La Trochita: el inolvidable viaje en la Patagonia de los egresados de 1965 que recorren el país

La promoción 1965 del Instituto Ángel D'Elía de San Miguel (Buenos Aires) no pudo hacer el viaje que tanto desean todos los estudiantes. Cuarenta años después, se organizaron para cumplir con aquel sueño postergado y empezar a recorrer juntos las maravillas de la Argentina. Ahora fue el turno del legendario tren a vapor de la Región Sur de Río Negro.

Aquel viaje de egresados que no pudo ser en 1965 se transformó mucho tiempo después en la celebración del reencuentro para los alumnos del Instituto Ángel D’Elía de San Miguel. Allí, 40 kilómetros al noroeste de la ciudad de Buenos Aires cursaron la secundaria y nacieron lazos que perdurarían con el tiempo. Y 40 años más tarde se organizaron para empezar a recorrer el país y cumplir aquel sueño postergado. Les gustó tanto la primera experiencia en Bariloche en 2006 que una vez al año eligen una de las maravillas de la Argentina y salen de viaje otra vez. El sábado pasado le tocó el turno a La Trochita, el legendario tren a vapor que ese día volvió a surcar la Patagonia entre Jacobacci y Ojos de Agua, 43 kilómetros de recorrido que asombró al grupo, allí donde el monte se hace estepa y asoma la silueta de las montañas de la precordillera en la Región Sur de Río Negro. Esta es la historia de un largo viaje de emociones y abrazos.

En la estación de Jacobacci, antes de salir. Foto: Alejandro Carnevale.

¿Qué cambió en todo este tiempo? “Que ahora somos más amigos”, decía Rodolfo Rena bajo el sol que pegaba duro en la estación al regresar. Es el vocero del grupo y quien propuso los viajes que en los ’60 no se estilaban.

De larga cabellera que el viento no lograba despeinar y barba blanca, ojos azules y carpeta con todos los detalles de la travesía en mano, cuenta la historia con tono pausado. Está radicado en Bariloche, donde se reunió con sus excompañeros. Ahí hicieron otras inolvidables excursiones como la explorar el río Manso y navegar el lago Escondido y después se subieron a un colectivo con destino a Jacobacci, a 230 kilómetros. Supieron también por qué todos desean por aquí que se termine de asfaltar los 70 km que faltan de la ruta nacional 23 para llegar más rápido y olvidarse de los serruchos.

Antes de subirse al tren, se acercaron al taller donde los mecánicos ponían a punto la locomotora, mientras la guía de Turismo Alejandra Díaz, integrante de la Cooperativa Ayufin Mapu, les explicaba detalles de la historia de las centenarias locomotoras y del trabajo de los ferroviarios.

Luego caminaron unos 200 metros hasta la estación, se sacaron una foto con la bandera del colegio y subieron al tren para dar vida al vagón más bullicioso.

Viaje al pasado. El grupo en el taller, mientras los mecánicos ponían a punto la locomotora Foto: Alejandro Carnevale.


El entusiasmo atravesó todo el viaje, los ojos bien abiertos para registrar los paisajes agrestes, los remolinos de polvo en las canteras de diatomea a cielo abierto, la nueva pulpería en la Estación Empalme, el cementerio de viejos vagones del que se rescatan los más potables para reciclar, las vacas y las ovejas que buscaban pasturas, el trote de los caballos que cruzaron las vías y obligaron al maquinista Juan Mora a bajar la velocidad a la espera de que terminaran de pasar, la magia de esa Patagonia inmensa, solitaria y atrapante que contemplaban desde un vagón de madera construido en Bélgica hace 100 años con la salamandra encendida porque el día había empezado frío.


El tren que impulsaba una locomotora también centenaria detuvo la marcha en Ojos de Agua. Allí disfrutaron de un pernil cocinado por las integrantes de la Coopetativa Ayufin Mapu y recordaron divertidas anécdotas.

Una hora después, la formación emprendió el regreso a Jacobacci. Mientras compartían recuerdos de otras aventuras por el país, siempre sin perder de vista la belleza de la estepa patagónica del otro lado de las ventanillas, Fito contaba que se reencontraron en cenas y reuniones.

El relato ahora es de Rodolfo. «En 2005 cuando celebrábamos los 40 años de egresados yo ya estaba en Bariloche y viajaba a San Miguel cada vez que había reunión de aniversario de recibidos. En esa oportunidad les propuse hacer el viaje de egresados a Bariloche porque en nuestra época no se hacía. Lo tomaron a broma pero mi propuesta era real y ya pensada así que se prendieron y como todavía no había WhatsApp como ahora tuvimos que definir la fecha en ese momento que estábamos juntos y quedó para el 19 de marzo de 2006″.

«En esa fecha se concretó nuestro primer viaje de egresados y fue a Bariloche. Recalcó lo de primer porque había sido una ocurrencia pero antes que terminará ese viaje ya estábamos armando el siguiente porque un par de compañeros presentes vivían en Madryn. Así que en el 2007 fuimos a ver las ballenas. En el primer viaje fuimos 28 pero cuando los demás se enteraron o se dieron cuenta que había sido en serio y no una broma, se sumaron y en Madryn fuimos 44″, continúa.

«Esto tiene dos explicaciones. Una que en el primer aniversario cuando decidimos juntarnos para festejar a alguien se le ocurrió convocar también a ‘los de la tarde’ por lo cual el grupo incluye Comercial Normal (maestras/maestros) y Nacional. Pero además, algunos esposos y esposas», agrega.


Después fueron a Entre Ríos y Arapey, Cataratas, Salta, Calafate, Mendoza, Ushuaia a San Juan y La Rioja, entre otros destinos. Todos los años, hasta la pandemia, hicieron un viaje.

Boletoooo. Jorge, el guarda, chequeó los pasajes. Foto: Alejandro Carnevale.


Ahora fue el reencuentro en Bariloche, con la excursión a La Trochita, en la Región Sur de Río Negro.

Ya de regreso en la estación de Jacobacci, el entusiasmo era desbordante. Subieron a la locomotora, charlaron con Juan el maquinista y Lucas Juan, el foguista que alimenta la caldera, se sacaron otra foto grupal junto a la locomotora y después compartieron sus sensaciones.

“Es muy lindo el paseo, una experiencia para recomendar”, decía Rodolfo, rodeado de sus compañeras del secundario, que asentían. “Distinto a todo, paisajes increíbles”, definía una de ellas mientras explicaba que otra de sus amigas del secundario había viajado con su marido desde Italia para participar de la aventura.

Luego, contaron que antes de llegar a Jacobacci pasaron por la Escuela 163 de Río Chico y tuvieron la satisfacción de dejar una donación de zapatos escolares para los chicos rionegrinos. Cartón lleno para una experiencia que no olvidarán.


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