La subfacturación de exportaciones en cebollas supera los $ 3.000 millones

La cifra afecta al fisco nacional, solo por los tributos al comercio exterior, en más de $ 150 millones. El sector se encuentra pasando por un buen momento comercial.

Crecen las exportaciones de cebollas, pero también lo hace la elusión.

Las exportaciones de cebolla en la región pegaron este primer semestre un importante salto. Según datos suministrados por la Fundación Barrera Patagónica (Funbapa), encargada de la certificación del producto de la zona del sur de Buenos Aires y valles irrigados de Río Negro, las colocaciones externas de cebolla en esta primera parte del año llegaron a las 157.000 toneladas, volumen que refleja un crecimiento interanual del orden del 12% y un salto que roza al 100% cuando se lo compara con las colocaciones promedio de las últimas cinco temporadas.

Poco más del 90% de esta oferta exportable se orienta a las góndolas brasileñas –nuestro mercado natural de los últimos años– que adquirió en esta primera parte del año más de 140.000 toneladas de producto. Paraguay sigue como destino de importancia con una participación del 8% en el total de las exportaciones y Uruguay con importaciones marginales. Informes de Funbapa detallan que los envíos al mercado paraguayo se refieren solo a la mercadería certificada en origen.

Es importante destacar que parte importante de toda esta oferta exportable sale de los valles rionegrinos. (Ver recuadro)

Este buen momento comercial también se ve reflejado en los niveles de precios que está logrando la cebolla argentina tanto en el mercado interno como en el exterior.

Sin embargo, las cotizaciones promedio logradas en los mercados externos poco tienen que ver con los valores declarados al fisco por las empresas. En este punto se observa una importante subfacturación sobre las exportaciones de cebollas teniendo en cuenta los valores que se están logrando en los mercados de destino.

Según datos consignados por la Administración Nacional de Aduanas (ANA) los valores promedio de consignados por las empresas para una mercadería colocada en los distintos puntos de salida de exportación (FOB) se ubicaron, en estos primeros seis meses del año, en poco más de 3 dólares por bolsa. Tomando como referencia los valores promedio mayoristas en destino, el nivel de subfacturación se ubica por encima de los 4.000 millones de pesos generando un perjuicio para el Estado nacional superior a los 200 millones de pesos solo por la elusión de los derechos de exportación. A esto habría que sumarle el resto de los componentes impositivos que están incluidos en la cadena comercial.

Esta mecánica para eludir impuestos en muy conocida por los exportadores argentinos, y no es una práctica que solo se da en el comercio de la cebolla. En general la mayor parte de las actividades que exportan la utilizan para lograr una renta extraordinaria sobre sus ventas.

Ganancias extras

La cíclico de la economía argentina hace previsible los escenarios que vienen. Los exportadores son conscientes de ello. En los últimos 70 años de la joven historia del país existieron decenas de medidas aplicadas en distintos gobiernos que, buscando mejorar las condiciones de la economía, terminaron por profundizar los problemas. La ilusión de los funcionarios por intentar contener al dólar en los momentos de desequilibrio crítico de la macro ha sido y es una constante.

La brecha cambiaria –que es la diferencia que tiene hoy la paridad de cambio oficial respecto del paralelo– abre el camino para este tipo de mecánicas elusivas que el Estado, enorme pero poco eficiente, nunca pudo controlar. En la medida que este diferencial aumenta más tentador es para el empresario ingresar en este esquema.

La mecánica es simple: el exportador declara al fisco una cotización de venta por debajo del mercado. Paga, tomando como referencia de ese valor, los impuestos al Estado y recibe los pesos con la paridad oficial equivalente a esos dólares declarados. Los precios en destino son mayores, consecuentemente le quedan dólares billete por cobrar en destino que los ingresa al país y los vende en el mercado paralelo a un precio superior al que tiene la cotización oficial.

Es así que hoy un exportador de cebollas que coloca en las principales plazas del Mercosur su oferta declarando un valor FOB de 3 dólares paga el 5% de retenciones y recibe del Estado un valor de 210 pesos cuando liquida esas divisas. Pero esa misma bolsa se vende en destino poco más de 10 dólares. El exportador se hace de esos 7 dólares de diferencia y los ingresa al país para colocarlos en el mercado marginal a valores por encima de los 120 pesos por unidad.

Las diferencias entre los precios en origen y destino son enormes.

Una sencilla cuenta nos muestra que por bolsa de cebolla el exportador obtiene hoy a través de esta práctica una utilidad extraordinaria 350 pesos, cifra que representa un 50% más de lo que debería cobrar si utiliza el canal oficial, que es el legal.

Pero esa ganancia extraordinaria que mencionamos, y que queda en manos del exportador, no es más que una transferencia de recursos del Estado al privado donde la elusión de impuestos tiene una participación importante dentro del total de este monto.

Tal vez suena algo idealista el concepto, pero es imperdonable pensar que se profundicen estas prácticas comerciales en momentos en que más del 50% de la población argentina está padeciendo profundas restricciones económicas y es el Estado hoy–en una proporción importante, con los aportes de lo que recauda– el que está tratando de sostener la endeble situación en la que se encuentra sumergido el país.

El rol del empresario, como parte de un todo en el funcionamiento de una sociedad, debe ir mucho más allá de la maximización del beneficio económico.


Empresarios y Estado, cada uno con su responsabilidad


“Nosotros vemos la ventana y la aprovechamos”, confió un importante operador de cebollas de la localidad de Pedro Luro al ser consultado sobre los niveles de subfacturación que presenta la actividad.

“Todas las exportaciones hoy declaran menores valores, es una forma de soportar los enormes costos que tiene la Argentina y la inédita carga impositiva que se le pone a quien quiere producir”, intentó justificarse la fuente, quien pidió estricto anonimato para acceder a conversar con Río Negro.

Según datos consignados por varias empresas del sector, en la primera semana de julio, una bolsa de 20 kilos con el mercado de Brasil como destino final se vendió en 700 pesos. Para Paraguay, el bulto de 18 kilos se pagó en origen 650 pesos, también promedio, y para Uruguay esa cifra superó los 750 pesos por bulto. Pero las cotizaciones no se mantienen homogéneas en toda la temporada. La bolsa de cebolla cosechada en diciembre y enero, denominada comúnmente “temprana” –que representa un bajo volumen en relación con el total de la exportación– se colocó a un valor mucho menor. La cebolla tardía mostró un precio creciente a partir de marzo hasta llegar a superar los 700 pesos promedio.

Datos clave

14
dólares es lo que llegó a tocar en julio una bolsa de cebolla argentina en el mercado mayorista de San Pablo, Brasil.
92%
de la oferta exportable de este tipo de producto tiene como destino final nuestro principal socio del Mercosur.

Las causas de esta suba en las cotizaciones del producto estuvieron centradas en la menor cosecha de cebollas que tuvo Brasil, mercado que se abastece de la oferta exportable de nuestra región. Según empresarios locales ligados a la actividad, las intensas lluvias afectaron la zona productiva de San Pablo y el nordeste brasileño, hecho que terminó por dañar las plantaciones en desarrollo que ingresan al mercado luego de la ventana comercial cubierta en otoño por la oferta argentina.

El divorcio entre los precios de venta al importador y las cotizaciones declaradas al fisco saltan a la vista. Según datos consignados por ANA, los valores promedio de exportación declarados para una bolsa de cebolla a Brasil se ubicaron en los 3,4 dólares observándose empresas que declararon valores mucho menores a los mencionados, inclusive en el segundo trimestre del año que fue cuando comenzó a repuntar el precio en destino. El caso llamativo, como ocurre en muchos otros productos argentinos, es Paraguay. Hacia este mercado se orientó en esta primera parte de la temporada poco más de 12.000 toneladas de cebollas por las que se declaró un promedio de 0,05 dólares por kilo. Un valor irrisorio teniendo en cuenta los precios logrados por el producto en este destino.

Para tener una idea de lo que estamos mencionando, la bolsa de cebolla argentina en los mercados mayoristas de Brasil se está cotizando –valores de junio y julio– entre los 11 y 14 dólares. En Paraguay, entre 10 y 14 dólares, y en Uruguay se llega a pagar 15 dólares por bulto.

Pero este esquema solo existe por las malas políticas económicas aplicadas en los últimos tiempos por los distintos gobiernos de turno. Buscando controlar los niveles de inflación, la actual administración ancla el dólar para así contener –artificialmente– la suba de precios internos.

Paralelamente profundiza el cepo cambiario –ante la falta de divisas existente–, lo que genera naturalmente un salto en el dólar informal. Tierra fértil para el empresariado que, con un dólar oficial de 70 pesos y costo argentino por encima de la media internacional, justifica su accionar aduciendo que en este escenario es casi imposible exportar.


Función clave de Funbapa en la certificación del producto


En el primer semestre de 2020 se exportaron en todo el país 178.574 toneladas de cebolla, de las cuales 157.036 toneladas se empacaron en el Valle Bonaerense del río Colorado y la provincia de Río Negro. El número no es menor, cerca del 90% del total del comercio externo parte de esta región.

De las 157.036 toneladas de la Región Protegida de la Patagonia, poco más de 133.101 toneladas fueron controladas por Funbapa. Considerando el total nacional exportado en el primer semestre de 2020, se desprende que esta fundación controló cerca del 75% del total de la cebolla que salió de la zona.

El objetivo principal del programa de certificación de cebollas es garantizar la identificación del origen del producto y verificar la sanidad y calidad de la mercadería con destino a exportación en la misma zona de producción, teniendo en cuenta la legislación correspondiente según el destino.


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