La UCR y el PJ se miden acicateados por urnas

El oficialismo se cohesiona ante el desafío electoral.

Marcar la cancha.

Esta es la consigna con que la UCR y el PJ rionegrinos aceleran con cautela la toma de posiciones en un escenario político donde si bien las urnas están distantes lo más aconsejable es no caer en distracciones.

Diagnósticos sobre poder propio y ajeno, selección de blancos adversarios a fin de destinarles estocadas y filtraciones destinadas a quebrar la voluntad de lucha del contrario son sólo algunas de las maniobras que ambos partidos implementan por estas semanas.

En toda esta tarea el radicalismo emerge con fuerte vocación de cohesión entre sus filas. La conclusión no implica ausencia de colisiones en el frente interno partidario, sino la imagen granítica que la fuerza ofrece cuando hace política hacia su afuera.

Este fenómeno de aparente accionar bifrente tiene su explicación: con la experiencia que le deviene de su propia historia, el radicalismo rionegrino está persuadido de que nada le será fácil en las elecciones por venir: 2005

para renovación de la Cámara de Diputados y los comicios generales del 2007.

– ¡Después de todo, de las últimas tres elecciones para gobernador, sólo en una ganamos abanicándonos, la del '99. Las otras dos nos pusieron al borde del infarto masivo! -reflexionaba días pasados en Roca el radical Oscar Machado.

De este convencimiento participa el grueso de la máxima dirigencia partidaria. Y de ahí hacia el resto de la planicie radical se acepta sin objeciones.

El manejo del aparato de Es

tado provincial en el marco de una singular disposición de recursos y el grado de gobernabilidad que esto propicia siguen siendo herramientas que los radicales computan como decisivas para favorecer sus designios electorales.

En el peronismo, en tanto, aprontes y entusiasmos se expresan en términos firmes pero condicionados, al menos hoy, por distintos factores.

Así, con un grado de singular recorte del feroz internismo que siempre caracterizó al frente interno del partido, el justicialismo tiene ante sí una larga tarea para transformarse en opción de poder.

Hoy está inmerso en una negociación que apunta a la construcción de una alianza electoral con Encuentro de los Rionegrinos.

En uno y otro partido hay sirios y troyanos en relación con este proyecto.

Pero sobre unos y otros sobrevuela una experiencia que les grita desde la historia y que el intendente de Cipolletti, el encuentrista Alberto Weretilneck, define con acierto:

– El radicalismo sólo es derrotable si no hay tercera fuerza de significación electoral -dice.

Desde el PJ, en tanto, llegan ruidos que expresan trabajo y acción en función de cohesionar poder.

La renovada en términos y muy oxigenada liga de intendentes del PJ -13- expresa la decisión de buscar comunión de ideas y decisiones para fortalecer al partido ante la sociedad.

Toda la intención que en ese escalón del poder real del peronismo no pareciera tener dificultades mayores para plasmarse.

Porque, en todo caso, los problemas propios que pueden desmejorar los proyectos del PJ devienen de la dureza que eventualmente alcance la colisión por las candidaturas de mayor fuste.

Un tema que, por ahora, se trata con calma, aunque bajo suaves atisbos de tensión.

(ASA/AR)

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