El clima y el río: Cipolletti fue pionera en aquella Patagonia que necesitaba amigarse con la naturaleza

Allí se instaló la primera estación meteorológica de la Norpatagonia, que sirvió para entender nuestra cuenca, el viento que la azotaba y las heladas que ponían en riesgo a la producción. 121 años después, sigue activa.

Cuesta imaginar un Valle sin dividir, por niveles o por ejido municipal, que vaya de norte a sur, a la par del río, sin más intervención que una quema de pastizales para el desmonte y el futuro paso del tren. Pensarlo tal y como quedó después del despojo a las comunidades originarias.

“Las tierras del valle son largas, y al mismo tiempo estrechas”, describió Silvio Winderbaum en su libro “Para pensar y entender Río Negro”. En ese terreno limitado, para que los arbustos cedieran paso a los álamos y montes frutales, explicó el autor, hizo falta recorrer muchos pasos previos. Entre ellos, medir las condiciones meteorológicas de la zona. El control de los caudales, el dique y los canales que nacieron desde sus compuertas, fueron imprescindibles, pero llegaron después. Y es que es cierto, es imposible construir sin conocer dónde estamos.

La Colonia Lucinda, hoy Cipolletti, fue el punto de partida para esos estudios preliminares. Allí se instaló la primera estación meteorológica de la Norpatagonia, que sirvió para entender nuestra cuenca y el tipo de clima que se hacía sentir. Con el tiempo también marcó el inicio del combate contra las heladas, la protección de la producción frutícola, pilar de nuestra economía.

Una casona escondida


La bella vivienda, detrás de los árboles del Parque Rosauer, albergó a esos profesionales desde 1953 hasta la década del ‘70, aunque la actividad ya había hecho sus inicios en 1902, junto a la réplica del Fortín Confluencia, frente a la rotonda, cerca del puente carretero.

Gracias a los archivos, se sabe que el espacio en la actual intersección de las avenidas Mengelle y Alem, ocupaba una superficie de cuatro hectáreas, tierras cedidas por el fundador, general Fernández Oro, a principios del siglo XX, para estos fines. Por varios años tuvo el número telefónico 35 y como dirección telegráfica la denominación “Meteoro Cipolletti F.C.S.”. Con el tiempo las compraría Juan Erich Rosauer, “quien tuvo un rol estratégico en el desarrollo, a partir de la provisión de plantas de frutales a los productores. Hoy es un parque verde con árboles que hacen acordar a la galleria Borghese de Roma”, destacaron en el sitio “Italianos en Río Negro”.

De la documentación obrante en el Servicio Meteorológico Nacional, dependiente de la Fuerza Aérea Argentina, el historiador Héctor Pérez Morando rescató que el centro de medición quedó instalado el 1° de noviembre de 1902, “a unos 1.500 metros de la estación del F.C.S. (Ferrocarril del Sud) y a unos 2.500 metros hacia el noreste del río Neuquén”. “Topográficamente de suelo fértil en el valle del río Negro, es regado por gravitación con aguas del río Neuquén, de caudal permanente”, describieron esos registros.

El ingeniero hidráulico César Cipolletti nació en Italia y logró gran prestigio. Murió en 1908.

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El río, siempre el río… el agua. Para lograr su domesticación, debido a las crecidas que contrastaban con la falta de riego en otros puntos, se encontró referencia en el ingeniero hidráulico César Cipolletti, nacido en Italia, de gran prestigio, y que ya había trabajado en Mendoza, tal como lo describe el Archivo Histórico del Agua en esa provincia. Él fue quien pidió la medición diaria de los caudales y las mediciones meteorológicas, para comprender el clima regional, ya que no existía nada al respecto. A pedido del profesional comenzó todo. En agosto de ese mismo año, 1902, se empezó a trabajar con ‘estaciones de aforo’ en torno a los ríos Limay, Neuquén y Negro. En esos años Hidrología dependía de la “Oficina Meteorológica Argentina”, nombre original del SMN.

Para hablar de esos primeros intentos, Pérez Morando se refirió al trabajo “Estudios de irrigación – Ríos Negro y Colorado”, obra de Cipolletti, editada en 1899.

“Se trataba de conocer el comportamiento de cursos y espejos de agua para que sirvieran en proyectos de regadío”,

explicó el investigador.

Gracias a las inundaciones, entre ellas, la más impresionante la de 1899, la hidrología y la meteorología comenzaron a “andar unidas”, comentó Morando. La presencia de los académicos y sus instrumentos, en el terreno, facilitó las cosas. El decreto firmado por Nación consideró “que el estudio del régimen de los ríos Negro y Colorado, cuyos resultados serían de indiscutible utilidad, podían hacerse sin mayores gastos tomando como base los elementos que dispone la Oficina Meteorológica, pues entre el volumen de agua llevado por dichos ríos y las condiciones meteorológicas que imperan sobre la región que ellos bañan, existe una relación tan íntima que sería muy fácil practicar, por el mismo personal, conjuntamente, las observaciones”.

Desde brújula hasta gallinero


Con esa misión por delante, hicieron crecer el trabajo en las hectáreas asignadas a la nueva Estación, donde la casona emblemática contaba con cuatro habitaciones, una de servicio, dependencias y el “campo de observación”. En cuanto al instrumental, poseían barómetro, veleta, anemómetro, pluviómetro, brújula y sombra meridiana. Hasta ahí, lo referido a la ciencia. Pero como en otros espacios de la época, el Hospital Regional de Allen por ejemplo, los planos de la Estación Meteorológica también incluyeron gallinero, quinta, reloj solar, jardín, frutales, alfalfar, acequias, tamariscos, mástil para bandera, álamos que la rodearan y hasta rastrojo, con el fin de autoabastecerse en medio de tanta escasez regional.

Foto: Osvaldo Álvarez.

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Foto: Osvaldo Álvarez.

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El detalle de Morando profundizó hasta la cronología: fueron jefes de la ‘Meteorológica cipoleña’ de 1902 – 1903, Iván Zanchinson, 1903 – 1904, Sten Björnenno; 1904, Roberto Bruce; 1904 – 1905, Antonio Natoli; 1905 – 1913, José Medina; 1913, Guillermo Mackinlay; 1913 – 1917, Nilo G. Aurelins; 1917 -1922, Carlos Stolanski; 1922 – 1931, Guillermo Kopelmann; 1931 -1933, José María Castro Videla; 1933 – 1941, Alfredo Witt; 1941 -1942, Jorge Zawels; 1942 – 1951, Luis A. Botta; 1951 – 1954, R.A. Ruggiero; 1954 – 1977, Homero Di Russo; 1977 – 1989, Felipe Chiófalo; 1989 – 1994, Miguel Palacios; 1994 – 1995, Hugo Dopico hasta el actual desde 1995, el sanluiseño Rodolfo Arnaldo Merlino. Y acá aparece la primera mujer: “hubo empleados reemplazantes de los jefes como Eliza Venanzi de Botta, Humberto Navarro, José Tomás Gil Rojas y el ingeniero agrónomo José Proverbio”, concluyó.

Desde la Estación Cipolletti se comandó desde 1928 a 1937 la tarea de obtener estadísticas climatológicas de Conesa, Gómez, Choele Choel, Godoy, San Antonio Oeste, Picún Leufú, Las Lajas y Chos Malal, para caracterizar climáticamente el norte de la Patagonia. Allí también se centralizaban los datos de 16 sub-estaciones satélites, emplazadas a lo largo del Alto Valle desde Villa Regina al este hasta Plottier al oeste, pasando por Cinco Saltos y Centenario, al norte. Fue centro de difusión del pronóstico y de las alertas de heladas.

Otra casa histórica en el predio actual


Finalmente, el 1 de septiembre de 1978 se formalizó su traslado a la sede actual, ya la tercera, en la esquina de Yrigoyen y Kennedy, mientras que la casona del Parque quedó en manos del Club Maipué, dedicado a la formación en jardinería. Si bien la apertura del Aeropuerto de Neuquén le quitó funciones, eso no impidió que siga activa. Hoy mantiene el servicio con tecnología para la vigilancia de fenómenos y obtención de todas las variables meteorológicas que se requieran.

La vivienda junto al edificio actual también tiene su pasado, construido en la década del ‘40. Perteneció a “una de las familias de mayor antigüedad en la ciudad de Confluencia, descendientes de Delfino, el primer “mercachifle” (comerciante ambulante que se movía en carretones cargados de cueros, pieles y plumas)”, destacó Merlino, el titular a cargo. Fue almacén de ramos generales y su predio conserva plantaciones añejas de eucaliptos, entre los que se encuentra uno declarado histórico.

Rodolfo Merlino lleva casi 40 años en el oficio. Está a cargo del trabajo en el predio actual, cuyos resultados se comparten en la cuenta de Facebook oficial «Meteocipo Estación Cipolletti».  Foto: Osvaldo Álvarez.

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Hoy la Estación mantiene el servicio con tecnología para la vigilancia de fenómenos y obtención de todas las variables meteorológicas que se requieran. Foto: Osvaldo Álvarez.

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