La venta de Moño Azul, una difícil negociación con Patagonian Fruits
La firma del Alto Valle no se encuentra en buena posición para avanzar en el acuerdo. Sin embargo, se mantienen las conversaciones.
Las conversaciones entre Patagonian Fruits Trade (PFT) y Moño Azul tienen un alto grado de complejidad. Lamentablemente, la firma perteneciente a la familia Orsero no se encuentra en una buena posición para negociar.
Para Hugo y Federico Sánchez, presidente y vice de PFT respectivamente, la idea de absorber todos los activos de Moño Azul no es algo que los desvele. Del otro lado, como interlocutor de Moño Azul esta el COE de Familia Orsero, está Paolo Prudenciatti, un hombre que viene de liderar varias multinacionales frutícolas en Europa y ejecutivo de confianza de los Orsero.
Pero por qué es difícil que PFT termine de hacerse cargo de Moño Azul, por lo menos en lo que al corto plazo se refiere. Cuatro son tan sólo algunos de los inconvenientes que se dejaron trascender en este inicio de las conversaciones.
El bajo nivel tecnológico de sus servicios. Salvo las cámaras frigoríficas que posee la empresa en Villa Regina, el resto de la infraestructura que tiene Moño Azul, en especial en la parte de galpón de empaque, es antigua para los niveles que hoy se manejan en una fruticultura moderna. Reequipar a los dos grandes centros de Vista Alegre y Villa Regina requiere de una millonaria inversión en dólares de la que hoy PFT no cuenta o, por lo menos, no tiene intenciones de colocarla en esos activos.
El alto componente en mano de obra. La firma Moño azul tiene en total 210 empleados permanentes entre trabajadores de campo, del galpón, frío y administrativos. Con los transitorios, supera holgadamente, con una buena cosecha, los 1.300 trabajadores. Es una cifra alta en relación con los niveles de productividad que se deben esperar en cada uno de estos sectores de la cadena de producción y comercialización mencionados.
El problema para financiarse. Una estructura de las características de Moño Azul necesita mucho dinero para dar inicio a la temporada frutícola. Hoy la firma cuenta con una deuda bancaria del orden de los 8 millones de dólares con las entidades locales. Pero la cifra no es sólo el inconveniente. Muchos de estos créditos ya están en categorías 3 (con problemas para el cobro) y 4 (con alto riesgo de insolvencia). Esta categorización la inhibe de poder tomar prefinanciaciones, una herramienta clave para el exportador.
La gran escala que presenta la empresa. Moño Azul es una de las empresas que más activos tiene en todo el Valle de Río Negro y Neuquén. Es muy grande para la fruticultura moderna que hoy requiere estructuras más pequeñas para lograr altos niveles de productividad. Comprar la empresa en toda su dimensión significa hacerse cargo de una infraestructura que insume, todos los años, mucho capital de trabajo, hoy una variable escasa en el mercado argentino para este tipo de pymes.
Pese a todo lo mencionado, las negociaciones avanzan. Y esto muestra que existe la posibilidad de que Moño Azul pueda quedar en manos de PFT.
La marca Moño Azul es un activo intangible de un millonario valor hoy en el mercado frutícola local e internacional. La familia Sánchez es consciente de este dato y contar con ella le permitiría salir a competir con firmeza en un mercado, como es el local y Brasil, que para ellos está hoy subexplotados.
Las conversaciones están firmes. Lo que está claro que los intereses de PFT como comprador tal vez no sean los mismos que tienen las autoridades de Moño Azul como vendedores.
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