Hinde Pomeraniec: ver y leer para contarla
Periodista, editora, escritora, conductora de "Vidas prestadas", Hinde Pomeraniec acaba de publicar “Todos queremos ser felices” (La Libre), donde aborda asuntos como los cambios tecnológicos, el duelo, la soledad, la identidad, el arte y las distintas formas del amor. Curiosa, observadora y lectora voraz, en esta entrevista habla de la cultura, pero también de lo que ocurre en Israel, de la agresividad a la que nos estamos acostumbrando, del periodismo, y las grietas.
Para Hinde Pomeraniec, periodista, escritora, lectora apasionada, Licenciada en Letras de la UBA, judía, lo que ocurre en este momento en Israel es ineludible. Esta entrevista tenía un motivo puntual, el lanzamiento de su libro “Todos queremos ser felices” (La Libre), una recopilación, editada y seleccionada de los newsletters que envió con algunas interrupciones entre el 2020 y 2024, y que fueron testimonio del cambio ocurrido en los vínculos, los oficios, la literatura, las artes y los avances tecnológicos, tras esos tiempos inciertos de la pandemia de Covid. Pero la charla comenzará y terminará alrededor de una serie de imágenes: las del filme “Noche y niebla”, de Alain Resnais.
Son treinta y dos minutos que le bastan al director francés para describir con un minimalismo pavoroso cómo se fraguó el proceso de aniquilación nazi: la construcción de los campos de concentración, la caza de prisioneros, y la monstruosa maquinaria que el régimen nacionalsocialista puso en marcha para llevar a cabo la solución final. Filmada en 1955, en Auschwitz, diez años después de la liberación, el documental mostró por primera vez el material que acumuló el ejército nazi sobre el exterminio organizado y los vestigios del horror en el campo de concentración. El filme lleva la voz del poeta y sobreviviente Jean Cayrol, y hunde en todos los espectadores una pregunta central: “¿Quién es el responsable?”
“Miro esos cuerpos desnutridos en Auschwitz, en los campos de concentración, y pienso en la gente encerrada en Gaza, corrida, desplazada, con otros haciendo planes para ellos, matándolos cuando van a buscar comida, matándolos de hambre y matándolos cuando van a buscar comida. ¿Qué pensamos todo este tiempo? Se me corrieron de eje las emociones y todo lo que pensé durante toda mi vida. Es indispensable que el mundo los obligue a terminar esto, es indispensable”, dice, grave.
Hinde tiene esa habilidad. Habla de temas trascendentales y se aferra a artefactos culturales para sentirse a salvo o para poder mirar y entender mejor. Habla de la soledad, del duelo, de la identidad, de la tecnología, de la agresividad que domina la conversación cotidiana, del periodismo, de las distintas formas que toma el amor, y para eso, además de pasar por el tamiz de su propia experiencia, habla de autores y con autores, y de obras de teatro, y de pinturas, y por supuesto, de libros. Lo hizo en los newsletters que ahora forman parte de su nuevo libro, y lo hace en su podcast, “Vidas prestadas”, uno de los más influyentes en materia de literatura nacional. Lo hizo en sus columnas de política internacional, y lo hace en sus libros, “Rusos de Putin” y “Blackie”, por mencionar sólo dos. Pero no sólo habla, tiende esos puentes a los lectores, para que ellos también puedan cruzarlos.
El nuevo libro está dedicado a su nieta, su primera nieta, Miki. Y por eso, entre otras cosas, ese título luminoso y esperanzado: “Todos queremos ser felices”.
-Hablo de un deseo. Pero la verdad es que el Newsletter que se llamó así, lo escribí desde Grecia, al día siguiente del nacimiento de mi nieta. Entonces, eso está muy connotado. No puedo decir que fue el momento más feliz de mi vida porque los nacimientos de mis hijos fueron momentos supremamente felices. Pero el nacimiento de un nieto, de tu primer nieto, y la posibilidad estar ahí… No sé si me van a pasar muchas veces cosas así. Eso es lo que quiero decir. Sin duda es uno de los grandes momentos. Si me lo hubieran guionado, no salía tan lindo. Eso por un lado. Y por otro, es verdad que yo soy una quejosa. Pero no soy una persona negativa.

-Recorriendo los textos que seleccionaste de los newsletters que están en el libro, aún cuando hablas de la soledad, de la identidad, del trabajo o de la tecnología, no hay nunca una mirada negativa. Hay, más bien, una mirada siempre amable.
-En un género como el newsletter, en el que le estás escribiendo directamente a alguien, no podés escribirle para tirarle una bolsa de basura sobre la cabeza, y decirle, mira, todo esto que estamos viviendo es una porquería, y no hay salida. ¿Con qué derecho vas a hacer una cosa así? Además, el origen del newsletter en Infobae fue la pandemia, un momento en el que todos estábamos viviendo un momento horroroso. Por eso, el concepto de amabilidad -algo que no está de moda, lamentablemente-, estuvo presente y está presente todo el tiempo. En general, yo no me muevo bien en la adversidad, no puedo trabajar bien en la adversidad, no puedo moverme bien familiarmente en la adversidad. Cuando digo la adversidad digo la mala onda, la agresión, la agresividad. Hay gente que al contrario, se pone fuerte con esas cosas, pero no yo; lo mejor de mí sale siempre en situaciones un poquito más amables.
-Tanto el newsletter, como tus entrevistas en el podcast «Vidas prestadas», tienen ese tono que va de la curiosidad a la necesidad de compartir un conocimiento, una pasión, un descubrimiento, una lectura. ¿Cómo encontraste el tono del newsletter?
-Uno de los motores del periodismo cultural es la divulgación, que está en el periodismo en general, pero que dentro del periodismo cultural nos emparenta con el periodismo de servicio, que en general está bastante denostado o despreciado. A mí me gusta compartir lo que me gusta. Es una manera de que le guste también al que escucha y lee. Es que yo creo que si vos podés transmitir pasión, podés transmitir gozo, podés transmitir regocijo.
Por otro lado, a mí la primera persona no es una figura que me resulte incómoda. Cuando encaro la primera persona, la encaro con ese mismo afán y con la sensación de que estoy hablando más bien de un nosotros. En la newsletter había un ida y vuelta importante: a veces se me juntaban tres semanas y llegué a contestar 100 correos, de gente de Argentina, pero también de Latinoamérica. Y a mí, lo de poder contar como si estuviéramos en un asado, qué me pasó con una obra de teatro o con una película, me encanta. O buscarle la vuelta para que la literatura, que puede parecerle a alguien muy dificultosa, se vea más accesible. Me gusta la posibilidad de explicar que no es dificultosa, que no le tengan miedo a eso, a lo que Beatriz Sarlo llamaría el “no entender”. Eso siempre me gustó: el entusiasmo, contagiar el entusiasmo. Un periodista de cultura es un engranaje dentro de la industria cultural. Es una pieza más. Si nosotros no divulgamos, la gente en general, salvo que sean especialistas, no sabe que hay una obra de teatro que por ahí le parece alejadísima de su gusto, pero que sin embargo la va a tocar.

Un periodista de cultura es un engranaje dentro de la industria cultural. Es una pieza más. Si nosotros no divulgamos, la gente en general, salvo que sean especialistas, no sabe que hay una obra de teatro que por ahí le parece alejadísima de su gusto, pero que sin embargo la va a tocar»
Hinde Pomeraniec
La tecnología y la verdad
-Hay varios temas que decís que son tus obsesiones: la soledad, las tecnologías, y por supuesto la identidad…
-Con respecto a la soledad, nadie diría que yo soy una persona que piensa mucho en la soledad, o que soy una persona sola. Soy una persona sociable, lo fui; era más sociable antes. Con los años, y pospandemia, empecé a pensar que tengo mucho menos futuro por delante que pasado para atrás, entonces, quiero hacer cosas, y me resulta más importante quedarme sola haciendo mis cosas, mis libros, trabajando en cosas mías, que salir por salir. Pero el tema de la soledad, es un tema que siempre me genera curiosidad, y me genera interés, más que curiosidad: me pregunto por la gente sola, porque a mí me gusta estar sola, pero sabiendo que voy a dejar de estar sola. Me gustan mis momentos de estar sola, pero en general me gusta la convivencia, me gusta estar conviviendo con alguien, me gustaba estar con mis hijos, con mi marido, me gusta saber que no estoy sola. Y después, como me interesa como tema, me interesa en la literatura, en el cine, en el arte.
-¿Y en relación a la tecnología? En uno de los textos planteas que quizás seamos la última generación pre internet, capaz de buscar la verdad en otro lugar que no sea Google…
-Yo creo que la tecnología te lleva a puesto. Creo también en lo que dice el francés Paul Virilio (teórico cultural y urbanista): toda nueva tecnología llega con su accidente. Lo vemos en cada invento. Cuando no había tren, no había descarrilamiento. Entonces, estas tecnologías también vienen con su propio accidente. Me parece que, yendo también a la identidad judía, alguien a quien hay que escuchar mucho es a Yuval Noah Harari, que lo que todo el tiempo dice es que no hay que ir a la Inteligencia Artificial a buscar la verdad. La verdad está en otro lado. Ahí, en todo caso, lo que podemos hacer es trabajar para conseguir información de una manera más ejecutiva y más rápida. Pero además, también él, como muchos otros, lo que dice es que no perdamos de vista la necesidad de seguir controlando nosotros a las máquinas.Y ahí es cuando empiezan a aparecer algunos países y algunos expertos que piden regulaciones, y otros que no quieren saber nada con regulaciones porque les parece que afecta la libertad de expresión. ¿Qué va a pasar? No sé, porque somos las últimas, realmente somos las últimas generaciones que podemos editar con conocimiento pre-internet.
-No lo planteás como “todo tiempo pasado fue mejor”…
-Es que lo que quiero es más gente pensando. Si solo hacés terrorismo, lo que se logra es gente que va negar todo lo que tenga que ver con la tecnología, y eso no va a cambiar las cosas. Lo que va a cambiar las cosas es el buen uso que se le haga. Si vos te corres, lo dejás en manos de otros. Lo importante es saber que se puede manipular mucho, lo estamos viendo además, lo estamos viendo. Lo vimos con Elon Musk, vimos lo que hizo de Twitter Elon Musk, vimos cómo estuvo un par de meses en Estados Unidos, se quedó con los datos de todos los estadounidenses y se las tomó.
El periodismo y la violencia en las redes
-Hablás de Twitter y, sobre todo hoy, parece la contracara de ese trato amable. Es más bien pura hostilidad. ¿Cómo te llevas con eso?
-Mal, muy mal. Me molestan mucho, por supuesto, los periodistas complacientes que son capaces de escuchar barbaridades por parte del presidente en una entrevista, porque el presidente elige a quién le da entrevista, y que no le hagan ningún comentario. Me ponen muy mal también periodistas complacientes que siguen complaciendo a pesar de que el presidente los maltrata, porque de eso también tenemos. Están los periodistas complacientes a los que no maltrata, están los periodistas complacientes a los que maltrata igual, están los periodistas muy severos y críticos o que cuentan cosas de su vida que realmente lo dejan mal parado, a los que directamente ignora, tal vez porque piensan que no llegan al público que a él le interesa, está el trato particular a las mujeres. Pero no me gustaría hacer de esto solo una cosa corporativa, porque en realidad el presidente es así también con los artistas, con los científicos, con los economistas, con los discapacitados, con los médicos del Garrahan o de donde sea. Hay algo ahí de descontrol a lo que nos fuimos habituando, como pasó con el Putinismo en Rusia: en la medida en que todos los días tenés tres o cuatro noticias que te cachetean y no sabes para dónde mirar, porque hoy noticia es todo, hoy noticia también es que el presidente llame mierda humana a un periodista. Hoy no es necesario seleccionar, porque todo es noticia. Y como forma parte de una política del populismo de ultraderecha abofetearte todo el tiempo para que estés grogui, terminamos normalizando esa situación.
Dicho esto, esto no es algo que empezó ahora. Trabajé en el diario Clarín, y durante el kirchnerismo, los periodistas de Clarín y del grupo Clarín lo pasamos realmente muy mal. No se llegaba al nivel de basureo y de insulto y de las barbaridades que estamos escuchando hoy, pero no disculpo tampoco aquello, y me gusta cuando alguien que vivió de ese lado de la grieta reconoce que se habían pasado de rosca con eso.
En cualquier caso, me llevo muy mal. Me llevo muy mal sobre todo porque pensar que porque haya 5, 10 periodistas que viven muy bien cuando todo el resto de los periodistas estamos por debajo de la línea de la pobreza y todos tenemos que tener 4 o 5 trabajos, la verdad, no solo me parece injusto, me parece insultante.
-Y luego, la identidad, un tema que recorre que todo el libro, y tus preocupaciones, en especial después del 7 de octubre.
-Bueno, si sos judío, es muy difícil que no sea un tema la identidad. Si desde muy chica te preguntaban: pero vos ¿sos más judía que argentina, o más argentina que judía?,¿ cómo te ves a vos misma’, ese tipo de cosas es muy propio, entonces es muy difícil que no sea un tema. Y lo mismo me pasa: es un tema que me interesa en la literatura, que me interesa en el cine, en el teatro.
El 7 de octubre provocó un terremoto emocional en los judíos. En Israel, por supuesto, fue una masacre, murieron 1200 personas, se llevaron a 200 personas, de las cuales todavía hay gente que no volvió y algunos que directamente no volverán. Me propuse a mí misma no tener ningún tipo de intercambio con un antisemita, o con un negacionista del Holocausto, y me propuse no perder el tiempo con nadie que no reconozca que lo del 7 de octubre fue una masacre. Ahora, dicho eso, lo que estamos viendo en estos días, a casi dos años de eso, es devastador. Es devastador, por supuesto, para la gente que lo está sufriendo, para los palestinos que lo están sufriendo, en Gaza y en Cisjordania, con lo que está pasando con los colonos y con las órdenes del gobierno de Netanyahu, pero es también devastador para todos los que tenemos que ver eso, tomar la decisión de verlo, hablarlo, y pedir sostenidamente que se termine con eso. Es un momento muy difícil.
La sociedad israelí ya venía con cambios importantes, no por nada Netanyahu hace tanto tiempo termina siempre consiguiendo armar gobierno ahí, pero lo que se está viendo ahora, a partir del 7 de octubre también, es que mucha de la gente que se oponía a esa mentalidad y que pensaba y hasta trabajaba en función de los dos estados y en función de la paz con los palestinos, terminaron muy golpeados con lo que pasó, heridos en su buena fe, por decirlo de alguna manera. Y también hay mucha gente, en el mundo, que quedó muy golpeada y no está pudiendo ver lo que está haciendo en este momento Israel, están ciegos a las imágenes y sordos a las declaraciones de los miembros más supremacistas y violentos del gobierno de Netanyahu, y a lo que es la deshumanización absoluta del otro. Somos nosotros o ellos, y eso es mortal. A mí y a muchos nos está liquidando. Cómo no pensar en la identidad, ¿qué es la identidad? Yo soy ante todo un ser humano. Si veo a una mamá con un bebé desnutrido, de donde sea, si yo voy a ver a una madre que le asesinan un hijo, o si veo lo que pasó con la familia Bibas…. Pero la venganza no los devuelve a la vida. La revancha no los devuelve a la vida. Y si me pongo un poquito del otro lado, también te digo que como judía y con mucha familia viviendo allá, también me hace daño la cantidad de judíos que mueren día a día por la guerra. No solo los 1.200 que murieron, sino la cantidad de soldados que mueren o en combate o por mano propia, porque está habiendo una altísima tasa de suicidio de soldados que están inactivos o que volvieron. Hay mucho síndrome postraumático, con lo cual, no sé qué están esperando para terminar eso. Ver a la gente de donde yo provengo haciendo limpieza étnica, es no creerlo. Lo decía antes: volví a ver el documental de Resnais, «Noche y Niebla». El pueblo del que vengo yo pasó por eso, cómo puede ser que ahora le esté haciendo eso a otro pueblo. Lo que están haciendo es una salvajada, lo están diciendo los expertos en genocidio más grandes del mundo.
El pueblo del que vengo yo pasó por eso, cómo puede ser que ahora le esté haciendo eso a otro pueblo. Lo que están haciendo es una salvajada, lo están diciendo los expertos en genocidio más grandes del mundo.
Hinde Pomeraniec
Escritora, lectora, periodista y más
Además de los newsletters ahora reunidos en “Todos queremos ser felices”, Hinde Pomeraniec ha escrito libros como “Katrina, el imperio al desnudo” (Capital Intelectual, 2007); “Rusos, postales de la era Putin” (Tusquets, 2009) , ¿Dónde queda el Primer Mundo? (2016, Aguilar), este último en coautoría con Raquel San Martín, “Rusos de Putin» (Ariel), «Lu, Lucy, Lucía” (Editorial Norma), y “Blackie, una voz insumisa” (Gourmet musical, 2023), entre otros.

Desde 1989 hasta 2010 trabajó en el diario Clarín como editora de la sección cultura y analista de política internacional. También fue columnista habitual del diario La Nación. Fue una de las conductoras de “Visión 7 Internacional”, en La Televisión Pública. Condujo “Vidas prestadas” en Radio Nacional y ahora, en formato de Podcast en Radio con vos.
En 2015 fue una de las organizadoras de #NiUnaMenos, la primera acción grupal de movilización masiva en contra de la violencia machista y de los femicidios ocurridos en la Argentina.
En cualquiera de esos trabajos, en todos ellos, hay detrás y siempre, una lectora voraz.
Para Hinde Pomeraniec, periodista, escritora, lectora apasionada, Licenciada en Letras de la UBA, judía, lo que ocurre en este momento en Israel es ineludible. Esta entrevista tenía un motivo puntual, el lanzamiento de su libro “Todos queremos ser felices” (La Libre), una recopilación, editada y seleccionada de los newsletters que envió con algunas interrupciones entre el 2020 y 2024, y que fueron testimonio del cambio ocurrido en los vínculos, los oficios, la literatura, las artes y los avances tecnológicos, tras esos tiempos inciertos de la pandemia de Covid. Pero la charla comenzará y terminará alrededor de una serie de imágenes: las del filme “Noche y niebla”, de Alain Resnais.
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