Le certificaron que estuvo en «La Escuelita»

Lo hizo en 1976 el mayor Farías Barrera a una maestra de Planicie Banderita, después de estar detenida y ser torturada

NEUQUEN (AN/ACE).- El juez Guillermo Labate indagó el martes a quien fue el jefe de Gendarmería en 1976 que entregó a militares neuquinos a una maestra de la escuela de Planicie Banderita que padeció torturas por más de diez días en el centro clandestino «La Escuelita».

El imputado era en 1976 alférez de Gendarmería y quedó en libertad tras la indagatoria, en tanto el juez deberá decidir su situación procesal en los próximos diez días.

El ex jefe de Gendarmería de Planicie Banderita, de apellido Baldi, no recordó a quiénes entregó a la maestra que luego fue torturada salvajemente en el centro clandestino. «Eran tres militares», aseguró el gendarme indagado.

La detención de la maestra que daba clases en planicie Banderita, (quien ya había declarado en otras instancias judiciales) cobró fuerza tras la reapertura de la causa porque la víctima entregó este año en el juzgado Federal un certificado firmado de puño y letra por el mayor (re) Luis Alberto Farías Barrera, actualmente procesado y con detención domiciliaria.

En el papel se lee que la maestra estuvo detenida a disposición del Comando de Neuquén «en averiguación de antecedentes», y que el documento fue «expedido a solicitud de la interesada para ser presentado ante la escuela provincial 15 de Planicie Banderita, dejando constancia que la detención no afecta su moral, buen nombre y/o actividades extralaborales».

El certificado laboral fue fechado el 7 de diciembre de 1976 y firmado de puño y letra por Farías Barrera. La maestra de Banderita fue secuestrada el 27 de noviembre de ese año, cuando el alférez Baldi la fue a buscar a su casa. Luego la llevaron a «La Escuelita», donde permaneció vendada, sufrió feroces golpizas y fue sometida a sesiones de tortura con electricidad.

La primera vez que escuchó la voz de Farías Barrera fue en el interior del centro clandestino, cuando le informó que su padre -que había viajado desde Buenos Aires- la buscaba. Tras una sesión de tortura, Farías Barrera le informó que iba a volver a su casa, y fue allí que ella preguntó cómo explicaría la ausencia en la escuela primaria.

En ese momento «escuchó una máquina de escribir» y al término de un lapso, se le entregó la certificación laboral, que había conservado hasta ahora, y que entregó al Juzgado Federal.

Fue el mismo Farías Barrera quien la condujo de regreso hasta Planicie Banderita, cuando logró la libertad; se presentó como «el mayor Farías» cuando la dejó en su casa y le confió que «su misión era atender a los familiares y que no tenía que ocultar su identidad porque no se sentía culpable por lo que estaba sucediendo», se describió en el procesamiento.

Farías Barrera se negó a declarar en la indagatoria. El procesamiento de Farías Barrera fue confirmado por la Cámara Federal de Roca junto con los procesamientos del teniente coronel (re) Oscar Reinhold y el general (re) Enrique Braulio Olea; en tanto fuentes judiciales consideraron que la causa con estos tres procesamientos estarían prontos a ser elevados a juicio.

Los tres militares retirados están detenidos y con prisión domiciliaria en Neuquén (Farías Barrera) y en Buenos Aires (Reinhold y Olea).


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