Las increíbles historias de la portada de “Cien años de soledad”
Jorge Castañeda (*)
Si accidentada fue la edición de “Cien años de Soledad” de Gabriel García Márquez también lo fue la portada de la edición príncipe. Estaba previsto que el pintor Vicente Rojo, coeditor y amigo del escritor colombiano, sería el encargado de diseñarla por especial solicitud de éste. Relata Dasso Saldívar que “Cuando se sumergió en la novela buscando los motivos de la portada, se quedó anonadado: no podía escoger personajes porque eran muchos, ni podía guiarse por los temas porque se perdía. Entonces, recordaría Vicente Rojo, “escogí lo popular, los elementos que están en la imaginería popular: no son elementos precisos de la novela, pues no estaba ilustrando sobre determinada cosa”. Sobre un fondo blanco, el pintor fue colocando en un panel reticular azul motivos folclóricos en negro y en rojo naranja: corazones sangrantes, cupidos activos, diablitos saltarines, lunas menguantes, angelitos atónitos, estrellitas mustias, soles sonrientes, pescaditos voladores, gorritos frigios, campanitas y arabescos y símbolos de la muerte. No sólo había captado el fondo y el mensaje popular de la novela, sino que, sin proponérselo, se había acercado al diseño original del antiguo juego del macondo, que fue tan popular en la zona bananera durante las primeras décadas del siglo”. Se cuenta que para que su trabajo quedara mejor a Vicente Rojo se le ocurrió “poner la letra E de la palabra soledad al revés, dándole un juego de equívoco popular. Nunca podía haberse imaginado el pintor mexicano que esta travesura de su duende personal daría pie a las teorías más disímiles de la crítica internacional y hasta algunas anécdotas realmente jocosas, como la de aquel librero de Guayaquil que no tardó en comunicarle a la Editorial Sudamericana que, por favor, no le enviaran más ejemplares defectuosos, ya que él, para no disgustar a sus clientes, había tenido que borrar y dibujar a mano la letra que estaba al revés en el título de la novela”. Al no llegar a tiempo Sudamericana tuvo que improvisar una portada espuria en la cual un diseñador anónimo dibujó el famoso barco encallado en plena selva, en un fondo azul grisáceo, con tres hermosas flores anaranjadas abriéndose al pie del fantástico galeón macondiano. Es sabido que un ejemplar con dicha portada hoy vale miles de dólares y es muy difícil de conseguir. ¿A los ochenta y cinco años de su edad se pondrá García Márquez nuevamente su famoso libro como sombrero? (*) Escritor. Valcheta
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