«La Iglesia Católica es la única verdadera»

Lo sostuvo el Vaticano. Criticó el "relativismo" que iguala religiones. Reconoció a otras denominaciones cristianas como "particulares". Anglicanos y evangélicos creen que obstaculizará el diálogo.

Roma (dpa-EFE).- El Vaticano reiteró en un polémico documento publicado ayer la validez única del cristianismo frente a las demás religiones y el carácter «único y universal» de la Iglesia Católica respecto de las demás confesiones cristianas.

El documento, de 36 páginas, titulado «Dominus Iesus», firmado por el cardenal alemán Jozeph Ratzinger, prefecto de la Sacra Congregación para la Doctrina de la Fe, provocó fuertes críticas internacionales.

En el texto, la Iglesia Católica se atribuye el papel mediador y referente en el mensaje de salvación de la Humanidad que a su juicio está «en el sufrimiento, muerte y resurrección de Cristo», por lo que niega que existan otras vías complementarias, representadas por otras Iglesias.

Sin citar expresamente a las iglesias protestantes ni a la Iglesia Ortodoxa, el documento reitera la primacía del Vaticano sobre todas las demás iglesias cristianas y afirma que «ésta (la católica) es la única iglesia de Cristo», gobernada «por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él».

Fuertes críticas

El jefe de la Iglesia Anglicana, el arzobispo de Canterbury George Carey, reprochó a Ratzinger el ignorar tres decenios de diálogo ecuménico, mientras el presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania, Manfred Kock, calificó el documento de «golpe al diálogo ecuménico». Se anticipaba en Londres que la declaración de Ratzinger tensará las relaciones con la Iglesia Anglicana en vísperas de la entrevista que en octubre sostendrán en Roma el Papa Juan Pablo II y la Reina Isabel II de Inglaterra.

La declaración, dirigida a obispos, teólogos y fieles, aclara que su propósito es sólo exponer nuevamente la doctrina católica sobre la «unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia», y refutar «posiciones erróneas o ambiguas» al respecto. El documento arremete contra el «peligro» de las teorías «relativistas», que «tratan de justificar el pluralismo religioso».

Estas posiciones, de naturaleza filosófica o teológica, dice, «obstaculizan la inteligencia y la acogida de la verdad revelada», y dan por «superadas» cuestiones fundamentales del cristianismo como «el carácter definitivo y completo de la revelación de Jesucristo», y arrojan sobre ellas «la sombra de la duda y la inseguridad».

Luego de establecer que la Iglesia Católica es la «única Iglesia de Cristo», el documento, en evidente alusión a ortodoxos y anglicanos, reconoce como «verdaderas iglesias particulares», aquellas que, sin estar «en perfecta comunión con la Iglesia Católica», mantienen con ella vínculos muy estrechos, «como la sucesión apostólica y la Eucaristía», a pesar de que rechacen la jerarquía católica «que, por voluntad de Dios, posee y ejercita objetivamente sobre toda la Iglesia el Obispo de Roma».

Las «comunidades eclesiales» que no reúnen esas características «no son Iglesia en sentido propio», sentencia Ratzinger, aunque reconoce que los bautizados allí «están en una cierta comunión, aunque imperfecta, con la Iglesia». «La falta de unidad entre los cristianos es ciertamente una herida para la Iglesia; no en el sentido de quedar privada de su unidad, sino en cuanto obstáculo para la realización plena de su universalidad en la historia», acota.

Sobre las relaciones del Vaticano con las religiones no cristianas, cita una declaración del Concilio Vaticano Segundo, recordando que la Iglesia Católica «no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero». Por el contrario, considera «con sincero respeto» que sus enseñanzas «no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres».

«Otros ritos no cristianos», sin embargo, por depender «de supersticiones y otros errores», constituyen «más bien un obstáculo para la salvación», dice.

La Iglesia Católica, añade, «considera las religiones del mundo con sincero respeto», pero descarta esa «mentalidad indiferentista» que, marcada por un «relativismo religioso… acaba por pensar que una religión sea tan buena como otra».

El cardenal Ratzinger, la voz de la doctrina

El cardenal Joseph Ratzinger es la principal autoridad de la Iglesia Católica en cuestiones de dogma junto al Papa Juan Pablo II, con quien aborda desde hace 18 años problemas teológicos.

El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe nació el 16 de abril de 1927 en la localidad alemana de Marktl am Inn (Baviera) y es un hombre polémico incluso dentro de su propia iglesia.

Para muchos católicos, el cardenal, con su agudo tono de voz y sus grises cabellos, es un símbolo de dogmatismo y conservadurismo. Ya sea que se trate de la condena al control de la natalidad, la prohibición de ordenar a mujeres sacerdotes o de la teología de la liberación en América Latina, el fallo final del Vaticano lleva siempre la severa firma del ex arzobispo de Munich y Freising.

Ratzinger tenía 30 años cuando se convirtió en profesor en la Escuela Superior de Freising. Luego enseñó dogmática en varias universidades alemanas.

Su «debut» internacional fue en 1962, cuando participó en el concilio Vaticano II como asesor del cardenal Frings de Colonia (Alemania). En esa época, a diferencia de hoy, tenía «fama» de renovador.

Sin embargo, en los años sesenta sufrió el ataque de unos estudiantes izquierdistas de la Universidad de Tubinga, que lo golpearon.

El hecho le produjo una verdadera conmoción y empezó a considerar que las fuerzas centrífugas en el seno de la Iglesia Católica habían llegado demasiado lejos.

Su rechazo ante los cambios fue tal que llegó a condenar la música rock y pop como un «vehículo antirreligioso».

Judíos ortodoxos se anotan otra victoria en Israel

Jerusalén (EFE).- Los judíos ultrarreligiosos obtuvieron otra victoria en Israel, al imponer al rabino jefe sefardí, Eliahu Bakshi-Dorón, una aplicación más estricta de las leyes relativas al «año sabático de la tierra», tras amenazarlo con la excomunión.

Ese descanso anual de la tierra, obligatorio para los creyentes cada siete años, comenzará el próximo 29 por la noche, cuando se celebre el Año Nuevo Judío (Rosh Hashaná), y durante ese período los judíos tienen prohibido cultivar productos agrícolas en Israel y los ortodoxos de consumirlos.

Sin embargo, Bakshi-Dorón se retractó de un edicto que emitió recientemente -basado en una ley religiosa del fallecido rabino Abraham Kook, y como se ha hecho siempre-, por el que los agricultores pueden «vender» simbólicamente sus tierras a árabes u otros gentiles por un año.

Ello tiene por objeto evitar que los agricultores israelíes laicos o sionistas religiosos (algo más moderados al respecto) no pierdan grandes sumas de dinero por la prohibición de trabajar las tierras durante el año sabático («shemitá», en hebreo).

Pero este año, por primera vez, los ultraortodoxos ashkenazíes -«jaredim» (que significa «temerosos de Dios»)-, encabezados por el rabino Yosef Shalom Eliashiv, amenazaron a Bakshi-Dorón con la excomunión, la medida más grave que se puede imponer a un judío religioso, que se traduce en el ostracismo total.

Cuando se impone la excomunión, los fieles de la comunidad judía se relacionan con el objeto de esa medida y con su familia «como si fueran leprosos», y queda prohibido rezar junto con ellos en la sinagoga, entre muchas otras cosas.

El ex ministro israelí de Agricultura, Haim Orón -del frente pacifista de izquierda Méretz- advirtió que «el rabino Bakshi-Dorón tiene miedo a ser excomulgado, pero no teme por el futuro de miles de agricultores y consumidores», ya que la aplicación más estricta de las normas relativas al «año sabático de la tierra» obligará a importar productos agrícolas, lo que encarecerá su precio en gran medida.

Por su parte, el primer ministro interino israelí y titular de Comunicaciones, Benjamín Ben-Eliézer, dijo que no logra liberarse de la dura impresión que le causó «ver a Bakshi-Dorón con la frente mojada por el sudor y con los ojos cerrados». «El caso refuerza mi convicción de que es necesaria una reforma social y cívica muy amplia», declaró Ben-Eliézer.

Piden libertad religiosa

Nueva York (EFE).- Estados Unidos insistió ayer en que la libertad de religión es uno de los fundamentos de la democracia y denunció a China, Sudán y Afganistán por restringir ese derecho, pero también algunos de sus socios más cercanos como Alemania y Francia.

La secretaria de Estado, Madeleine Albright, presentó ayer en Nueva York el segundo informe sobre la manera en que 194 países tratan el derecho a la libertad religiosa, en el que se destacan las críticas hacia el Gobierno de Pekín.

Albright puso a EEUU como ejemplo de lugar en donde «florece la libertad de religión».

Respecto a China, el informe subraya que «el respeto del gobierno por la libertad religiosa en China se ha deteriorado», en el período que va desde el primero de julio de 1999 hasta el 30 de junio del 2000. En concreto, el documento se refiere al tratamiento de China a los tibetanos budistas y a los seguidores del grupo Falung Gong, así como de otros grupos religiosos no registrados.


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