La Trochita, mágico viaje en el tiempo en el tren a vapor de la Patagonia: mirá el documental

El legendario tren a vapor volvió a unir Jacobacci con Ojos de Agua, a 43 km. Así fue la primera salida de una temporada que irá hasta el 16 de abril, una maravillosa aventura en la estepa patagónica.

Por Javier Avena y José Mellado

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La Trochita,mágico viaje en el tiempo en el tren a vapor de la Patagonia

El legendario tren a volvió a unir Jacobacci con Ojos de Agua, a 43 km. Así fue la primera salida de una temporada que irá hasta el 16 de abril, una inolvidable aventura en la estepa de la Región Sur de Río Negro. Tarifas, descuentos, rutas, hoteles y gastronomía: lo que hay que saber para ir.

19 de diciembre de 2021
Por Javier Avena y José Mellado

Jorge, el guarda de uniforme impecable y sonrisa orgullosa, se acomodó la gorra e hizo sonar el silbato. El viento patagónico empezaba a hacerse sentir en la estación Jacobacci en la mañana nublada del sábado 11 para el primer viaje de la temporada.

Sebastián y Laura tomaron de la mano a Fiorella y Alessio y apuraron el paso en el andén para subir al vagón de madera fabricado en Bélgica hace 100 años, mientras otros pasajeros los imitaban. La familia había llegado en auto desde Bariloche, a 230 kilómetros, como parte de su aventura de bajar desde San Bernardo por la costa, empalmar con la ruta 3 con rumbo sur y subir luego por la mítica ruta 40 por la Cordillera de los Andes.

A bordo, también provenientes de Bariloche, ya estaban los bulliciosos egresados de la promoción 1965 del Instituto Ángel D’Elía de San Miguel, en la provincia de Buenos Aires.

En los ’60 no se estilaban los viajes para celebrar el final de la secundaria, así que mucho tiempo después se organizaron para recorrer juntos las maravillas de la Argentina y ahora le tocaba el turno al legendario tren a vapor que atraviesa la estepa en el sur de Río Negro.

A rodar

Juan Mora, el maquinista, le hizo una seña a Lucas Juan, el foguista que alimenta la caldera en la que el gas oil reemplazó al fuel oil tras la instalación de nuevos quemadores. Ellos formaron la yunta de las nuevas generaciones designada para el trayecto por las vías separadas por apenas 75 centímetros.

Lucas asintió con un leve movimiento de cabeza: todo estaba en orden para partir bajo la supervisión técnica de Nelson Sepúlveda, el experimentado ferroviario e instructor que supo estar al frente de La Trochita cuando hacía 402 km hasta Esquel.

Era por entonces el recorrido más largo de un tren a vapor en el mundo, tiempos de epopeyas para unir pueblos y trasladar cartas, ovejas, lana y pasajeros sin importar la lluvia, la nieve y el viento que se filtraba en locomotoras donde las ventanas eran como ahora grandes estructuras abiertas. Pero un día, en los 90, llegó la era de ramal que para ramal que cierra y el entrañable trencito a vapor detuvo la marcha.

Veinte años estuvo en un galpón la locomotora Baldwin 19 de 1922 que fue rescatada con pasión y pericia en el taller por un equipo liderado por Gabriel Asenjo, ex combatiente de Malvinas y tan fanático de las locomotoras a vapor que con el tiempo se convirtió en una eminencia en la materia.

Por eso Tren Patagónico lo contrató para que las resucitara con los mecánicos del taller, el grupo encabezado por Jeremías Aguilera e integrado además por Nicolás Laurín, Carlos Campos, Diego Arrix, Edinson Araneda y Ambrocio Painefil, que pasan los días entre tornos, mazas, tuercas y aceite.

Ícono. La Trochita avanza en la Región Sur rionegrina. Fotos: Alejandro Carnevale.

Reliquia en marcha

Esa máquina que volvieron a hacer funcionar es la que Juan aceleró a las 11 en punto rumbo a Ojos de Agua, a 43 kilómetros, mientras hacía sonar la inconfundible bocina.

Ya al salir de la estación y cruzar la avenida Rogelio Cortizo, los bocinazos partían desde los vehículos y las manos se alzaban para saludar el paso del tren que identifica a la Región Sur, ese sentimiento que avanzaba sobre la angosta trocha y despertaba sonrisas y pulgares levantados mientras los vecinos la filmaban, incluidos los dos policías parados al lado del patrullero en una meseta, los camioneros que trasladan los materiales y los obreros que pavimentan un tramo de los 70 que faltan para que los serruchos y el ripio de la ruta nacional 23 sean solo un mal recuerdo entre la costa y la montaña, como todos desean por aquí.

Horizonte de estepa

En este primer viaje de la cuarta temporada desde que se reiniciaron en el 2018 los viajes de verano, Sandro había encendido el fuego en las salamandras de cada uno de los tres vagones porque la mañana se había presentado fría.

Tras salir de Ingeniero Jacobacci, la mirada de los pasajeros se perdía en el horizonte, los ojos bien abiertos para no perder un solo detalle de un espectáculo natural extraordinario: la estepa patagónica, árida, inmensa y ventosa, con sus mágicas ondulaciones y sus habitantes.

Del otro lado de las ventanillas, las vacas y las ovejas buscaban pasturas y unos treinta caballos trotaban en libertad.

Lo que siguió fue una parada técnica de revisión de la Baldwin en la media estación Empalme, donde ajustan los últimos detalles de la pulpería que funcionará a 16 kilómetros de Jacobacci en una vieja construcción ferroviaria reciclada. Algunos pasajeros bajaron y Jorge con el silbato puso las cosas en orden. “No se puede”, decía y explicaba con una sonrisa que el viaje continuaría enseguida. A lo lejos se divisaba el cementerio de vagones de donde se rescatan los más potables para reciclar, como los que se ven en Jacobacci.

Pronto la formación reinició la marcha y más adelante el viento levantaba oleadas de polvillo de diatomea en las canteras a cielo abierto. Alejandra Díaz, guía de Turismo e integrante de la Cooperativa Ayufin Mapu, contaba detalles de la historia del tren a vapor, vagón por vagón. Con asientos de madera los de segunda, forrados en cuero y mullidos los de primera.

Curvas

A esa altura, la mayoría de los pasajeros no resistía la tentación de asomar la cabeza por la ventanilla y mirar cómo se fundía la locomotora con las siluetas de las montañas de la precordillera cada vez que el tren tomaba alguna de las 35 curvas del recorrido.

En un tramo, los caballos trotaron en paralelo al tren y después cruzaron las vías, lo que obligó a Juan a desacelerar hasta que terminaran de pasar, envueltos en la humareda del vapor.

Un kilómetro antes de Ojos de Agua, Juan y Lucas detuvieron la marcha: el viento había provocado un consumo mayor de agua y combustible al previsto.

Jeremías y el resto del equipo de mecánicos revisaron los inyectores y cinco minutos después el tren continuó viaje hasta el flamante andén de 54 metros de la estación, financiado como todas las nuevas obras por el aporte de Nación de 30 millones de pesos a través del Programa 50 destinos lanzado para fomentar el turismo, que incluyó a La Trochita entre los elegidos.

Las curvas. Un gran momento para las fotos. Fotos: Alejandro Carnevale.

Almuerzo

Otra de esas obras es la flamante pulpería de Ojos de Agua, también una vieja casa ferroviaria reciclada. Allí, las siete mujeres de la Cooperativa Ayufin Mapu (Tierra querida) tenían listo el exquisito pernil que disfrutaron los comensales a razón de 1.600 pesos por persona, con entrada (bruschettas con escabeche de pollo, carne y vegetales, palitos de brochette de verdura y carne o miniempanadas) sin bebida ($ 200 pesos el agua, una gaseosa o la cerveza artesanal, en todos los casos de medio litro).

También hay mesas disponibles para quienes llevan su propia vianda. Entre bandeja y bandeja, Vilma contaba que es clave que los pasajeros hagan la reserva en las redes sociales del grupo o en la web de Tren Patagónico así pueden estimar la cantidad de alimentos a traslada desde Jacobacci, a los que se suman los aportes de la huerta de tres nuevas integrantes de la cooperativa en el paraje.

Las mesas más bulliciosas eran, claro, las de los egresados de 1965, dispuestos a disfrutar cada minuto y revivir anécdotas. Ya en el viaje de regreso a Jacobacci, Rodolfo, el organizador del reencuentro de los estudiantes de San Miguel, estaba feliz con la experiencia. “Es sorprendente que todavía conserven esto así. Esto es patrimonio de la Argentina”, decía su compañero Jorge. “Distinto a todo”, decía Fito.

La nueva pulpería. Aquí es el almuerzo en Ojos de Agua. Fotos: Alejandro Carnevale.

Emoción

Esa misma sensación se extendía entre el resto de los pasajeros. Sebastián, por ejemplo, después de explicarle a su hija Fiorella por qué el tren “iba despacio”, estaba eufórico.

“Soy un apasionado de la historia y esto es como un paseo en el tiempo. Así viajaban hace 60 ó 70 años, cuando era el único medio de comunicación entre los pueblos. Es una maravilla poder experimentarlo. Eso es lo que le contaba recién a mi hija”, explicaba.

“Una cosa es leer la historia o ver un video y otra es estar a bordo. Este es un viaje increíble, algo emocionante. Nos encantó…”

Ariel llegó desde Buenos Aires con Pamela y su hijo Aaron.

Ariel y Pamela, que llegaron desde Buenos Aires compartían el entusiasmo. “Es nuestra primera vez en La Trochita. Una cosa es ver un video o leer la historia, pero otra es estar a bordo”, decía él. “Es emocionante”, sintetizaba ella. Aaron, su hijo, que se perfila como un futuro periodista, lo definía así: “Si podés hacerlo, hacelo. Este viaje vale la pena”, contaba mientras recibía el termo de manos de Sandro, que pasaba por los vagones y preguntaba quién necesitaba agua para el mate.

Este aspecto, la calidez y la buena onda en el servicio de parte de todos quienes lo brindan, es algo que muchos destacaban. También iba a bordo una enfermera del Hospital de Jacobacci por cualquier emergencia. Aunque no muchos cumplían, se solicitaba el uso del barbijo y había disponible alcohol en gel.

Nostalgia

En uno de los extremos del vagón, Lorenzo tenía la sonrisa dibujada. Había llegado desde Mendoza con su hijo Pablo y su nuera Gisella, de Neuquén. “De chico viajé en trenes a vapor en Mendoza y después en Buenos Aires, de Caseros a Capital Federal. Hoy he vuelto a la infancia, viajé en el tiempo unos 60 años”, contaba.

“Estábamos en Bariloche, nos enteramos del viaje y nos vinimos. Es un hermoso paseo, es como viajar en el tiempo”

Sebastián Maglia viajó con Laura y los hijos de la pareja: Fiorella y Alessio

“Cuando en Bariloche vimos en el diario la nota de que volvía La Trochita decidimos venir. Armamos todo para traer a papa y acá estamos, disfrutando de esta joya. Me encantan los trenes”, decía Pablo. “Y eso que cuando eras chico te asustaban”, recordaba su padre. “Mirá ahora”, agregaba con una sonrisa. “Qué lindo es esto, me gusta”, decía Lucía, la hija de Gisella y Pablo. “Es divertido”, comentaba Bautista, el sobrino.

En los asientos de la derecha también se respiraba pasión por el tren. Allí iban María de los Ángeles y Oscar (de Neuquén) y Elsa (de Mendoza). «Esta rebuena La trochita. Mi padre fue ferroviario y entonces todo lo que tiene que ver con el ferrocarril tratamos de disfrutarlo y de continuar la historia«, decía Oscar. «No había subido nunca, es maravillosa la experiencia», comentaba Elsa. «Muy linda», asentía María.

De cara a la estepa. Fotos: Alejandro Carnevale.

Desde el Valle Medio

Varios de los viajeros llegaron desde el Valle Medio. Era el caso, por ejemplo de Hugo y María Ester, que arribaron desde Luis Beltrán. “Pensar que somos de Río Negro y es la primera vez que lo hacemos. Valió la pena esperar. Esto es hermoso, vas viendo lo que es esta parte de la Patagonia, la naturaleza ”, comentaba él. “Nuestra Patagonia aquí es árida y hermosa. Hay que conocerla. Y qué lindo hacerlo desde el tren”, contaba ella.

Al lado, Norma, de Choele Choel, también estaba contenta. “Mi amiga del alma cumplía años y me invitó. Yo encantada. Esto es impagable”, decía. Frente a ella, María Teresa, de Luis Beltrán, asentía. “Hace mucho que quería hacer este viaje y no se daba. Ahora se dio. Y es lindísimo”, relataba.

Desde el Alto Valle

Otra buena parte del pasaje se acercó desde el Alto Valle, a unos 400 kilómetros.

Por ejemplo, Narciso y Elena, llegaron desde Chichinales. Ya jubilados (tienen 30 % de descuento sobre el valor de 4.900 pesos del boleto ida y vuelta) compartían su alegría, él con un gorrito piluso de Boca que no se sacó nunca. “Teníamos desde hace mucho la ilusión de venir. Y por suerte pudimos”, afirmaba ella. “Es una experiencia muy hermosa”, comentaba él.

Jorge pica el boleto de Hugo yMarías Ester, que llegaron desde Luis Beltrán, en el Valle Medio rionegrino. Fotos: Alejandro Carnevale.

Con matices, todas las historias tenían el mismo hilo conductor. La felicidad de hacer algo deseado durante mucho tiempo, el asombro por el paisaje y la reliquia que los trasladaba.

Es el caso de Luis y Ana, que llegaron desde Roca. “Esto es algo distinto”, decía ella. Daniel y Marta, de Allen, además de elogiar los paisajes y la vegetación, ponían el acento en la gente. “Todos son muy amables en esta zona ”, definía ella.

También estaba a bordo Néstor Bruno, presidente de Tren Patagónico, contento de que en el primer viaje hayan tenido que agregar un vagón por la demanda, que se sostenía para las próximas salidas. «Es una excursión diferente a las tradicionales. Nos alegra mucho que hoy el tren esté lleno. Después de más de un año de encierro por la pandemia la gente busca algo distinto, como esta aventura en la estepa en un histórico tren a vapor«, describía.

El viaje de regreso a Jacobacci desde Ojos de Agua fue en descenso y entonces más rápido, de alrededor de una hora y media. En los vagones, las charlas se sucedían y el entusiasmo no decaía. Ya en la estación, muchos fueron a la locomotora a charlar con los maquinistas, llevarse una foto de recuerdo y preguntar detalles de funcionamiento.

Después, las mesas del Café de la Estación que también atiende la Cooperativa Ayufin Mapu se llenaron, mientras los ferroviarios terminaban las maniobras con La Trochita y la Baldwin 19 ingresaba al taller. El viaje en el tiempo, el más lindo que puedas imaginar, había terminado.

Maquinistas y anfitriones de turistas

Los viajes de verano de La Trochita se reiniciaron en el 2018, después de una larga inactividad solo interrumpida por algunos charters para turistas, en especial del exterior.

A partir de la inversión del gobierno rionegrino, el tren a vapor volvió a surcar la estepa patagónica y los maquinistas se convirtieron en anfitriones de los visitantes, curiosos por saber todos los detalles del funcionamiento de las locomotoras.

Los ferroviarios debieron aprender, entonces, a encontrar la mejor manera de contar la historia. “Eso fue lo que pasó, aprendimos a trabajar con el turismo. Una cosa es ser maquinista y otra el roce con la gente. Vos tenés que tener el conocimiento necesario para explicar cada detalle. Y tenés que encontrar la manera de contarlo para que quienes preguntan se vayan satisfechos con la respuesta. Es algo que fuimos viendo y puliendo entre todos”, afirma Nelson Sepúlveda, quien está a dos años de la jubilación y además de maquinista es instructor de las nuevas generaciones.

Una foto con los maquinistas. Aquí, Nelson Sepúlveda y detrás Lucas Juan con dos turistas. Fotos: Alejandro Carnevale.

Uno de los representantes de las camadas que toman la posta es Juan Mora, nacido en Bariloche y criado en Jacobacci, ya con 18 viajes a cargo de la locomotora desde el 2019.

El sábado 11, fue el maquinista del primer viaje y junto al foguista Lucas Juan y al propio Nelson, que estaba a cargo de la supervisión técnica, fueron los anfitriones de los turistas que subían a la locomotora y querían saberlo todo y sacarse una foto. Con paciencia y una sonrisa, respondían todas las preguntas. “Nos gusta el contacto con la gente, es un orgullo estar acá”, explicaba Juan.

Lo que hay que saber para viajar

Desde el Alto Valle, son unos 400 km hasta Jacobacci. Excepto un tramo de unos 30 km de la ruta 6, el resto del trayecto por las rutas 8 y 23 está en buen estado. Se puede cargar combustible en Los Menucos, a 250 km de Roca. Desde Bariloche (aeropuerto más cercano), son 230 km y resta asfaltar unos 70 km, aunque los trabajos están en marcha.

Para quienes opten por quedarse en Jacobacci y combinar el viaje en tren con otras excursiones como el turismo rural, hay habitaciones dobles desde $ 3.000.

Gastronomía. Como referencia, milanesas con ensaladas caprese y papas fritas para tres en el restaurante Isabel, planta alta luminosa y ventilada, 2850 pesos. En La Trochita Estación Café, no te vayas sin probar lo más pedido, el tostado de la casa, una delicia de pan casero, manteca jamón y queso por 180 pesos. Lo podés acompañar por un buen jugo de naranja natural servido en copa ($ 150). Dos destacados de la carta: el café La Trocha que se sirve con licor de michay ($ 400) y el frapuccino, café frío, leche y crema ($ 300). El capucchino, $ 240.

La construcción, que estuvo cerrada 35 años, fue solicitada en comodato y remodelada a nuevo por las mujeres de la cooperativa y el ambiente respira ahora calidez y pasión ferroviaria en las paredes. Alejandra, la investigadora histórica del equipo, buscó fotos antiguas y la reciclaron ellas mismas excepto el cielo raso preservando el espíritu original de cuando era confitería. También podés sentarse afuera, sobre el andén, de cara a los talleres del tren. Vale la pena.

La Trochita Estación Café. Fotos: Alejandro Carnevale.

Las tarifas, ida y vuelta. Para argentinos: $ 4.900. Descuentos: menores de entre 4 y 12 años, jubilados y universitarios, 30%. Residentes en Río Negro y Carmen de Patagones 30%. Residentes en Río Negro y Carmen de Patagones menores de 4 a 12 años, 40%. Residentes de Jacobacci 50%

Las tarifas para extranjeros: $ 7.350 (ida y vuelta).

Se compran en la web de Tren Patagónico.

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