchos los que siguieron las misas por vía remota. “Ahora estamos recuperando la presencialidad, pero también hay gente que no se ha acercado nunca más, en parte por razones de salud -dijo el obispo-. Lo principal es el cuidado de la vida. Pero la dimensión espiritual también es muy importante, en el ámbito que sea”.

La Iglesia tiene en Bariloche 11 parroquias, cada una con su red de capillas (cinco en promedio), que son atendidas por unos 15 sacerdotes, pertenecientes en su mayoría al “clero” diocesano, aunque también hay curas de la congregación salesiana y uno más de los misioneros vicentinos.

La fe está en crisis, sostienen los sacerdotes de una organización milenaria. Foto: Chino Leiva

También participan de la Iglesia en Bariloche 10 monjas de vida “activa”, la mayoría en barrios del Alto. Pertenecen a las órdenes salesiana, misioneras del espíritu santo y dominicas irlandesas. Se le suman otras siete religiosas de vida “contemplativa”, que residen en el convento de carmelitas descalzas ubicado en la zona oeste de Bariloche.

Como parte de esa estructura se podría agregar también a un seminarista (el único barilochense en la actualidad), a quien le faltan dos años para ordenarse como sacerdote.

El padre Pablo Bustos (salesiano) está a cargo desde febrero de 2020 de la parroquia de San Cayetano, ubicada en el corazón del barrio El Frutillar y con jurisdicción sobre 14 barrios de la Pampa de Huenuleo.

Dijo que esa parroquia “tiene una comunidad muy participativa”, y que la gente de todas las edades pasado el peor momento de la pandemia no dudó en volver, “porque encuentran cercanía y protección”. Entre otras tareas que realizan en las distintas capillas y barrios mencionó el acompañamiento de madres adolescentes y también el grupo de “mamás emprendedoras”, que realizan ferias de ropa y venta de alimentos para procurarse un ingreso. Trabajan además con microcréditos, talleres de costura, microemprendimientos de cocina y distribución de módulos alimentarios.

El párroco Pablo Bustos está a cargo de la parroquia San Cayetano de Bariloche. Foto: Chino Leiva

El padre Bustos dijo, desde su experiencia, que igual la red social de la iglesia “no alcanza” y por eso procuran “abrirse a trabajar con todo tipo de organizaciones”. Mencionó entre otras la fundación Gente Nueva y las entidades enfocadas “en el problema de la tierra”.

Según el cura, su principal propósito es “acompañar a las personas en las dimensiones tanto económica como espiritual. El número se va recomponiendo de a poco, pero uno nota mucha búsqueda de contención, de seguir creciendo”.

Trabajo extendido


El obispo Chaparro también habló de la ayuda desplegada desde la organización Cáritas, que ha llevado asistencia “incluso a lugares donde la gente resiste al Estado, como pasó con los incendios de El Hoyo y Lago Puelo”.

Mencionó también la contención para personas en situación de calle que realizan desde el hogar Emaús. Dijo que ante la necesidad cada vez mayor, tuvieron que improvisar una sede extra “en una casita que tenía el obispado para alojar a gente que viajaba del campo por tratamientos de salud o por visitas a la cárcel”.

El gestor inicial de Emaús es el padre José María Lynch, también párroco de San Francisco de Asís, en el Ñireco. Lynch dijo que “el actual es un momento muy especial en la historia de la iglesia católica” y por eso en todo América Latina y el Caribe promueven por estos días “un trabajo eclesial de revisión sobre la forma de hacer las cosas”. Señaló que es un proceso que está en todo el continente al menos hasta fin de mes y al que aportan también los sacerdotes y fieles barilochenses.

Dijo que ese intercambio “es muy bueno, porque permite abordar todo, por ejemplo las dificultades planteadas en temas que van desde la pedofilia hasta la globalización y la relación con la naturaleza”.

Aseguró que “hay modelos de lo más variados” y que la situación obliga a “escuchar a todos, incluidos los no creyentes”. Lynch dijo “no en todas las parroquias es igual, pero el trabajo social que se realiza es muy importante”.

Cáritas y las pastorales son brazos de la Iglesia católica para atender las necesidades de la comunidad. Foto: Chino Leiva

Agregó que “en este momento esencial para todo el país tiene más peso que nunca lo que enseñó Jesús: poner el cuidado en los más pobres”. Señaló que “hay una evolución” en esa materia y un impulso mayor para “acompañar lo que haga el Estado desde el voluntariado”. Puso como ejemplo el trabajo desarrollado en Emaús, donde el aporte de los laicos fue clave desde el inicio para sostener el proyecto.

Otra iniciativa vinculada con la iglesia de fuerte desarrollo es la fundación educativa y laboral San José Obrero.
Lynch señaló sin embargo que la crisis de fe es imposible de ocultar. “No cabe la menor duda de que hay un enfriamiento”, señaló. Dijo que la peregrinación a Virgen de las Nieves (siempre se hace el primer fin de semana de noviembre) fue muy masiva en 2019, pero en 2020 no se hizo y este año habrá un esquema cauteloso, sin invitación expresa para un día fijo. La reciente festividad de San Cayetano tampoco convocó como otras veces.

Según Lynch, los jóvenes se acercan poco, algunos en su parroquia se integran al coro, pero son grupos en los que les cuesta lograr mayor inserción. “La iglesia tiene que cambiar, muchas cosas, pero en lo sacramental no va a cambiar. Lo que era pecado lo sigue siendo y eso no va a cambiar”, reflexionó.

Sobre la situación de los jóvenes y adolescentes también el obispo Chaparro también manifestó su preocupación y habló del “crecimiento alarmante de las enfermedades psíquicas”, que él acompañó “personalmente” en algunos casos.
Señaló que los equipos de pastoral social no volvieron a reunirse pero están activos, lo mismo que la pastoral carcelaria por ahora sin visitas directas. Chaparro afirmó que “se han multiplicado las reuniones por zoom. Ya hay una costumbre y es algo que va a quedar de todo esto”.

Sin embargo, como pasa en el sistema educativo, ese recurso no es para todos. El padre Bustos dijo que en Alto el trabajo de la parroquia se complicó porque en esos barrios “hay muy poca accesibilidad a internet”. Agregó que el auge de las redes sociales son una realidad que influye mucho, y que “pueden impactar para bien o para mal”.

Chaparro dijo a modo de balance que “los sacerdotes han estado muy cerca de la gente, porque es un momento muy difícil” y aseguró que “el acompañamiento fue muy útil, aun con todas las limitaciones y los miedos” que ha provocado la pandemia.

La relación con los gobiernos


La iglesia mantiene históricamente un vínculo estrecho con los gobiernos, que pasa por lo económico y también por la coordinación de tareas “en el terreno”, las consultas y la búsqueda de opiniones, porque se trata de una institución que en ciertos temas de alto impacto tiene “cosas para decir”.

El obispo Chaparro participó en su momento de manera activa en mesas de diálogo con comunidades mapuche, como la que se conformó luego de la ocupación en Villa Mascardi, pero que no llegó a resultado alguno.

Consultado sobre su relación con los gobiernos, dijo que la iglesia es “respetada” y siempre dice lo suyo. “Con las autoridades la iglesia está muy presente, colaboramos en todo lo que se puede. Por ejemplo hay un edificio que prestamos en el barrio 2 de Agosto para que funcione un jardín del Estado -refirió-. Es una relación como todas, hay acuerdos y desacuerdos. En algún momento de la cuarentena cuando creíamos que había que abrir más, lo hicimos sentir. Siempre hablamos con el intendente Gennuso y somos escuchados. En la provincia también”.


Debate espinoso


Con inevitables secuelas por los golpes recibidos, pero decidida a persistir en su postura y dejarla en claro “cada vez que haga falta”. Así salió la iglesia católica del debate sobre la legalización del aborto, que fue aprobado por el Congreso el año pasado, luego de un intento frustrado en 2018.

Según el obispo Chaparro, la situación no cambió en lo esencial. “Seguimos siempre con la enseñanza de la iglesia, la de sostener el sí a la vida desde la gestación -aseguró-. Siempre estaremos comprometidos con eso, a pesar de cualquier legislación”. Dijo que más allá de la posición sostenida por la iglesia institucional, hay laicos comprometidos así como abogados que trabajan en el tema y médicos que se oponen a practicar abortos.

Cristo, una de las imágenes talladas de la Iglesia Inmaculada. Foto: Chino Leiva

El obispo señaló que “no todo puede limitarse a decir ´aborto si´ o ´aborto no´. Una tarea importante que desarrollamos es por ejemplo la de acompañar a las jóvenes embarazadas, para que puedan recibir esa vida de la mejor manera. Es legítimo que haya distintas miradas a la hora de debatir. Y es posible que en poco tiempo se venga una controversia parecida sobre la eutanasia”.

En lo relacionado con la educación sexual Chaparro consideró que -más allá de las polémicas- se trata de una herramienta “indispensable”. Pero dijo que la iglesia pone el acento en que “se respeten siempre todas las identidades, porque los dogmatismos no son buenos para nadie”.

El padre Lynch dijo también que la iglesia en relación con el aborto “no hace más que basarse en la verdad de Cristo” y que lo desaprueba porque la interrupción del embarazo “no es otra cosa que matar el bebito en el seno de la madre”. También se manifestó en desacuerdo con que “cada uno pueda elegir su sexo, como se plantea ahora”, lo cual va en contra de “un magisterio muy claro” que sostuvo siempre la iglesia. “Hoy tratamos de mantenernos firmes y decir las cosas que tenemos que decir”, afirmó.


Un ancho espacio de acción


La organización Cáritas funciona como un complejo entramado de iniciativas y programas que buscan dar respuesta a las demandas más urgentes en materia alimentaria, de trabajo, ropa, vivienda y también contención psicológica, asesoramiento jurídico y tratamiento de adicciones.

Su actual presidente en Bariloche es Leonardo Basanta, quien aseguró que en el último año los pedidos recibidos “se multiplicaron por tres”. Dijo que tratan en esta etapa de “cambiar estrategias” para salirse del asistencialismo clásico y “enseñar a pescar”, a fin de que “las personas puedan procurarse sus propias soluciones”.

En esea línea, dijo, ya lograron levantar 21 viviendas en Sierra Colorada por “autoconstrucción” y hoy desarrollan un programa similar en Maquinchao.

La parroquia San Cayetano de Bariloche, está ubicada en el barrio El Frutillar. Foto: Chino Leiva

Cáritas es la organización de la iglesia con más extensión territorial, tiene presencia en todas las parroquias y más de cien miembros activos en Bariloche. Basanta dijo que se autorganizan por áreas. Una de ellas está dedicada por entero a la “ayuda inmediata”, especialmente de tipo alimentario. Tienen un “stock base” sostenido con recursos propios y donaciones, que distribuyen “en red” a través de las parroquias y centros comunitarios.

Otras áreas son las de “economía social y solidaria”, que otorga microcréditos de hasta 200 mil pesos para desarrollar emprendimientos productivos. “Hay desde zapatos hasta alimentos de todo tipo -aseguró Basanta-. Son créditos casi sin interés y con garantías mínimas. Actualmente hay más de 90”.

Entre otras áreas de trabajo de Cáritas mencionó la educativa “que hoy llega con 43 becas a chicos de la Línea Sur que se instalan para estudiar en Bariloche” y el “área de ciudadanía”, la más reciente, que comprende el asesoramiento jurídico, psicológico y “la articulación con otras organizaciones” de importante trabajo comunitario. En este último caso, les brindan ayuda para acceder a subsidios o donaciones cuando no cuentan con personería propia.

“Las necesidades son muchísimas y siempre va a faltar algo, pero creemos que ahora vamos a llegar mejor con estos cambios de estrategia”, afirmó Basanta.


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