Las mujeres que miran desde los paredones neuquinos

La artista plástica y muralista Ailín Tornatore deja plasmados en los paredones de la ciudad su mirada sobre el feminismo. Su estilo lleno de colores irrumpe en el paisaje urbano.

Las obras de Ailín Tornatore exponen rostros, rasgos y expresiones generalmente de mujeres. El arte es para esta artista plástica y muralista neuquina “una herramienta para manifestar y transmitir el pensamiento feminista”. Por eso, y para que llegue a la mayor cantidad de gente, aprovecha los espacios públicos para expresarse.

La artista intervino lugares como la biblioteca Espacio de Libertad, una cervecería, paradas de colectivo y paredes urbanas en Crouzeilles y San Martín o Belgrano y José Brentana. Su estilo lleno de color irrumpe en el espacio público y es difícil pasarlo por alto.

El muralismo nació para ella a partir de una inquietud personal. “Es una manera de intervenir y ocupar el espacio público, me gusta el mural porque lo ve un montón de gente que por ahí no tienen interés de ir a la galería, a un taller de arte o museo, sino que está ahí presente y expuesto”, afirmó.

Para ella lo importante es “la acción de pintar” porque implica el instante en que le entregás tu mirada a otra persona. “Es un acto de amor. El arte es un acto amoroso”, definió.

Ailín trabaja con colores vibrantes para darle vida a sus obras. (Foto: Yamil Regules)

La primera exposición individual de Ailín fue en diciembre del año pasado en la sala Alberdi. “Mostras” es un conjunto de 17 obras con diversas técnicas como pintura y collages. En la muestra figuran rostros, técnicas cubistas con una tendencia al encastre, la doble mirada o énfasis en elementos como el cerebro o el corazón. La influencia del pensamiento feminista se refleja en los recursos aplicados en sus obras. Ailín se inspira en las mujeres que nacen y se transforman, cuestionando todo. El nombre “Mostras” nació a partir de una alumna que quería decir “monstruo” pero pronunció “mostras”.

Para Ailín las “mostras” son seres que aparecen de una resilencia. “Tu ser, tu pensamiento, tu piel, tu alrededor, las personas que te acompañan. La felicidad que me ha generado el empoderamiento y ese renacer”, expresó.

El arte como juego de la infancia

“Siempre el arte fue parte del juego”, recordó Ailín sobre su infancia, dónde los colores, las formas y los pinceles siempre estaban presentes. Su madre bailarina la animó a asistir a clases de pintura con Ana Zitti, un aprendizaje que dejó huellas.

Cuando transcurría la adolescencia asistió al taller de Estela Provecho, la reconocida pintora neuquina, y luego sus deseos de seguir pintando la llevaron a estudiar profesorado de Artes Visuales, profesión que ejerce en el nivel secundario.


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