Las aves invitan a su avistamiento en El Cóndor
Desde un mirador, los observadores pueden disfrutar y aprender.
Atractivos del balneario
La posibilidad de observar desde muy cerca a numerosas especies de aves se ha convertido en una excelente elección que transporta a los visitantes del balneario El Cóndor a otra dimensión en el contacto con la naturaleza.
Este sentimiento se puede experimentar a través de senderos y balcones propios de avistamiento en diversos sectores. Sobre el escenario del aire suelen evolucionar unas 30 especies como protagonistas principales, y en forma habitual.
Tomando el sendero de aves del Estuario y la Marisma (sobre la desembocadura del río Negro) abundan chorlos doble collar, ostrero común, becasa de mar o macaes; entre otros.
Los asistentes al turismo de naturaleza, circulando por la playa central, pueden descubrir petreles gigantes del Sur, chorlos pecho canela y todo tipo de gaviotas como la “cangrejera”. Trepando por vericuetos de los acantilados, los curiosos se encuentran a un paso, contemplando, los loros barranqueros -cuya colonia es una de las más grandes de Sudamérica- (ver aparte), halconcitos colorados, jotes de cabeza negra, carpinteros campestres, chimangos, águilas mora o golondrinas.
Una plataforma “mirador” emplazada en inmediaciones del monumento a Ceferino Namuncurá permite describir las características de gavilanes “planeador”, “cachuditos” pico negro, monjitas blancas, calandrias, cabecitas negra, y tijeretas.
“Lo que más me impresiona es la gran cantidad de gente que estamos recibiendo en estas recorridas y es un lujo para estas playas, porque muchos visitantes hacen caso omiso al calor pudiendo aprovechar un día bañándose en el mar”, dice Mauricio Faillá, un biólogo de la fundación Cethus encargado de las excursiones que se organizan los jueves, viernes y sábados desde la Oficina Municipal de Turismo.
El programa “Balneario El Cóndor; Cielo de Aves” fue disfrutado en el 2014 por más de 600 visitantes. Durante el 2015, unas 300 personas engrosan el listado de observadores.
Este servicio libre y gratuito de turismo de observación de aves de la costa patagónica, se basa en los trabajos científicos iniciados en 1998 por zona de los investigadores del Proyecto Loro Barranquero (programa dirigido por Juan F. Masello y Petra Quillfeldt de la Universidad Justus Liebig Giessen de Alemania), y ejecutado por biólogos locales.
Faillá, quien tuvo en sus manos el famoso B95 (un playero rojizo que migra desde Tierra del Fuego a Canadá) en una campaña de anillado en un sitio fueguino, dijo estar sorprendido por la curiosidad de los visitantes, y que “participan personas de todas las edades”. Además, “se vio que el ‘boca a boca’ funciona porque muchos vienen recomendados por otros turistas”; asevera.
“Muchos nos preguntan por el desmonte, y además les comentamos que la gaviota ‘cangrejera’ se encuentra en peligro por pérdida del hábitat”, apunta. Si bien en forma habitual, se han descubierto unas 30 especies, este experto calcula que en apenas 6 km a la redonda pueden existir 200. El programa, con apoyo municipal, adquirió para contribuir con las explicaciones, nuevos prismáticos que se suman al telescopio brindado por el Proyecto Loro Barranquero.
Mate y charla sobre naturaleza
Llegan de todos lados para visitar la reserva silvestre, y se van más que satisfechos. Es que luego de las explicaciones iniciales de Faillá y sus colegas Mariana Vintter y Mariano Soricetti, los asistentes se topan con imprevistos: detectar la presencia de una garza “huellera”, un ave acuática que no siempre está los catálogos del cronograma que incluye los recorridos. La charla gratuita, en el cinturón de acantilados, les deja como segundo regalo el canto de un pájaro carpintero.
Mientras comparten mates con los disertantes, descubren paso a paso esta excelente muestra de la naturaleza. También se llevan una pequeña lección en el uso de binoculares y telescopios que le prestan los organizadores.
En este pasatiempo, una clave para la observación de la vida silvestre -especialmente con pájaros que caben en una mano y pesan 100 gramos-, es aprender en poco minutos la habilidad de enfocar los prismáticos rápidamente sobre el objetivo en vuelo.
La caminata “es muy didáctica, sirve para concientizar, y sería bueno que se pueda transmitir (estos conocimientos) a los chicos de la escuela”, coincide al unísono un grupo de visitantes que proviene de Mendoza, Bahía Blanca y Buenos Aires.
Esta interpretación ambiental se extiende también a la flora autóctona, que de a poco se va diezmando por el desmonte de piquillines y chañares, que forman parte del hogar de las aves. Faillá suele mostrarles un determinado cactus que sobresale de una de las plataformas de avistamiento. (AV)
El loro, la estrella del lugar
Hay 35.000 nidos activos de loros barranqueros, emplazados a lo largo de 12 km de acantilados que dan al Atlántico, y constituyen la colonia más importante del mundo de esta especie.
Desde 1998, investigadores se encuentran estudiando la biología reproductiva del loro barranquero. Es la mayor colonia de la especie, encontrándose la mayor densidad de nidos en el primer kilómetro (6.750 nidos activos).
En la temporada de verano (desde Navidad hasta fines de enero) se produce la reproducción de los loros. La nidificación comienza en el faro Río Negro, a metros de la villa marítima viedmense, y cuyo hito representa el kilómetro cero de los acantilados patagónicos.
El loro barranquero (Cyanoliseus patagonus) es una de las pocas especies que forman colonias y excavan sus nidos en las paredes de los acantilados dando un aspecto particular a las costas norpatagónicas. La colonia más grande y el sitio de cría más importante de esta especie se localiza en los acantilados de piedra arenisca situado al oeste de la villa de El Cóndor. (AV)
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