La presión es su fuerte
¿Que Tevez sí... que Tevez no...? Sabella tendrá que bancarse la presión de los hinchas, los medios y el mundo del marketing. ¿Lo tiene en sus planes o es sólo “humo”? ¿Qué piensa Grondona?
Carlos Tevez es un gran “animal del fútbol”, que salta de club en club, de un país al otro, y que en cada uno de esos saltos genera éxitos, dinero, polémicas, títulos, amigos y enemigos. Un jugador que hizo de su estigma (el pasado pobre en Fuerte Apache) un enorme negocio. Su vida pasada, su génesis, tiene un valor perecedero que aquellos que lo manejan intentan preservar. Es el “jugador del pueblo” por su personalidad ganadora, pero también por personificar el “sueño argento”. Es aquel que, desde “lo más bajo”, le hizo ganar la Libertadores a Boca en 2003, el que se transformó en ídolo de los torcedores de Corinthians, el que evitó el descenso del West Ham, el que festejó dos coronas con el Manchester United y después, inmediatamente después, se transformó en ídolo de la contra, del City. Es quien descolla en la Juventud, el equipo sensación del Calcio, y que vuelve a estar en boca de todos por el sencillo hecho de que se acerca el Mundial. ¿Debe jugar el Apache su tercer Mundial? O mejor dicho, ¿tiene que quedar afuera de una lista que parecía casi cerrada? ¿Hay chances para él? La realidad es que hace unos meses sonaba a sentencia el “no”, pero ahora parece que existen esperanzas para Carlitos. Es más, Julio Grondona se reunió con Alejandro Sabella y durante el intercambio de ideas –ocurrido hace unos días– saltó el apellido Tevez. Don Julio le hizo saber a Pachorra que tenía libertad para convocar al “10” de la Juve si así lo creía conveniente (NR: Grondona se ofuscó y le había bajado el pulgar por declaraciones duras del delantero post Copa América 2011). Es más, varios dirigentes afistas consultaron con algunos jugadores del seleccionado si había problemas con el “jugador del pueblo”. Las respuestas fueron ambiguas y la conclusión es la siguiente (según periodistas afines al predio de Ezeiza): nadie tuvo problemas graves con Carlitos y lo consideran “de selección”, pero su perfil de exposición permanente y extrovertido no se condice con el que desean los líderes del grupo, llámense Lionel Messi y Mascherano. Además, con La Pulga nunca hubo simbiosis, aunque los dos digan lo contrario a la prensa. Hay cuestiones que manejan al dedillo en el “entorno Tevez”: el negocio y el sentido de la épica. Y esa conjunción es un cóctel seductor para los hinchas y consumidores del fútbol. Entonces, así se genera “la necesidad”. La necesidad de ver a Tevez con la camiseta de la selección. ¿Es real o un intento de sugestión, llámese del mercado o los medios? Hay algo de todo eso. Y mucho de fútbol, porque Carlitos es crack. Ahora, la realidad es que hace sólo un tiempo que se encuentra jugando en alto nivel y tuvo varios “parates” importantes, todos con conflicto mediante. El último de ellos ocurrió en el City, cuando se negó a entrar desde el banco en los últimos minutos de un partido y abrió un frente de conflicto con otro polémico, el DT italiano Alberto Mancini. Estuvo seis meses parado, deambuló por los medios y la noche porteña, regresó a Inglaterra, le torció la mano al entrenador, volvió a ser campeón de la Premier –con el Kun Agüero de figura– y fue vendido al Calcio, donde en la primera mitad de la temporada marcó 11 goles en 17 partidos y fue elegido el jugador más valioso de la Serie A. Todo eso, sus logros y su exposición, lo volvieron al centro de la escena y a fin de año, en Ezeiza, tiró un “ni haciendo 130 goles voy a ir al Mundial”, como una sentencia que, sabía, abriría el debate. Al menos el mediático. Y lo logró porque, para el caso, aparecen encuestas que le juegan a favor. Como la que realizó el canal TN, que preguntó: “¿Carlos Tevez tiene que volver a la Selección argentina?”, a lo que el 92% de los encuestados (16.000) respondieron por la afirmativa. Hay una suerte de ‘deja vú’ en todo esto. Al Mundial de 2006 Tevez llegó como suplente y terminó jugando, en el último partido del ciclo Pekerman, con Hernán Crespo en el ataque. A Sudáfrica 2010 el técnico Diego Maradona aterrizó convencido que lo mejor para su equipo era un 4-4-2, con JS Verón como estratega y Messi-Higuaín como dupla de avance. Antes de llegar al búnker de Pretoria, el Apache tiró desde la concentración del United: “Me parece raro que ya esté el equipo cuando aún falta un mes para el Mundial”. Ya en las tierras de Mandela, Maradona se dejó encantar por los atributos futbolísticos y el coraje que mostraba Tevez en las prácticas. También por su labia. “Llego mejor que a Alemania en 2006, tengo hambre de gloria”, decía Carlitos. Y dejaba en claro que problema de autoestima no tiene: “Siento que soy importante para la selección y no porque todo el mundo hable de Messi me tengo que sentir menos o más que Messi”. A esa altura, La Pulga ya había ganado un Balón de Oro y en ese 2010 llevaba convertidos 47 tantos, contra 29 de Tevez. Maradona finalmente desequilibró el equipo, colocó un 4-3-3 y lo pagó con Alemania. Eso sí, el Apache fue figura con un doblete en octavos ante México. La salida traumática del Diez le abrió las puertas a Batista, que intentó, erróneamente, convertir el seleccionado en una réplica del Barcelona. “Hay que rodear a Messi para que sea el de allá”, se lo oía repetir al Checho. Internamente la idea de darle todo el liderazgo a Messi conllevaba implícitamente dejar sin selección a Tevez. Pero surgió otra vez la “necesidad” del “jugador del pueblo”, que terminó siendo titular e incluso fallando el último penal en cuartos ante Uruguay. Sabella hizo lo que sus predecesores no pudieron: convirtió a Messi en el líder futbolísticos y espiritual, sacó lo mejor del rosarino. Pero además, Lionel dejó de ser criticado y es el jugador más adorado. Es “del pueblo”. En 28 meses de ciclo nunca convocó a Tevez y siempre fue reacio a hablar del tema. Clasificó al Mundial sin sobresaltos y le ganó a varias potencias. Le devolvió seriedad y prestigio a una Argentina tambaleante. Sus cinco delanteros son Messi, Higuaín, Agüero, Palacio y Lavezzi. ¿Llevará un sexto? ¿Puede afectar el clima interno del plantel Tevez? Dijo Batista hace unos días: “La presión existe para los DT. Tevez es jugador de selección, es ganador, te salva del descenso, te saca campeón… Pero hay que pensar también en el DT, en la parte táctica, si ese jugador te puede descompaginar un equipo armado”. Y respondió qué haría si volviese el tiempo atrás, específicamente al momento en que decidió convocarlo para la Copa América: “Quizá cambiaría las formas, no se si los nombres, pero sí las formas”. Ahora, ¿sólo Sabella define? Y aquí retrocedemos algo más, a abril ‘06, antes que Pekerman entregase la lista para Alemania. “El Gráfico” le consultaba a Grondona sobre su incidencia en las nóminas mundialistas. El pope decía: “Los que me conocen de tantos años saben que siempre hablé, quizás demasiado, y dije lo que pensaba abiertamente. Ahora, si a mí me gusta un jugador y lo digo, y el técnico, para demostrar su supuesta autoridad, no lo lleva, creo que eso está mal (…) Eso no quiere decir que uno manda y otro acepta, el fútbol es una charla permanente”. Y cuando le preguntaron si hubo algún jugador al que quiso llevar a un Mundial y al final no estuvo en la lista, fue lacónico: “No”. Paradójicamente para el Mundial ‘86, Grondona le bajó el pulgar a Sabella y le pidió a Bilardo que lleve a Bochini como potencial reemplazado de Maradona, justamente un Pachorra que ahora lo tendrá que escuchar y que deberá lidiar con la presión del “fenómeno Tevez”. (S.B.)
Archivo/DyN
brasil 2014
Niegan diferencias, pero… a la Pulga no le caería bien la exposición mediática del Apache.
Carlos Tevez es un gran “animal del fútbol”, que salta de club en club, de un país al otro, y que en cada uno de esos saltos genera éxitos, dinero, polémicas, títulos, amigos y enemigos. Un jugador que hizo de su estigma (el pasado pobre en Fuerte Apache) un enorme negocio. Su vida pasada, su génesis, tiene un valor perecedero que aquellos que lo manejan intentan preservar. Es el “jugador del pueblo” por su personalidad ganadora, pero también por personificar el “sueño argento”. Es aquel que, desde “lo más bajo”, le hizo ganar la Libertadores a Boca en 2003, el que se transformó en ídolo de los torcedores de Corinthians, el que evitó el descenso del West Ham, el que festejó dos coronas con el Manchester United y después, inmediatamente después, se transformó en ídolo de la contra, del City. Es quien descolla en la Juventud, el equipo sensación del Calcio, y que vuelve a estar en boca de todos por el sencillo hecho de que se acerca el Mundial. ¿Debe jugar el Apache su tercer Mundial? O mejor dicho, ¿tiene que quedar afuera de una lista que parecía casi cerrada? ¿Hay chances para él? La realidad es que hace unos meses sonaba a sentencia el “no”, pero ahora parece que existen esperanzas para Carlitos. Es más, Julio Grondona se reunió con Alejandro Sabella y durante el intercambio de ideas –ocurrido hace unos días– saltó el apellido Tevez. Don Julio le hizo saber a Pachorra que tenía libertad para convocar al “10” de la Juve si así lo creía conveniente (NR: Grondona se ofuscó y le había bajado el pulgar por declaraciones duras del delantero post Copa América 2011). Es más, varios dirigentes afistas consultaron con algunos jugadores del seleccionado si había problemas con el “jugador del pueblo”. Las respuestas fueron ambiguas y la conclusión es la siguiente (según periodistas afines al predio de Ezeiza): nadie tuvo problemas graves con Carlitos y lo consideran “de selección”, pero su perfil de exposición permanente y extrovertido no se condice con el que desean los líderes del grupo, llámense Lionel Messi y Mascherano. Además, con La Pulga nunca hubo simbiosis, aunque los dos digan lo contrario a la prensa. Hay cuestiones que manejan al dedillo en el “entorno Tevez”: el negocio y el sentido de la épica. Y esa conjunción es un cóctel seductor para los hinchas y consumidores del fútbol. Entonces, así se genera “la necesidad”. La necesidad de ver a Tevez con la camiseta de la selección. ¿Es real o un intento de sugestión, llámese del mercado o los medios? Hay algo de todo eso. Y mucho de fútbol, porque Carlitos es crack. Ahora, la realidad es que hace sólo un tiempo que se encuentra jugando en alto nivel y tuvo varios “parates” importantes, todos con conflicto mediante. El último de ellos ocurrió en el City, cuando se negó a entrar desde el banco en los últimos minutos de un partido y abrió un frente de conflicto con otro polémico, el DT italiano Alberto Mancini. Estuvo seis meses parado, deambuló por los medios y la noche porteña, regresó a Inglaterra, le torció la mano al entrenador, volvió a ser campeón de la Premier –con el Kun Agüero de figura– y fue vendido al Calcio, donde en la primera mitad de la temporada marcó 11 goles en 17 partidos y fue elegido el jugador más valioso de la Serie A. Todo eso, sus logros y su exposición, lo volvieron al centro de la escena y a fin de año, en Ezeiza, tiró un “ni haciendo 130 goles voy a ir al Mundial”, como una sentencia que, sabía, abriría el debate. Al menos el mediático. Y lo logró porque, para el caso, aparecen encuestas que le juegan a favor. Como la que realizó el canal TN, que preguntó: “¿Carlos Tevez tiene que volver a la Selección argentina?”, a lo que el 92% de los encuestados (16.000) respondieron por la afirmativa. Hay una suerte de ‘deja vú’ en todo esto. Al Mundial de 2006 Tevez llegó como suplente y terminó jugando, en el último partido del ciclo Pekerman, con Hernán Crespo en el ataque. A Sudáfrica 2010 el técnico Diego Maradona aterrizó convencido que lo mejor para su equipo era un 4-4-2, con JS Verón como estratega y Messi-Higuaín como dupla de avance. Antes de llegar al búnker de Pretoria, el Apache tiró desde la concentración del United: “Me parece raro que ya esté el equipo cuando aún falta un mes para el Mundial”. Ya en las tierras de Mandela, Maradona se dejó encantar por los atributos futbolísticos y el coraje que mostraba Tevez en las prácticas. También por su labia. “Llego mejor que a Alemania en 2006, tengo hambre de gloria”, decía Carlitos. Y dejaba en claro que problema de autoestima no tiene: “Siento que soy importante para la selección y no porque todo el mundo hable de Messi me tengo que sentir menos o más que Messi”. A esa altura, La Pulga ya había ganado un Balón de Oro y en ese 2010 llevaba convertidos 47 tantos, contra 29 de Tevez. Maradona finalmente desequilibró el equipo, colocó un 4-3-3 y lo pagó con Alemania. Eso sí, el Apache fue figura con un doblete en octavos ante México. La salida traumática del Diez le abrió las puertas a Batista, que intentó, erróneamente, convertir el seleccionado en una réplica del Barcelona. “Hay que rodear a Messi para que sea el de allá”, se lo oía repetir al Checho. Internamente la idea de darle todo el liderazgo a Messi conllevaba implícitamente dejar sin selección a Tevez. Pero surgió otra vez la “necesidad” del “jugador del pueblo”, que terminó siendo titular e incluso fallando el último penal en cuartos ante Uruguay. Sabella hizo lo que sus predecesores no pudieron: convirtió a Messi en el líder futbolísticos y espiritual, sacó lo mejor del rosarino. Pero además, Lionel dejó de ser criticado y es el jugador más adorado. Es “del pueblo”. En 28 meses de ciclo nunca convocó a Tevez y siempre fue reacio a hablar del tema. Clasificó al Mundial sin sobresaltos y le ganó a varias potencias. Le devolvió seriedad y prestigio a una Argentina tambaleante. Sus cinco delanteros son Messi, Higuaín, Agüero, Palacio y Lavezzi. ¿Llevará un sexto? ¿Puede afectar el clima interno del plantel Tevez? Dijo Batista hace unos días: “La presión existe para los DT. Tevez es jugador de selección, es ganador, te salva del descenso, te saca campeón... Pero hay que pensar también en el DT, en la parte táctica, si ese jugador te puede descompaginar un equipo armado”. Y respondió qué haría si volviese el tiempo atrás, específicamente al momento en que decidió convocarlo para la Copa América: “Quizá cambiaría las formas, no se si los nombres, pero sí las formas”. Ahora, ¿sólo Sabella define? Y aquí retrocedemos algo más, a abril ‘06, antes que Pekerman entregase la lista para Alemania. “El Gráfico” le consultaba a Grondona sobre su incidencia en las nóminas mundialistas. El pope decía: “Los que me conocen de tantos años saben que siempre hablé, quizás demasiado, y dije lo que pensaba abiertamente. Ahora, si a mí me gusta un jugador y lo digo, y el técnico, para demostrar su supuesta autoridad, no lo lleva, creo que eso está mal (...) Eso no quiere decir que uno manda y otro acepta, el fútbol es una charla permanente”. Y cuando le preguntaron si hubo algún jugador al que quiso llevar a un Mundial y al final no estuvo en la lista, fue lacónico: “No”. Paradójicamente para el Mundial ‘86, Grondona le bajó el pulgar a Sabella y le pidió a Bilardo que lleve a Bochini como potencial reemplazado de Maradona, justamente un Pachorra que ahora lo tendrá que escuchar y que deberá lidiar con la presión del “fenómeno Tevez”. (S.B.)
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