Lecciones, trazos de gauchos y editores

En una entrevista íntima, Carlos “Chingolo” Casalla recuerda como fueron sus comienzos como dibujante.

Con su amigo Julio Álvarez Cao visitó en Buenos Aires a “un maestro de maestros, José Luis Salinas. Gran ilustrador que trabajaba para El Hogar. Estaba dibujando la lucha de dos leones con un elefante. Miró los dibujos. Yo había visto 14 veces la película “Las cuatro plumas” (ocupación británica en Egipto, 1884-1885) para estudiar la ropa botón por botón. No había libros de uniformes como ahora. ‘Hay un error, la bayoneta inglesa no era así’, me dijo. Lo sabía, pero la hice derecha porque era más fácil. ‘Todos hacen lo mismo’, contestó, pero hay que respetar la historia’”.

En el diario Crítica “Mario Rojas era jefe de dibujantes. “Representaba los actos de la época, no había fotógrafo callejero. Yo ya empezaba con el gaucho pero estaba Lindor Covas, había varios. Fui a La Razón, el dueño era (Ricardo) Peralta Ramos. Cuando vivíamos en Llao Llao lo vi pasar a caballo varias veces, viejito ya. Me hicieron pasar a su oficina, arriba del escritorio tenía una ametralladora. Porque la cosa está medio brava, me dijo. Le mostré El Cabo Savino. Ahí enganché. Trabajaba en una agencia de publicidad, el jefe era el hermano de Pino Solanas, Héctor, que me ayudó con los guiones. Ahí empecé a levantar vuelo”.


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