La Renga repitió un rito de rock y sudor

Más de dos mil personas asistieron al recital viedmense

VIEDMA.- El paisaje se teñía de remeras, banderas y pañuelos que honraban devotamente al grupo que, idolatrado y endiosado, se sumó a las grandes ligas del rock argentino hace ya varias temporadas.

La actuación de La Renga en Viedma -postergada en enero pasado por la tragedia de Cromañón- se sostenía por la expectativa de instalar a la Comarca como una plaza de interés para los números grandes de la escena nacional, y tanto la organización del grupo y la Municipalidad local que auspició el evento se prodigaron en un despliegue de seguridad inédito en la zona.

Desde temprano los seguidores de La Renga se instalaron en el predio del Club Sol de Mayo, esperando, haciendo el aguante, matando la espera hasta que la magia del rock se hiciera presente en la noche viedmense. Las banderas delataban los orígenes distantes desde donde concurrían algunos grupos de pibes; desde City Bell hasta Comodoro Rivadavia, tapizaban el alambrado de la cancha de fútbol donde se realizó el recital.

Luego de poco más de una hora de espera donde precalentaron el pogo, los saltos y las gargantas con rock variados y donde ganó por varios cuerpos el «Rock and roll y fiebre» de Pappo, Chizzo Napoli asomó su figura sobre el escenario y las dos mil quinientas almas tronaron.

Cuando el Tanque desde su batería y Teté con su bajo coincidieron en los primeros toques, la explosión del público hizo literalmente temblar el piso.

Durante la primera mitad del show La Renga se concentró en mostrar los temas más nuevos, aquellos que reconocen los seguidores pero que dejan afuera a los no entendidos, y luego de media hora se tornó un espectáculo algo monótono, sin alternancia. A pesar de eso, la horda salta, baila y grita con cada tema como si fuera el último.

Entre temas Chizzo se dirigió al público para recordar dos sucesos trascendentes para la escena del rock nacional, como el desastre de Cromañón y la reciente muerte del maestro y amigo Pappo, así como también abogó por la solución del tema de l mina de oro en la «Línea Sur rionegrina, ya que tenemos que preservar este mundo para nuestros hijos y para todas las generaciones que vendrán».

A partir de la segunda mitad del show levantó la puntería, con las composiciones más inspiradas del grupo como » Voy a bailar a la nave del olvido» y «Balada del diablo y la muerte», y acercándose a las dos horas de iniciado, se cerró el show en espera de los bises.

El trío se hizo esperar más de lo habitual, y cuando la gente se empezaba a impacientar, una nube de gases lacrimógenos provenientes de un enfrentamiento de la policía con algunos pocos simpatizantes desbocados en las afueras del predio, provocó un desbande generalizado. Cuando retornó la tranquilidad al campo, la banda subió al escenario para completar la faena con «El Rebelde».

 

Ignacio Artola


VIEDMA.- El paisaje se teñía de remeras, banderas y pañuelos que honraban devotamente al grupo que, idolatrado y endiosado, se sumó a las grandes ligas del rock argentino hace ya varias temporadas.

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